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Mónica Lara, hija de un cofundador del ELN asesinado: "A la guerrilla le va a costar asumir errores en la negociación de paz"

Mónica Lara quiere que la guerrilla del ELN reconozca el error histórico del asesinato de su padre y reivindica su dimensión revolucionaria
Mónica Lara quiere que la guerrilla del ELN reconozca el error histórico del asesinato de su padre, Ricardo Lara, y reivindica su dimensión revolucionaria. Javier Sulé

Hace unos días se cumplían 37 años que la erupción y los lodos del volcán Nevado del Ruiz segaban la vida de 30.000 personas tras sepultar a todo el pueblo de Armero, en la región colombiana del Tolima, en el centro oeste de Colombia. Ese mismo día del mismo año, 400 kilómetros más al norte, también era asesinado en la ciudad de Barrancabermeja, en la región del Magdalena Medio, Ricardo Lara Parada, cofundador de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Lara Parada fue uno de los siete hombres que tras volver de Cuba en 1964 creó este movimiento guerrillero y el primer exguerrillero en la Historia de Colombia que tras desertar y dejar las armas funda un movimiento político, el Frente Amplio del Magdalena Medio, y es electo por voto popular como concejal de Barrancabermeja. Su osadía le costó la vida. Un año después, el propio ELN lo mataría. 

Este lunes, esta guerrilla retomará las conversaciones de paz suspendidas en La Habana durante el mandato de Juan Manuel Santos. Así lo ha venido anunciando el nuevo presidente Gustavo Petro en el marco de su política de paz total con la que pretende realizar acercamientos con 17 grupos armados que operan en el país, entre ellos con la considerada guerrilla activa más antigua del continente americano y a la que se le da estatus político. Quienes más conocen a este movimiento insurgente aseguran que hoy cuenta con unos 2.500 hombres y mujeres, además de unos 6.000 milicianos que hacen presencia territorial principalmente en las regiones de Arauca, Catatumbo, Sur de Bolívar y el Chocó.

A las puertas del inicio de las negociaciones, Mónica Lara, hija de Ricardo Lara Parada, quiere que el ELN reconozca el error político de haber asesinado a su padre y reivindica su nombre y su dimensión revolucionaria. Lo vuelve a hacer nuevamente tras haber viajado a La Habana durante las últimas negociaciones de paz y no haber obtenido respuestas.  Hablamos con ella en Barcelona, la ciudad donde hoy vive.

Cuando mataron a su padre usted tenía nueve años. ¿Qué recuerda de aquel día?

Eran las ocho y media de la noche de un jueves. Yo estaba viendo televisión y escuché unos disparos. Como era noviembre y se aproximaba la Navidad pensé que era pólvora [petardos]. Cuando abrí la puerta y salí, veo un hombre caer lleno de sangre, con unos libros en el pecho y las gafas todas torcidas, pero no lo reconocí. Le dije rápidamente a mi mamá que había un señor muerto en la puerta, y mi madre, con una risa nerviosa, me llama mentirosa y yo le insistía en que sí, que había un muerto en la puerta. Ya mi madre se asoma, sale también mi hermano y se arma toda una dolorosa escena de llanto y dolor. Era mi papá.

Su muerte golpeó muy duro a toda Barrancabermeja. En su cortejo fúnebre se congregaron 10.000 personas. Al principio todo el mundo pensó que había sido el Ejército o grupos paramilitares, pero al día siguiente el ELN sacó un comunicado y unos panfletos donde reivindicaban el asesinato.

¿Y qué decía el comunicado?

Lo tratan de contrarrevolucionario diciendo toda una serie de barbaridades para desprestigiarlo; que si era un delator, un traidor, un violador de campesinas...

¿Y sabe quién dio la orden?

La entonces Dirección Nacional, en cabeza del cura español Manuel Pérez en aquel momento, se atribuyó la orden y el asesinato, y sé que fue un comando llamado Diego Cristóbal Uribe que se movía por la zona de  Barrancarmeja.

Tengo también dos versiones de fuentes fidedignas que me dicen que en el asesinato hubo un pacto entre el ELN y el Ejército. Y eso es algo que me gustaría saber si es cierto o no, de cara a las próximas negociaciones de paz con el ELN, donde se supone que abrirán espacios para hablar con ellos y asuman responsabilidades.

De no haber sido asesinado por el ELN, el Estado deseaba también su muerte y quizá lo hubiera matado tiempo más tarde.

Es cierto. Y así me lo reconoció el general Valencia Tovar, que estuvo al frente de los combates directos con la guerrilla del ELN durante sus primeros años y al que pude entrevistar. Cuando me recibe, me dice que era un honor para él que la hija de un guerrillero quiera conocer  la historia de su papá. Y me dice también que mi papá era un hombre íntegro que nunca había delatado a nadie como sostenía el ELN, pero también que era un bandido destinado a morir porque ellos no iban a permitir que un vándalo pudiera llegar al poder ni ser concejal como ya era. "Si no lo mata el ELN, lo matamos nosotros", me aseguró.

Su padre fue cofundador del ELN. ¿Cómo fue ese proceso?

Mi papá fue uno de los 27 jóvenes colombianos que se ganó una beca para estudiar medicina en Cuba, justo después de la Revolución, y ahí empezó un poco todo con el fervor de la Revolución cubana. En la isla estuvo dos años, que coincidieron con la famosa crisis de los misiles.

Es en ese momento que unos deciden regresar y otros se quedan y se ponen al servicio de Fidel Castro y el Che para defender la Revolución, y reciben entrenamiento militar en la Sierra Maestra, conformando la Brigada José Antonio Galán de tan solo siete hombres que fue el primer embrión del ELN.

En 1964 vuelven escalonadamente a Colombia y el 7 de enero de 1965, con la toma de Simacota en la región de Santander realizan su primera acción armada y dan a conocer su "Manifiesto de Simacota", con su ideal político y social.

El 3 de febrero, con mi padre al mando como comandante, realizan su segunda gran acción armada con la toma de Papayal, también en Santander, y publican su "Plataforma para un Movimiento de Unidad Popular". Su idea era copiar la experiencia revolucionaria cubana en Colombia.

Pasa más de nueve años en la selva y deserta. ¿Por qué?

Por sus diferencias políticas con el primer comandante, un dirigente autoritario, y porque sabía que a causa de ello lo querían matar. Lara Parada era el tercero al mando tras Fabio Vázquez Castaño y Víctor Medina Morón. A éste último le hacen un juicio revolucionario y lo fusilan junto con otros militantes y cofundadores. El ELN entró en una espiral autodestructiva.

Mi papá queda como segundo y muestra sus diferencias con Vázquez y esta dinámica de fusilamientos a militantes y sobre cómo se estaba llevando la lucha armada hasta que lo relegan y le quitan el arma.

Después, se entera por un compañero que ya dieron la orden para que, al menor descuido, lo ejecuten y ahí es cuando decide huir junto con tres compañeros para salvar la vida, también desengañados. En su huida, un campesino lo delata y el Ejército lo captura. Lo condenan a 42 años de cárcel, de los cuales cumplió solo cuatro por un defecto de forma.

¿Y cuando sale de la cárcel qué sucede?  

Tiene información veraz por la que que tanto el Ejército como el ELN quieren matarlo y que, además, también podría volver a la cárcel por causas pendientes, y, por todo esto, se exilia. Su amigo Gabriel García Márquez lo contacta con el presidente de Panamá, el general progresista Omar Torrijos, que lo conecta a la vez con el comandante sandinista Tomás Borge y se une a la revolución sandinista.

Tras casi cinco años de exilio -donde estuvo en Panamá, Nicaragua y Libia-, regresa a Colombia y se acoge a la amnistía del presidente Belisario Betancur en medio del proceso de paz que se inicia en 1983-84.

Es ahí cuando le envía un vídeo al ELN donde les plantea la decisión de dejar definitivamente la lucha armada y optar por un proyecto social y político sin armas, con la creación de un frente amplio que logre aglutinar a diferentes sectores populares y de izquierda. Lo consigue y funda el Frente Amplio de Magdalena Medio (FAM), el primer movimiento social y político que electoralmente rompe con el bipartidismo tradicional y corrupto en Barrancabermeja.

A los cuatro meses, es elegido concejal en su ciudad tras lanzarse a unas elecciones, siendo el primer exguerrillero elegido por voto popular en la Historia de Colombia. Alcanza a ejercer un año y lo asesinan el 14 de noviembre de 1985

Su madre fue también guerrillera, una de las primeras mujeres del ELN. ¿Cómo vivió todo esto?

Ella conocía de los rumores de su asesinato pero, por más que estuviera avisada, cuando supo que fue el ELN mi madre quedó muy decepcionada. Mi padre le había asegurado que no iba a suceder nada. Con todo el dolor y la tristeza del alma, no quiso volver a saber nada de nada, ni del ELN, ni de movimientos políticos.

Escasamente votaba porque le tocaba. Ni siquiera salía a hablar cuando se conmemoraban los aniversarios de la muerte de mi papá. Ella había hecho parte de esa revolución, entregó mucho y perdió todo: a su hermano y a su compañero. La mataron políticamente y le destrozaron la vida.

¿Cree que a su padre lo mataron más como venganza o porque estaba ganando base social del ELN y lo veían como una amenaza?

A Manuel Pérez, como primer comandante del ELN, le hacen una entrevista donde se ve claramente que había una cuestión personal en la que criticaba a Ricardo Lara por su forma de ser porque era dicharachero, jugaba a fútbol con los campesinos, tocaba el acordeón, recitaba poesía... Y el cura Pérez como que no entendía esa forma de ser.

También lo acusaban de haber ido a Libia junto con Jaime Bateman, primer comandante del M19, en nombre del ELN. Pero, principalmente, hay una frase en una entrevista a Manuel Pérez donde dice textual que estaba socavando las bases sociales del ELN con un discurso en que se hacía aparecer como de la organización sin serlo y esa fue la gota que llenó la copa.

O sea, que están diciendo que lo mataron porque el proyecto social y político del Frente Amplio estaba siendo exitoso y eso les estaba quitando base social y militancia para su lucha armada.

¿Por qué su empeño en reivindicar la figura de su padre como revolucionario?

Porque mataron a un padre, pero también descabezaron un movimiento social y político revolucionario y, si ellos hablan de transformación, de cambio y de justicia social, ¿cómo es posible que liquidaran a la opción que había en el momento? Además, no hubo otra en toda la historia del ELN que haya logrado lo que logró Ricardo Lara.

Lara, cuando entendió que había que tomar las armas para tomarse el poder, lo hizo, pero también tuvo toda la capacidad de entender el contexto, lo que pedía en ese momento la gente y decidir dejar la lucha armada.

El ELN fue muy corto de vista y muy dogmático. No supo entender lo que estaba construyendo políticamente mi padre, pero también hubo como esos celos,  esos egos y esos personalismos que lo vieron como una amenaza porque decían que les quitaba base social. ¿Pero desde cuando las bases sociales tienen dueño?, me pregunto.

Entonces, yo si quisiera saber por qué y no solamente sobre mi historia, sino la de todos esos otros fusilados como Víctor Medina Morón, Jaime Arenas, Julio César Cortes, Heliodoro Ochoa y otros tantos revolucionarios que también fueron asesinados tildados de traidores.

Y también hay una deuda pendiente con el pueblo de Barrancabermeja y toda la región del Magdalena Medio.

¿Y cuándo empezó a hacer este trabajo por rescatar la memoria de su padre?

Cuando lo matan, mi madre nos aisló de todo y una iba siempre con ese miedo a decir que era la hija de Ricardo Lara. Vivía bloqueada. En la universidad, un profesor nos encargó un trabajo sobre las guerrillas en Colombia y a mí me dijo que debía hacer la del ELN. Presenté el trabajo sin mencionar a mi papá y el profesor me echó en cara que faltaba un personaje clave. Hablé con él aparte y le dije que no podía mencionar ese hombre porque era mi padre. Entonces él me respondió: "¿Usted que cree que no lo sé?, por eso mismo le encargué el trabajo sobre el ELN".

A partir de ahí, quise saber quién había sido mi papá y empiezo a hacer toda una investigación de años hablando con gente que lo conocía y preguntándome si mi padre era un traidor o delató a compañeros. Y empiezo a averiguar con antiguos miembros del ELN, del FAM, con gente de las FARC, del M19, tratando de averiguar quién era Ricardo Lara y saber la verdad.

Y ahí empiezo a desmontar las mentiras de la historiografía oficial del ELN, donde lo tratan de traidor y averiguo que mi padre tuvo gran aprecio, respeto y admiración del conjunto de la izquierda. He ido haciendo todo un proceso de memoria muy empírico porque no soy periodista ni nada, pero sí tengo la ventaja de que las personas que lo conocieron todavía están vivas.

Usted consiguió hablar también con Fabio Vázquez, cofundador y primer comandante de la historia del ELN. ¿Qué le dijo? 

Sí, en el 2016 voy a La Habana siguiendo mi investigación a hablar con los miembros del Secretariado de las FARC y el también cofundador y primer comandante de la historia del ELN.

La comandancia de las FARC me habló muy bien de mi padre, especialmente sobre toda esa vinculación y unión de su proyecto social y político del FAM con la Unión Patriótica (UP).

Respecto a Fabio, esquivaba las respuestas porque decía que desde finales del 74 él estaba en Cuba. Pero reconoce a mi papá como un político ideólogo ejemplar que tomó una decisión desacertada, pero me dijo que, pese a sus diferencias, no tuvo nada que ver con su asesinato y no asumió nada.

¿Recibió presiones para dejar de hurgar en la historia de su padre?

Sé que entre los miembros del Comando Central han comentado mucho que yo andaba tras la historia de mi papá y eso causa escozor. En el 2016 le hice llegar a Gabino, máximo comandante del ELN en aquel tiempo, una carta diciéndole que empezaba un proceso de reivindicación de memoria y que esperaba que reconocieran el grave error político e histórico del asesinato de mi padre y limpiaran esa imagen tan distorsionada que daban de Ricardo Lara. Sé que la recibió, pero nunca me contestaron.

Aparte de lo de su padre, ¿cuáles han sido, a su juicio, los errores más grandes del ELN?

Hay que mencionar el conjunto de los fusilados, esos otros hombres que fueron como mi padre tildados de traidores y fueron asesinados por diferencias políticas. Hombres con una gran condición humana, inteligencia, visión y una capacidad político y militar increíble.

Y, luego, están las acciones armadas que han provocado tantas muertes de gente inocente, como la masacre de Machuca, cuando dinamitaron el oleoducto y provocó la muerte de 84 personas, además de todos los daños ambientales causados. Ha habido muchos errores. Es una organización guerrillera que hizo daño.

¿Ve similitudes entre Gustavo Petro y su padre? 

Gustavo Petro conoció a mi papá cuando él estaba con todo este tema de la coordinación de los movimientos regionales y Petro estaba trabajando en Zipaquirá. De hecho, lo que logra hacer el actual presidente con la Colombia Humana o el Pacto Histórico es como retomar un poco lo que hizo Ricardo Lara con el FAM aglutinando diferentes sectores de la izquierda, desde el ala más radical hasta la más conservadora, un frente amplio donde quepan todos, con objetivos comunes.

El propio Petro lo reconoció un día que viajó a Barrancabermeja y se refirió a mi padre como una persona con una visión amplia y una capacidad de transformar que supo entender las necesidades del pueblo.

En unos días [este lunes] se retomará el proceso de paz con el ELN, suspendido durante la etapa de Santos como presidente. ¿Es ahora o nunca poder llegar a un acuerdo de paz con ellos? ¿Cómo lo ve?

No creo que sean tan miopes de dejar pasar el tren de la paz. Con Petro creo que se van a sentir más cómodos por ser un Gobierno de izquierdas, pero pueden tener la tentación de pensar que, en términos de reparación o de reconocimiento del daño, van a pasar de agache.

¿Se fía del ELN en estas negociaciones?

No sé qué pensar porque son ya muchas decepciones, pero si ellos obedecen a ese pensamiento ideológico heleno-cristiano de la Teología de la Liberación han de ser honestos y enfrentar el proceso. El problema es que les va a costar asumir autocríticas y reconocer errores porque su imagen se debilitaría frente a sus bases. Entonces, no sé si están dispuestos a tanto después que haber sido tan dogmáticos.

¿Qué le parece la figura de Otty Patiño como jefe negociador del Gobierno con el ELN?

Me parece muy positiva porque es un hombre que tiene la idoneidad, la legitimidad y la experiencia para serlo. Fue cofundador de la guerrilla del M19 y participó en las negociaciones de paz con este movimiento. Ha estado, por tanto, involucrado en procesos revolucionarios pero entiende la necesidad de establecer acuerdos para lograr la paz. Es una persona que genera confianza.

¿Cómo le gustaría que  se desarrolle este proceso de paz con el ELN?

Como en todo proceso, quisiera que tuvieran participación política y que se les respete y tengan garantías de vida. Me gustaría que hubiera más mujeres revolucionarias en la mesa pues, hasta donde sé, solo habría dos o tres, así que sigue el patriarcado en las negociaciones de paz.

Con todo, no se qué voy a sentir si los viera en el Congreso. Tengo mi ambivalencia.  El ELN quiere cambios estructurales y Petro también, pero no puede ser una negociación tan larga como la que se dio con las FARC. Debería ser más ágil, no vaya a ser que vuelva la derecha al poder y rompa nuevamente con todo. El problema es que ellos son muy complejos.

¿Exige justicia también?

¿Qué es la justicia?. Qué estén o no estén en la cárcel para mí no es lo importante. Justicia para mí sería que reconozcan el daño, que reparen y reconozcan la historia y la lucha de esos hombres que mataron al grito de "traidores" por querer luchar de forma distinta a ellos.

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