Netanyahu y sus halcones defienden la guerra frente a la exigencia internacional de una tregua duradera
El regateo contrarreloj y la presión internacional marcan la prórroga de la tregua entre Israel y Hamás, sin que la población palestina pierda la esperanza en un alto el fuego permanente.
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El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se prepara para reanudar la guerra en Gaza según se acerca el fin de la tregua ampliada entre Tel Aviv y Hamás. No obstante, la población palestina se aferra a la última esperanza y confía en que, si no se llega a un alto el fuego permanente, al menos pueda mantenerse el flujo de ayuda humanitaria, sin el cual los habitantes de Gaza estarán condenados al margen de que hablen de nuevo las bombas israelíes.
La pausa inicial de cuatro días se ha alargado otros dos más, que concluyen este jueves, después de que las milicias palestinas de Hamás, tras la intervención de los mediadores de Catar y Egipto, ofrecieran liberar más rehenes en su poder para detener la maquinaria de guerra israelí.
Esta ampliación de la tregua está marcada por el nerviosismo de Netanyahu, acorralado entre las demandas de los grupos más extremistas de su Gobierno, partidarios de reanudar con más virulencia los combates, y las presiones internacionales, especialmente de Washington, que reclama a sus aliados israelíes que respeten a la población civil en su ofensiva, algo que no acaba de encajar en los planes militares de Tel Aviv.
Desde el comienzo de la guerra, más de 14.800 palestinos han muerto en Gaza, entre ellos 6.000 niños. En Israel, murieron 1.200 personas en la masacre cometida por comandos de Hamás, la chispa que encendió la ofensiva israelí.
El primer día de la ampliación de la tregua se ha caracterizado por acusaciones mutuas entre Israel y Hamás de haber violado el alto el fuego
El primer día de la ampliación de la tregua se ha caracterizado por acusaciones mutuas entre Israel y Hamás de haber violado el alto el fuego. Pero pese a la tensión, el intercambio de rehenes por prisioneros ha seguido adelante y ha abierto ciertas esperanzas de que el jueves pueda haber un nuevo pacto que retrase la catástrofe.
Los jefes de los espías intentan extender la tregua
Para ello negocian oficialmente los intermediarios de Catar y Egipto, pero también maniobran en la sombra los servicios de inteligencia. Así, este martes se reunían en Doha el director de la CIA, William Burns, el jefe del Mossad, David Barnea, y el responsable de la Inteligencia egipcia, Abás Kamel.
Su objetivo, tal y como informó la agencia EFE, era "extender la tregua para convertirla en una permanente, el regreso a la mesa de negociación y la reactivación del proceso de paz, que ha estado congelado durante varios años".
La ONU: la tregua, un destello en medio de la guerra
El secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, ha calificado esta ampliación de la tregua como "un destello de esperanza y humanidad en medio de la oscuridad de la guerra".
Es una marcha contrarreloj para tratar de liberar algunos rehenes más de los casi doscientos que aún permanecen en poder de los milicianos de Hamás y de este eventual acuerdo depende de que se frene o se reanude la destrucción sistemática del norte de Gaza que está llevando a cabo el ejército de Israel y que la devastadora campaña se extienda al sur, donde los desplazados se encuentran en un callejón sin salida.
La ONU considera que la situación en la Franja es "catastrófica" y ha reclamado la apertura de más pasos fronterizos que permitan la entrada de más ayuda humanitaria "de manera fluida, predecible y continua", como dice el coordinador especial de la ONU para el proceso de paz en Oriente Medio, Tor Wennesland.
Diaa Rashwan, portavoz del Gobierno de Egipto (desde donde parten los convoyes de ayuda humanitaria a través del paso de Rafah con Gaza) estima en 2.812 toneladas la ayuda médica y en 11.427 toneladas la ayuda alimentaria que se ha entregado a Gaza desde que comenzó la guerra el 7 de octubre y hasta la noche de este lunes, cuando se amplió la tregua.
Además, se han enviado 1.048 toneladas de combustible, imprescindible para poner en marcha los generadores de electricidad de hospitales y otras infraestructuras básicas para los más de 2,2 millones de palestinos asediados por los combates. Más de dos terceras partes de los gazatíes han tenido que abandonar sus hogares, la mayor parte desde el norte ya en manos del ejército de Israel.
Hamás quiere seguir regateando; Israel, no
Hamás utiliza la estrategia de los rehenes con cuentagotas. Ahora señala que podría entregar a hombres también secuestrados en el ataque del pasado 7 de octubre. Se trata de robar tiempo a lo inevitable, la destrucción de Gaza.
En esa posibilidad inciden también los mediadores internacionales de Catar y Egipto, que apuestan por prolongar los intercambios de rehenes en manos de Hamás por presos palestinos, sobre todo mujeres y adolescentes retenidos en prisiones israelíes sin cargo alguno en su contra.
Pero Israel lo ve de otra forma. El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, lo ha dicho con claridad: la tregua será breve y solo retrasa unos días la guerra "en toda su intensidad" por toda la Franja de Gaza. Gallant ha vaticinado al menos otros dos meses de combates, necesarios, según el ejército israelí, para finiquitar a Hamás.
"Ahora tienen por delante unos pocos días, pero volveremos a la lucha y utilizaremos el mismo potencial y más aún", amenazó Gallant.
Netanyahu: Gaza no volverá a ser lo que era
Este fin de semana pasado fue el propio Netanyahu quien avivó el fuego belicista. Tras la tregua, afirmó el primer ministro israelí, "volveremos con todas nuestras fuerzas para conseguir nuestros objetivos: eliminar a Hamás, asegurar que Gaza no vuelva a ser lo que era y, por supuesto, la liberación de todos nuestros rehenes".
Pero Israel no las tiene todas consigo a la hora de poder desplegar toda la brutalidad con la que ha actuado en Gaza desde que lanzó su ofensiva el 7 de octubre pasado.
Israel no las tiene todas consigo a la hora de poder desplegar toda la brutalidad con la que ha actuado en Gaza hasta ahora
En los próximos días se espera la visita a Israel del secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken. Estados Unidos respalda plenamente a Israel en su guerra contra los palestinos de Hamás y ha desplegado varias flotillas navales en Oriente Medio para disuadir a Irán y al grupo proiraní Hizbulá, que opera en el Líbano, de aprovechar la actual coyuntura bélica para atacar Israel.
Sin embargo, al mismo tiempo que Washington muestra su musculatura bélica para disuadir a enemigos externos de que se impliquen sobre el terreno en el conflicto palestino-israelí, la Casa Blanca tiene muchas dudas sobre el rumbo que podría tomar la nueva ofensiva israelí.
EEUU advierte a Israel sobre la población palestina
Blinken "enfatizará (ante las autoridades israelíes) la necesidad de sostener el creciente flujo de asistencia humanitaria a Gaza, asegurar la liberación de todos los rehenes y mejorar la protección de los civiles en Gaza", según han indicado desde la Secretaría de Estado.
Ante esta postura estadounidense, las palabras del ministro de Defensa israelí se elevan ominosas: la ofensiva "será mayor" y "tendrá lugar a lo largo de toda la Franja" de Gaza. Es decir, la devastación que desde el 7 de octubre han causado los israelíes en el norte de la Franja podría ahora plasmarse en una invasión a gran escala del sur de Gaza donde se apelotonan los habitantes de esta región más los cientos de miles que han huido de las zonas norteñas.
A la Casa Blanca le preocupa esta estrategia israelí de tierra quemada en Gaza, que pueda conllevar una vez derrotada Hamás a algún tipo de anexión israelí de ese territorio palestino bajo la excusa de mantener su control militar.
A la Casa Blanca le preocupa la estrategia israelí de tierra quemada en Gaza
Acosado por el creciente movimiento en Estados Unidos contrario a las matanzas israelíes en el territorio palestino, el presidente Joe Biden ha insistido en que Washington apuesta por la fórmula de "dos estados" para resolver el conflicto palestino-israelí y no quiere ni oír hablar de una eventual ampliación del estado de Israel a costa del palestino. Esta postura no acaba de gustar en Tel Aviv, donde los ultranacionalistas en el Gobierno prefieren dejar abiertas todas las opciones.
La intransigencia israelí y su falta de claridad demandan de sus amigos occidentales un cierre de filas incondicional y que miren a otro lado mientras sus aviones y tanques arrasan Gaza, al coste que sea para acabar con Hamás y caigan los civiles que caigan en la guerra. El grave conflicto diplomático con España es un ejemplo de esa cerrilidad israelí del "trágala" y calla.
EEUU pide a Israel un cambio de estrategia
Pero Estados Unidos está también cansado de esa posición radical israelí. Según informaciones distribuidas por la agencia Reuters este martes y atribuidas a altos funcionarios estadounidenses, Washington ha reclamado a Tel Aviv que, si extiende su campaña bélica hacia el sur de Gaza, debe evitar "más desplazamiento significativo de personas".
"No podemos tener un desplazamiento a la escala que tuvo lugar en el norte replicado en el sur. Sería más que disruptivo, iría más allá de la capacidad de cualquier red de apoyo humanitario. No puede ocurrir", según esas fuentes de la Casa Blanca.
Los funcionarios subrayaron que el ejército israelí debe respetar las infraestructuras básicas del sur de Gaza. La población palestina ya no tiene hacia dónde huir y, si encima es desprovista de todo acceso al suministro eléctrico, el agua potable, los hospitales o los centros de refugiados de la ONU y la Cruz Roja, entonces dos millones de personas quedarán encerradas en una trampa mortal.
Este aviso de Washington implica otra cuestión. Aún no ha terminado la campaña israel, pero quizá sí ha llegado el momento de saber qué tipo de arreglo político habrá para Gaza, algo que se niegan a explicar Netanyahu y sus acólitos.
La visita de Blinken a Israel apunta en esta dirección. Es preciso saber cuál será el futuro de Gaza, al margen de Hamás, sí, pero poniendo sobre la mesa la necesidad de reconocer a Palestina como Estado.
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