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Obama echa el lazo a Mursi

El miedo de Washington al ascenso del islamista se ha disipado. La Casa Blanca ha ofrecido condonar parte de la deuda a El Cairo. El cambio de posición puede servir para preservar la supremacía de Israel en la zona

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La Casa Blanca confirmó ayer a través de un portavoz que EEUU se prepara para aliviar la deuda de Egipto en 1.000 millones de dólares (unos 800 millones de euros). Varias informaciones aparecidas en medios estadounidenses y agencias hablan de que para ello se podrían emplear dos modalidades distintas. Por una parte, se podría optar por la condonación directa de parte de la deuda de 2.500 millones de euros que El Cairo mantiene con Washington.

La otra opción, según apunta Reuters, se centraría en la firma de determinados acuerdos por determinar, posiblemente de tipo comercial, que ofrecieran condiciones ventajosas a El Cairo.

Según informaba ayer The New York Times, Barack Obama también habría ofrecido un crédito de 378 millones de dólares a Mohamed Mursi para fortalecer el desarrollo de los negocios que mantienen en el país varias multinacionales estadounidenses, además de un fondo de inversiones para promover que empresarios egipcios pongan en marcha nuevas vías de negocio.

El movimiento de Obama forma parte de una nueva estrategia de EEUU con el Egipto de Mursi. Antes de la caída del régimen de Hosni Mubarak, Washington se encargó de encender la alerta islamista por lo que podría suponer para las relaciones de El Cairo con Israel y la estabilidad de la zona. En los últimos meses esa postura ha cambiado significativamente.

Mubarak había respetado a rajatabla los acuerdos de Camp David firmados en 1979 por su antecesor, Anwar el Sadat, y se convirtió en el mayor aliado de Israel en la zona.

Este pacto, por el desprecio del régimen a la causa palestina, avergonzaba a los egipcios, cuyos movimientos sociales se gestaron durante los ochenta gracias a las alianzas con activistas palestinos. De Mursi se esperaba un punto de inflexión en las relaciones con Israel.

Pero el despliegue sin precedentes del Ejército egipcio el mes pasado en la Península del Sinaí tras los ataques de varios supuestos grupos terroristas es un fuerte indicador de que esa ruptura no se ha producido.

Israel se quejó de las formas, aunque Egipto, para compensar, comenzó a cerrar y derribar los túneles fronterizos en Rafah, eterno punto de discusión entre Egipto e Israel y único lugar por el que los palestinos de la franja de Gaza conseguían burlar el bloqueo.

Resulta imposible leer los movimientos de Mursi en Rafah sin tener en cuenta el trasfondo económico. El aperturismo que ha mostrado el nuevo presidente egipcio con la renovación de la cúpula militar, el acercamiento a los jueces perseguidos por Mubarak, la gira por países como China y el papel de liderazgo en la última cumbre de países árabes en La Meca para debatir sobre el conflicto sirio, han propiciado también que Obama mostrara su apoyo al crédito de 4.800 millones de dólares que Mursi solicitó al Fondo Monetario Internacional para tratar de paliar la maltrecha situación de la economía egipcia.

Esta mañana desde El Cairo, Mursi reforzó esa postura diciendo a las claras que debe haber 'un cambio político en Siria' y convocó a Irán, Turquía y Arabia Saudí a una reunión a cuatro para afrontar la situación.

Está previsto que el acuerdo con el FMI se cierre a finales de año y es seguro que la intervención de EEUU será clave.

Mursi seguirá recibiendo también los 1.300 millones de dólares que EEUU invierte cada año en el Ejército egipcio y ha obtenido también ayudas económicas de otros dos países árabes afines a Washington como Qatar y Arabia Saudí.

Obama, disfrazándolo de ayuda a la democratización del país, ha conseguido atar así al primer presidente elegido democráticamente. Mursi, que visitará Washington en diciembre, necesita el dinero del FMI y seguramente el de Obama. Pero también el apoyo de la población para seguir adelante. Acercarse demasiado a la Casa Blanca le puede salir caro. No hay más que ver cómo recibieron los egipcios a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, en julio.

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