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Obama, una política fracasada

Eytan Gilboa, experto del Centro Begin-Sadat de Tel Aviv, critica que el presidente americano ha seguido unas políticias idealistas y añade que 'la idea de que si cae una dictadura saldrá una democracia no es cierta'.

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Al poco tiempo de entrar en la Casa Blanca en 2009, Barack Obama pronunció en El Cairo una larga alocución que abría las puertas a un entendimiento entre Occidente y el mundo árabe e islámico. Fue un discurso hermoso que tocó casi todos los puntos calientes, que suscitó entusiasmo en Occidente y que se observó con cautela en Oriente Próximo.

¿Qué ha ocurrido desde entonces para que ahora estemos en una situación peor? Obama seguramente ha pecado de lo mismo que su antecesor, George Bush hijo: su discurso de El Cairo fue un claro exponente de las mismas políticas idealistas que Bush llevó antes a la región con el asesoramiento de un grupo de neoconservadores iluminados y familiarizados con Israel y sus intereses pero sin la menor idea real y próxima de lo que es el mundo árabe y cómo funciona.

El profesor Eytan Gilboa, un experto en Estados Unidos del Centro Begin-Sadat de Tel Aviv, es muy crítico con Washington. 'La doctrina de Obama en Oriente Próximo ha fracasado, se ha colapsado definitivamente. El resultado de esta política es que los dictadores clásicos de la región han caído pero en su lugar no están surgiendo democracias sino regímenes islamistas cuyos intereses son contradictorios con los de Occidente'.

'La idea de que si cae una dictadura saldrá una democracia no es cierta y por eso Obama ha fracasado. Se puede ver en Irán, donde han pasado más de treinta años desde la revolución, pero también en Irak o Afganistán. En todos estos lugares la caída de los dictadores no ha dado paso a la democracia sino a una irrupción islamista', explica Gilboa, cuyo instituto está en la misma sintonía que el primer ministro Binyamin Netanyahu.

El fondo del problema en Estados Unidos sigue siendo el mismo que el que había en la época de George Bush padre, que con muy buena voluntad convocó la Conferencia de Madrid en 1991, o sea, un conflicto entre una visión pragmática de la región y una visión idealista. Desgraciadamente, aunque Bush padre era pragmático se rodeó de idealistas y desde entonces en los corredores de Washington ha predominado esa visión.

En Washington no entienden que la quema de embajadas americanas se haya convertido en un deporte desde el Magreb hasta Bengala, y todo por una película de dudosa calidad realizada en California por un islamófobo declarado, un oscuro cristiano copto que mantiene vínculos con evangélicos de postín.

El mayor fracaso le viene a Obama de arrojar la toalla en el conflicto árabe-israelí. El presidente americano sabía que este era el principal escollo en su camino; así lo dijo en El Cairo y así lo anticipó a las pocas semanas de entrar en la Casa Blanca nombrando al senador George Mitchell, bregado durante seis años en Irlanda del Norte, enviado especial para el conflicto árabe-israelí.

Mitchell desempeñó el cargo durante dos años. Se dedicó a él con todas sus fuerzas pero renunció al ver que no podía avanzar de ninguna manera debido al enroque permanente de Israel. El presidente Obama no quiso, o no pudo, o las dos cosas, forzar a Israel a retirarse de los territorios ocupados. Este fue el primer revés que recibió Obama.

El segundo revés ha sido precisamente lo que en su momento se llamó, de una manera grandilocuente, las Primaveras Árabes, un experimento al que Obama se apuntó sin dudarlo un instante, y que ya huele a chamusquina. Las protestas contra Estados Unidos son otro indicio de que las cosas no marchan por buen camino.

La situación del Irak invadido en 2003 por todo lo alto es ahora mucho peor que entoncesQuerer exportar la democracia a Oriente Próximo al coste que sea, como se ha hecho y se está haciendo, puede entrañar un sinfín de problemas. Obama lo debía haber previsto puesto que tenía ante si el gran ejemplo de Irak que su predecesor le había dejado entre manos. La situación del Irak invadido en 2003 por todo lo alto es ahora mucho peor que entonces. Desde el primer día Irak ha sido una democracia fallida. Y para cerrar el círculo, entre manos tenemos el teatro sirio, donde el peso de la rebelión está cada vez más vinculado a islamistas de todas las tendencias.

El jueves pasado Obama admitió implícitamente parte de su culpa cuando dijo que Egipto no es 'aliado' ni 'enemigo' de Estados Unidos. Y lo dijo mientras grupos de islamistas asediaban la embajada americana a cuenta de la película que llamaba a Mahoma pederasta entre otras lindezas.

Es de notar que las dos elecciones que se han celebrado en Egipto las han ganado los islamistas y que el presidente Mohamed Mursi está vinculado a los Hermanos Musulmanes. Mursi es un presidente democrático que curiosamente no es 'aliado' de Estados Unidos.

Obama querría que Mursi y los demás líderes árabes elegidos democráticamente se comportaran como liberales occidentales, pero da la casualidad de que ni son liberales ni son occidentales, y que han sido elegidos en muchos casos por defender programas islamistas. El idealismo de Obama no guarda mucha relación con la realidad cotidiana del mundo árabe.

Además, aunque es cierto que los islamistas más radicales no constituyen una mayoría en muchos países de la región, no es menos cierto que son quienes a menudo llevan la voz cantante, los más ruidosos y los más activos. Y estos días se ha visto con claridad que el presidente Mursi debe tenerlos por lo menos tan en cuenta como tiene en cuenta al presidente Obama.

'Los americanos piensan que una democracia consiste en un país que celebra elecciones, pero esto no es así', comenta el profesor Gilboa. 'Para que haya democracia son necesarias un conjunto de libertades, como la de prensa o la de pensamiento, que no se dan en Egipto ni en Libía, donde después de la intervención de la OTAN, todo el mundo tiene armas'.

'Si me apura, esto tampoco ocurre en Turquía. En Occidente se pone a Turquía como ejemplo de democracia, de una convivencia entre islamistas y laicos, pero éste no es el caso. Turquía va camino de convertirse en una dictadura... es un país donde hay más periodistas en la cárcel que en China', sentencia Gilboa.

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