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Otros golpes a Siria dirigidos a Irán

Corren tiempos complicados en Oriente Próximo, donde las potencias regionales dominantes, Israel y Arabia Saudí, están jugando sus bazas para implicar a Estados Unidos en una acción militar contra Irán. La diferencia con respecto al mandato de Obama, es que ahora existen en Washington hombres de peso que están dispuestos a participar en la aventura.

Humo en uno de los edificios en la ciudad de Homs tras un bombardeo. REUTERS

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

La situación en Oriente Próximo está en plena ebullición. El bombardeo de la base aérea T4, en el distrito sirio de Homs, que la aviación israelí llevó a cabo en la noche del domingo, apenas es otra indicación en ese sentido. De hecho, existen otras muchas indicaciones que se van conociendo día a días en esa dirección.

Moscú, que pidió explicaciones el martes al embajador de Israel, quiso saber por qué Israel no les avisó con antelación. Si les hubieran advertido, podrían haber evitado la muerte de 14 personas, de las que al menos siete eran iraníes que se encontraban en ese momento en la base.

¿Por qué Israel no avisó a Moscú? En ocasiones anteriores había comunicado a los rusos que se disponía a atacar objetivos en Siria. Es probable que el hecho de que esta vez no lo hiciera fue deliberado, que los israelíes intencionadamente mataron a los iraníes para subir el nivel de presión en la región. Los israelíes, en cambio, sí que avisaron a Estados Unidos.

En estas últimas semanas se están jugando cartas de muchas barajas. Los naipes están marcados por las potencias regionales, Israel y Arabia Saudí, y tienen a Irán en el punto de mira. Da la impresión de que nos encontramos al principio de un proceso destinado a acabar con el régimen islámico que gobierna Teherán desde 1979.

La prensa francesa, por ejemplo, ha dado cuenta de una propuesta del hombre fuerte saudí, el príncipe Mohammad bin Salman (MBS), al presidente Emmanuel Macron. MBS le ha invitado a participar en el grandioso proyecto ‘Visión 2030’, que requerirá inversiones faraónicas, a cambio de que interrumpa las relaciones comerciales con Irán.

A Catar se le acusa de fomentar el terrorismo y de no cerrar el canal de Al-Jazeera

El emir de Catar, Tamim ben Hamad al Thani, se encuentra estos días en Estados Unidos, y las autoridades de Washington le han invitado con claridad a sumarse a la coalición contra Irán. A Catar, el país más independiente de la región, aislado por Arabia Saudí y sus aliados, se le acusa de fomentar el terrorismo y de no cerrar el canal de televisión Al-Jazeera.

La misma designación de John Bolton como consejero para la Seguridad Nacional es una mala noticia para Teherán. El presidente Donald Trump lo ha nombrado a sabiendas de que Bolton es el político más anti-iraní de Estados Unidos y probablemente del mundo, más anti-iraní incluso que el primer ministro Benjamín Netanyahu.

Para el aventurero Bolton, Irán es una vieja obsesión y no debe ser una coincidencia que las primeras decisiones que debe adoptar tengan relación con ese país. En realidad, no suena descabellado preguntarse si el ataque de Israel del domingo, sin avisar a Moscú, está relacionado con la intención de Netanyahu de enardecer a Bolton.

John Bolton, asesor de la Seguridad Nacional estadounidense. REUTERS

John Bolton, asesor de la Seguridad Nacional estadounidense. REUTERS

Hace unos días un exministro de Defensa de Israel, Shaul Mofaz, comentó públicamente que durante el mandato de George Bush hijo, Bolton le apremió para que Israel atacara a Irán por su cuenta. De hecho, cabe preguntarse si una vez se hayan producido los preparativos, Israel no atacará a Irán para arrastrar seguidamente a Estados Unidos.

Con Trump en la Casa Blanca, el acuerdo sobre el programa nuclear iraní, que tanto esfuerzo le costó conseguirlo a Barack Obama, está en peligro. Washington ha dado un ultimátum al gobierno de Teherán para que acepte cambios importantes en el acuerdo, o el papel se arrojará a la basura.

Con Bolton es posible que Estados Unidos endurezca sus condiciones para con Irán. Los iraníes estos días han dicho que no aceptarán cambios significativos en el acuerdo y si es necesario, si el acuerdo se rompe, volverán a enriquecer uranio en sus plantas nucleares. Esta situación también conduciría a un escenario de guerra en el que Estados Unidos e Israel tendrían la voz dominante.

El mismo uso de armas químicas por parte del ejército sirio en Duma, un suburbio de Damasco, ha sido negado no solo por el gobierno de Damasco sino también por Rusia e Irán. Sin embargo, la palabra de esos tres países no tiene ningún valor cuando es algo que todo Occidente da por hecho.

No hay que olvidar que las milicias fuertes en Duma son el Ejército del Islam, una organización yihadista que está apadrinada y financiada por Arabia Saudí. Es posible preguntarse si el escándalo de las supuestas armas químicas usadas por el ejército sirio no ha sido en realidad un montaje de los saudíes.

Una vez se confirme la caída de Duma, solo quedará una pequeña bolsa del Estado Islámico justo al sur de Damasco. El paso siguiente de Bashar al Asad será recuperar el sur, los límites con Israel, donde las organizaciones más fuertes son el Estado Islámico y el Frente al Nusra, ambas desplegadas en la frontera con Israel, con el Golán ocupado, y que se entienden a la perfección con el estado judío.

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