Unas 8.000 personas se concentraron este domingo en Bruselas para protestar contra las últimas restricciones adoptadas para contener la pandemia. Una movilización que dejó escenas de violencia y que concluyó con una veintena de detenidos y seis heridos, según informó la Policía belga.

La manifestación había comenzado en torno a la una del mediodía cerca de la Estación del Norte de la capital belga y avanzó hasta el barrio europeo, donde unas 8.000 personas, según cifras de la policía, se concentraban alrededor de las tres y media de la tarde con carteles en defensa de las "libertades" y contra la "dictadura de la estigmatización" de los no vacunados. Los participantes en la marcha consideran el certificado digital covid, necesario en Bélgica para acceder a bares, restaurantes y algunos eventos de ocio, "contrario a los derechos fundamentales y discriminatorio" y afirman que "el virus no está bajo control, pero la población sí".

La manifestación se desarrolló de forma pacífica hasta sus instantes finales, cuando en una de las calles aledañas a las sedes de las instituciones europeas se registraron lanzamientos de proyectiles y fuegos artificiales por parte de un grupo de manifestantes hacia la policía presente en la zona.

Las fuerzas de seguridad respondieron con cañones de agua y el uso de gases lacrimógenos. Posteriormente la Policía informó de veinte detenciones administrativas en el contexto de los disturbios finales, además de varios destrozos materiales en la zona.

Además, cuatro manifestantes y dos agentes de policía resultaron heridos y fueron trasladados al hospital.

Bélgica afronta este otoño tasas récord de incidencia acumulada desde el comienzo de la pandemia, con 2.127 casos por 100.000 habitantes a catorce días.

La manifestación de este domingo estuvo rodeada de elevadas precauciones y vigilancia después de que hace dos semanas una protesta similar aunque más numerosa, con 35.000 personas, dejase más de cuarenta detenidos, tres heridos y numerosos daños materiales.

Algunos señalan no estar en contra de las vacunas como tal, sino de la posible obligatoriedad de recibirla, un debate sobre el que todavía no se ha tomado ninguna decisión en Bélgica más allá de para el personal sanitario a partir de enero de 2022.