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Rusia y Ucrania redoblan su duelo de drones y misiles, y fraguan una nueva fase en la guerra

Kiev sufre el bombardeo ruso más intenso desde la primavera y el ejército ucraniano lanza su mayor ataque con drones contra territorio ruso desde que comenzó la contienda.

Residentes locales retiran escombros de edificios dañados por un ataque con misiles rusos en Tarasivka.
Residentes locales retiran escombros de edificios dañados por un ataque con misiles rusos en Tarasivka. Staff / Reuters

Rusia y Ucrania han intensificado su batida con misiles y drones sobre ciudades y contra infraestructuras militares, con algunos de los bombardeos más duros de los últimos meses. Aunque la lucha en el frente sigue incierta, los últimos pasos de los contendientes apuntan a que se está fraguando una nueva fase en la guerra de cara al otoño, tal y como ya ocurrió el año pasado.

Este miércoles, Rusia lanzó el mayor ataque con misiles y drones sobre Kiev desde la pasada primavera, con cerca de una veintena de estos aparatos derribados por las baterías ucranianas y un número indeterminado que alcanzaron sus blancos.

Por su parte, el ejército ucraniano envió una oleada de drones contra media docena de regiones rusas, en Pskov, Briansk, Kaluga, Orlov, Riazán y en la península de Crimea, en el mayor ataque con este tipo de armas y en territorio de la Federación Rusa desde que comenzó la invasión de Ucrania el 24 de febrero de 2022.

En Pskov, una ciudad rusa situada a más de 650 kilómetros de los límites con Ucrania y cercana a las fronteras de Letonia y Estonia, un ataque con una nube de drones dañó varios aviones de transporte militar Il-76, según indicaron los ucranianos. Otras incursiones de los drones de Ucrania tuvieron también como objetivos instalaciones militares en territorio de la Federación Rusa.

Ucrania quiere repetir los éxitos de hace un año

La intensificación de los bombardeos con drones ucranianos en suelo ruso, el intento de Kiev de alcanzar con sus tropas la costa del Mar Negro y la obcecación rusa con la región de Járkov parecen marcar esta nueva fase en la guerra. Los ucranianos quieren repetir los éxitos militares sobre Rusia de septiembre y octubre pasados.

Los rusos, por su parte, quieren quitarse esa espina y consolidar sus defensas de las regiones del Donbás ocupadas, mientras avanzan en dirección oeste, hacia Járkov, donde por estas fechas hace un año sufrieron una notable derrota.

Sin embargo, el avance de tropas en estos momentos es muy limitado para ambos ejércitos. Ambas partes reclaman pequeñas conquistas en el sur y nordeste del país, pero la línea del frente sigue prácticamente inamovible. Solo la captura hace unos días por el ejército ucraniano de la localidad de Robotyne, superada una primera línea de defensa rusa, podría dar a Kiev la oportunidad de avanzar hacia Melitopol y, así, tratar de alcanzar la costa del Mar Negro y partir en dos los territorios tomados por Rusia en la invasión.

Pero para ello es necesario que las fuerzas ucranianas rebasen la segunda y tercera líneas de defensa rusas, con su muro artillero y sus campos minados. En todo caso, el otoño está a la vuelta de la esquina y el ejército ucraniano quiere dar el impulso que el año pasado les permitió parar a los rusos en Járkov.

Esa primera gran contraofensiva ucraniana empezó el 6 de septiembre y concluyó el 2 de octubre de 2022, y permitió al ejército de Kiev recuperar cerca de medio millar de localidades, desde pequeñas ciudades como Lyman o Izium, hasta asentamientos rurales, y alejar a los rusos de la ciudad de Járkov, uno de los objetivos clave de Moscú en su invasión de Ucrania.

Se está preparando una fase decisiva de la guerra

En palabras del analista militar británico Sean Bell al canal Sky News, los bombardeos con drones por parte de los dos contrincantes son el eco de la intensificación de los combates en dos puntos del frente: el este de Zaporizhia, donde los ucranianos están haciendo algunos progresos, como en Robotyne, y el nordeste, donde los rusos han lanzado una ofensiva contra la ciudad de Kupiansk. La captura de esta localidad podría dejarles expedito el camino hacia Járkov.

"Todas estas acciones parecen mostrar que se está empezando a calentar el conflicto hacia una fase más decisiva", explica Bell. Los ataques contra instalaciones de la aviación militar y las líneas de suministro rusas apuntan, según el analista, a un intento de las fuerzas ucranianas de reducir la amenaza de los aviones de combate rusos, acción preparatoria para una ofensiva mayor que se estaría gestando ya en los cuartes ucranianos.

Uno de los objetivos ucranianos, además de destruir pistas de aterrizaje y depósitos de combustible para aviones, es interrumpir con los drones el tráfico aéreo militar ruso. El ataque contra Kiev de este miércoles muestra que los cazabombarderos rusos están teniendo un creciente papel en la guerra. Según el jefe de la administración militar de Kiev, Serhiy Popko, "la capital no había experimentado un ataque de tal fuerza desde la primavera", con un ataque combinado de drones y misiles.

Los rusos primero lanzaron los drones, golpeando la capital ucraniana desde diferentes direcciones. Después dispararon misiles que, según Popko, procedían de bombarderos estratégicos Tu-95. Este avión, reliquia de la Guerra Fría, pero aún con unas prestaciones óptimas, puede llevar hasta 15 toneladas de armamento y tiene una autonomía de 15.000 kilómetros.

La aviación será clave... si llega a tiempo

El Túpolev 95 está capacitado para portar armas nucleares. En la guerra civil siria, desde 2015, tuvo efectos devastadores. Ahora, la utilización, de momento quirúrgica y limitada, por parte de Rusia de este avión podría estar mandando el mensaje de que aún no ha empezado lo peor de la guerra de Ucrania.

Por eso, Ucrania sigue reclamando cazas de combate F-16 a sus aliados. Holanda y Dinamarca han prometido unos sesenta aviones de este tipo, pero aún no está claro cuándo estarán preparados los pilotos ucranianos que los manejarán ni cuándo llegarán los cazas a los cielos de Ucrania.

De momento, la contraofensiva ucraniana, sin demasiados logros, está siendo llevada a cabo en tierra, con artillería, con los carros de combate donados por los aliados europeos y norteamericanos, y con los sistemas de misiles que Kiev también quiere que sean de mayor alcance para golpear en la retaguardia rusa, pese a las dudas de los países, como Alemania, que poseen esos misiles.

Renuevan en Toledo el compromiso europeo con Ucrania

Para tranquilizar a Kiev, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, acaba de anunciar esta semana un nuevo paquete de asistencia militar a Ucrania, que incluye equipamiento para la limpieza de minas, misiles antiaéreos, además de munición de artillería y de armas ligeras.

Y por eso también, los ministros de Defensa y Exteriores de la Unión Europea han reiterado este miércoles en Toledo, en una reunión informal, su apoyo a Ucrania y han estudiado el plan propuesto en julio por el alto representante de la UE de Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell. Ese plan contempla la transferencia progresiva a Ucrania de 20.000 millones de euros, a razón de 5.000 millones anuales, para garantizar la asistencia militar a Kiev.

El plan Borrell cuenta para su aplicación con el llamado, de forma eufemística, Mecanismo Europeo para la Paz, que ha permitido entregar armas a Ucrania desde el principio de la guerra. En todo caso, el plan no será aprobado en este concilio informal de ministros. Habrá que esperar a octubre para su sanción en la reunión del Consejo Europeo.

Borrell ha llevado a la reunión de Toledo la cuestión de las garantías de seguridad que se han de otorgar a Ucrania, "en el largo plazo, no solo ahora en la guerra", y con un "apoyo financiero sostenible", ha reclamado. En este sentido, la ministra de Defensa española, Margarita Robles, ha pedido un mayor protagonismo de la industria de defensa europea para sostener el apoyo a Ucrania a largo plazo.

El jefe de la diplomacia europea ha anunciado también que se va a cumplir el programa de entrenamiento de 30.000 soldados ucranianos en 2023 y los ministros asistentes al foro han apostado por elevar ese contingente a 40.000 efectivos.

La guerra embarra el entusiasmo europeo

Sin embargo, el conflicto no parece que vaya a terminar mañana y la nueva fase de la guerra que podría arrancar en cualquier momento no señala en la dirección de la negociación. Y eso a pesar de que cada día aumentan más las dudas entre los aliados sobre las posibles salidas a un conflicto que promete enquistarse en el flanco oriental de Europa y en el que la derrota de Rusia tantas veces prometida por el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, o el propio Borrell no parece muy cercana.

Al contrario, los pronósticos militares (no de políticos como los reunidos en Toledo) apuntan a un encarnizamiento de la contienda. Lo dijo sin pelos en la lengua hace dos semanas el comandante en jefe del Estado Mayor estadounidense, general Mark Milley: la contraofensiva ucraniana va a ser "larga, sangrienta y lenta. Es una lucha muy, muy difícil".

Si a estos negros pronósticos se añaden las críticas crecientes en el Pentágono a la manera en que se está llevando a cabo el contraataque ucraniano, en tres puntos del frente y sin consolidar ninguno, todo indica que la nueva etapa de la guerra solo va a llenar de vanas esperanzas a los funcionarios de los 27 países de la UE, que tienen que justificar ante sus electorados el altísimo coste que la contienda está suponiendo para la Unión.

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