Sin sanidad durante la ocupación rusa en Donetsk y Jersón: minas en hospitales, ambulancias destruidas y saqueos
Los equipos de Médicos Sin fronteras denuncian la "destrucción masiva" de estructuras médicas y graves impedimentos a la asistencia sanitaria durante los meses que el Ejército ruso controló parte de las regiones.
Jairo Vargas Martín
Madrid-Actualizado a
"En 25 años de trabajo en zonas de guerra, quizá solo haya uno o dos casos en los que haya visto una devastación similar", asegura Christopher Stokes, coordinador de programas de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Ucrania. Mosul, en Iraq; o Grozni, en Chechenia, devastada ya por Vladimir Putin en los 90, son las ciudades que se le vienen a la cabeza para hacer una comparación. "A lo largo de los mil kilómetros de línea de frente en Ucrania, algunas zonas simplemente han sido borradas del mapa", asevera.
Entre la devastación no solo hay edificios residenciales, objetivos militares o infraestructura estratégica, sino también hospitales, centros de salud y gran cantidad de infraestructura sanitaria.
Así lo ha podido comprobar el amplio equipo de MSF que trabaja ahora en las zonas cercanas al frente y, tras la retirada rusas, en un buen número de pueblos y ciudades que estuvieron bajo la total ocupación del Ejército ruso durante meses. Testimonios de pacientes, de trabajadores sanitarios ucranianos y de sus propios cooperantes dan cuenta de una "destrucción masiva y generalizada de estructuras sanitarias" y de "graves impedimentos a la atención médica bajo la ocupación militar rusa".
Su denuncia se fundamenta en más de 11.000 consultas realizadas en 161 ciudades y pueblos de las regiones de Donetsk y Jersón en las que han podido trabajar una vez que el Ejército ucraniano las ha recuperado. Lo que ocurra al otro lado del frente es imposible de saber, ya que Rusia no le ha permitido operar en zonas bajo su control "a pesar de las peticiones" de la ONG.
"Las estructuras médicas y las farmacias que no fueron destruidas fueron saqueadas, y las fuerzas de ocupación no garantizaron el suministro de medicamentos", asegura MSF en su reporte, que enumera la destrucción de ambulancias, los ataques continuos a hospitales y el desabastecimiento casi total de medicinas para la población civil que no pudo huir de la invasión.
En el localidad de Drobysheve, un pueblo de Donetsk, no encontraron ni un solo edificio que pudiera resistir en pie para funcionar como clínica de emergencia. Ahora prestan atención médica en contenedores de carga. La situación es la misma en otros diez pueblos de Jersón y Donetsk.
Minas en hospitales activos
Además, los equipos de la ONG han encontrado incluso minas antipersona dentro de hospitales que seguían funcionando y que estuvieron bajo ocupación rusa en los oblasts de Jersón, Donetsk y en Izyum. Y también ha presenciado bombardeos a hospitales en zonas en disputa que se corresponden con uso de munición de racimo, prohibida en más de cien países por su escasa precisión y los incontables daños que generan entre la población civil incluso acabado el conflicto, porque gran parte de sus municiones queda sin detonar.
"Ver minas en estructuras médicas es espeluznante, un acto increíble de inhumanidad"
"Ver minas en estructuras médicas es espeluznante, un acto increíble de inhumanidad", lamenta Vincenzo Porpiglia, coordinador de proyectos de MSF en la región de Donetsk. Según él, el mensaje que lanzan las tropas rusas es claro: "Los hospitales no son un lugar seguro". Según Porpiglia, "hay zonas enteras que ya no tienen acceso a estas instalaciones". Y afecta sobre todo a personas mayores o con movilidad reducida, la gran mayoría con enfermedades crónicas que requieren medicación a diario.
Jersón, epicentro de la destricción
Entre las zonas más dañadas está Jérson. La región fue de las primeras en caer en manos rusas a finales de febrero de 2022. Fue recuperada parcialmente por las fuerzas ucranianas en su contraofensiva de noviembre. Allí, "89 estructuras médicas han sufrido daños que impiden su funcionamiento" y han dejado a más de 163.000 personas sin atención médica, según las autoridades regionales.
También ha sido constante la intimidación y la violencia contra los trabajadores sanitarios que seguían de servicio durante los meses en los que Jersón era de facto una región rusa.
Uno de los relatos que destaca MSF es el de un médico de la región de Micolaiv, fronteriza con Jersón, donde hubo duros enfrentamientos y zonas que cambiaban de control ruso a ucraniano en cuestión de semanas. "Los soldados rusos vinieron a mi casa a detenerme. Me llevaron al departamento administrativo, donde me interrogaron durante dos horas. Me dijeron que querían que el personal del hospital colaborara con ellos. Me golpearon. Me ordenaron que dejara de hablar ucraniano", relataba a la ONG.
Tras destrozar su garaje, robarle las llaves de su casa y darle una paliza, le obligaron a salir de la ciudad bajo amenaza de muerte. "Me sentaron en el coche y me siguieron en dirección a la zona gris (tierra de nadie). La carretera estaba llena de minas. Empecé a conducir, aterrorizado de morir en mi coche. Conseguí cruzar los campos hasta llegar a las fuerzas armadas ucranianas. Les mostré los cortes y moratones causados por las esposas en mis manos, y me ayudaron a cruzar a territorio controlado para llegar hasta mi familia", describía.
Otro médico de la región de Jersón describía el desabastecimiento total de productos sanitarios básicos durante la ocupación. "Cuando las tropas rusas entraron en nuestra ciudad, solo quedaban unos pocos médicos y personal sanitario en el hospital. No teníamos cirujanos. Todos los días traían al hospital heridos de metralla", relata. El material no duró mucho. Tuvieron que reutilizar sondas, usar botellas de plástico para recoger la orina de los heridos graves y los ancianos que acudían a por medicamentos para la diabetes o la hipertensión se tenían que marchar con las manos vacías.
"Tuve que ir a ver a los rusos y decirles que no teníamos nada con lo que tratar a la gente", afirma, pero por muchas listas que les entregó, apenas recibió material básico.
Según destaca la ONG, Rusia cerró en septiembre el único punto por el que podía trasladarse material medico esencial a territorios ocupados. Cuando pudieron llegar a las zonas liberadas, la mayoría de los pacientes atendidos confirmaron que habían pasado meses sin posibilidad de acudir al médico o sin tomar su tratamiento. Hablan de centros médicos saqueados y de recorridos de más de 50 kilómetros en pleno conflicto para poder tratarse dolencias graves como fracturas.
MSF hace un llamamiento a las partes para que cumplan sus obligaciones de proteger a la población las infraestructuras civiles y de permitir el suministro de material médico y medicamentos sin trabas, además de u acceso seguro a la ayuda humanitaria independiente.
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