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Los tambores de guerra vuelven a retumbar en el mundo

Nunca, desde 1953, el punto de mayor fricción de las tensiones entre EEUU y Rusia en la Guerra Fría, el planeta ha estado tan cerca de una conflagración mundial como ahora. La errática diplomacia de Trump, la afrenta de Corea del Norte, las ínfulas hegemónicas de Rusia o la reciente escalada militar de China explican la cacofonía de la retórica bélica actual.

El vicepresidente estadounidense, Mike Pence, dando la mano a un soldado de la Fuerza de Autodefensa de Japón. EFE

DIEGO HERRANZ

El año que viviremos peligrosamente. Si 2016 fue el tramo anual de las fake news y la postverdad, cuya primera señal de alerta fue el Brexit, y 2017 el año I de la Era Trump, segundo gran vestigio del neopopulismo conservador que triunfa en las urnas, 2018 tiene visos de convertirse, según los observadores internacionales, en la escenificación de nuevas y serias conflagraciones bélicas. Con riesgo muy elevado de que, además, ese previsible inicio de hostilidades desencadene las intervenciones activas de las grandes potencias globales. Con EEUU con especiales opciones de encender la mecha e involucrar a otros rivales con capacidad nuclear.

A tenor del Reloj del Apocalipsis, el panel de expertos en disciplinas que van desde el análisis de la geo-estrategia y la diplomacia mundial, hasta un amplio abanico de especialidades científicas, jamás se ha estado tan cerca del fin del mundo. Porque, a juicio de su publicación, el Boletín de Científicos Atómicos, que acoge a nada menos que 15 premios Nobel, el reloj, que mide el nivel de proximidad a una guerra nuclear, se adelantó hasta las 23:58 horas. A dos minutos de media noche, el punto que marca la destrucción del planeta. Después de adelantar la manilla treinta segundos más. Justo el mismo instante que en 1953, el momento en el que la Guerra Fría estuvo a punto de convertirse en Tercera Guerra Mundial.

Este instrumento de alerta, que evalúa cada año, el aumento o descenso de las amenazas bélicas, culpa de este salto temporal al retorno a la proliferación nuclear y a la verborrea retórica de una intervención militar atómica. Con Trump y el líder norcoreano, Kim Jong-un como principales actores. Aunque también incluyen entre los riesgos sistémicos las complejas relaciones de EEUU con Rusia y China y latitudes candentes del planeta como los conflictos de Siria o el palestino-israelí, Yemen o la elevada tensión geopolítica entre Arabia Saudí e Irán.

Corea del Norte e Irán, en el punto de mira

Pero no sólo simbólico Reloj de Apocalipsis ve el futuro inmediato tan lúgubre. El establishment estadounidense admite abiertamente esta hipótesis. El Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), un think tank de prestigio entre los analistas de Seguridad, que elabora un macro-sondeo entre 436 altos cargos del Ejecutivo americano y expertos diplomáticos sobre las amenazas prioritarias en el mundo, reconoce que “EEUU es hoy en día un actor impredecible, que causa una profunda inestabilidad”, en palabras de Paul Stares, director del Centro de Acción Preventiva del CFR. Y que esta errática, ambivalente y caprichosa estrategia exterior de la Administración Trump deja dos focos de contagio. En primer lugar, un conflicto armado entre EEUU y Corea del Norte, en el que se involucrarían los vecinos del régimen de Pyongyang. El segundo detonante tendría en el punto de mira a Irán e involucraría a los aliados saudíes, junto a Washington, y a Rusia y varias de las milicias proiraníes que operan en la región, del lado del régimen de los ayatolás.

El Reloj del Apocalipsis se ha adelantado 30 segundos este año, hasta las 23:58, el punto que marca la destrucción del planeta

Son sus “dos crisis más volátiles”, las dos “alertas rojas en estado de fermentación” más nítidas, explica Stares. El conflicto con Corea del Norte -dicen los expertos consultados-, que desplaza como primer riesgo a la guerra en Siria, “podría precipitar el uso de armas nucleares”. De hecho, el informe destaca la opinión de James Stavridis, almirante de la Navy retirado, que otorga entre un 20% y un 50% de opciones de que se desencadene una guerra convencional con el régimen de Pyonyang y un 10% de una conflagración con uso de material atómico si Jong-un detona el botón de su arsenal intercontinental desde Guam, el lugar más próximo al territorio de EEUU, lo que propiciaría una espiral bélica. O de John Brennan, director de la CIA con Barack Obama, para quien la actitud “incorregible de Trump” podría ocasionar que “EEUU iniciase, por primera vez en muchos años, las hostilidades”.

El caso iraní es igual de preocupante. El CFR precisa que el rechazo del presidente republicano al acuerdo firmado por Obama para frenar el programa nuclear de Teherán, presumiblemente, según cancillerías europeas y la Casa Blanca, en un estado próximo a la consecución del arma atómica, podría acabar con la frágil entente cordiale. A través de varios frentes. Si el avance en el plan nuclear iraní continúa; si se produce algún detonante en la peligrosa red de influencia de Irán en la zona (en Siria, en Irak, en Yemen, en Líbano o en las milicias que apoyan a los grupos armados palestinos) o ante un recrudecimiento de la dialéctica bélica con Riad. Cualquier paso en falso “tendrá consecuencias imprevisibles, aunque, a buen seguro, drásticas”.

Pero hay más. También revela escenarios de “alto impacto”. No descarta un atentado terrorista en suelo estadounidense, ni un ciberataque masivo contra infraestructuras estratégicas del país, ni un empeoramiento súbito de las relaciones con Rusia, a cuenta de las conexiones del equipo más cercano a Trump y, de forma cada vez más evidente, del propio presidente con el núcleo de poder de Vladimir Putin, pero también por el conflicto en Ucrania o las interferencias de Moscú en sus ex repúblicas bálticas y los Balcanes, que ha provocado el estado de alerta en la OTAN. O con Xi Jinping, sobre las posesiones de Pekín en el Mar de Sur de China, nada más obtener un sólido respaldo a su liderazgo dentro del país, como máximo dirigente del Partido Comunista de China, pero también fuera del gigante asiático, por su liderazgo global en asuntos como el libre comercio o el combate contra el cambio climático.

El ministro ruso de Defensa, Sergei Shoigu; el jefe del Estado Mayor ruso, Valery Gerasimov, y el presidente ruso, Vladimir Putin, escuchan al comandante de la Fuerza Aeroespacial rusa, Sergei Surovkin, durante una visita a una exposición militar durante

Vladimir Putin, con el comandante de la Fuerza Aeroespacial rusa, Sergei Surovkin, durante una conferencia sobre la operación especial en Siria. EFE

En este sentido, incorpora otros potenciales riesgos globales, más moderados. Un deterioro del conflicto en Afganistán, donde Trump ha trasladado un ambiguo mensaje de apoyo americano al país o un nuevo estallido de violencia en Siria auspiciado por Bashar el Assad. Asuntos que han desplazado de la lista de amenazas a Irak y a los combatientes del Estado Islámico (ISIS).

Alta, media y baja amenaza para EEUU

En la terna de asuntos con riesgo sobre los intereses de seguridad de EEUU, el CFR engloba tres bloques distintos. En función de si la amenaza sería alta, media o baja. Es decir, si obligaría a una intervención inmediata y directa de Washington. En el primero, cita una confrontación armada entre China y Japón por la soberanía de las Islas Senkaku-Diaoyu, en el mar oriental de Asia. Le seguirían una tormenta política o económica en Venezuela; un recrudecimiento del conflicto civil en Yemen que detonara las hostilidades entre Riad y Teherán o el retorno a la violencia en Myanmar. Y, en menor medida, el aumento del crimen organizado en México antes o después de las elecciones de este año; nuevas pérdidas de territorio del Ejército de Ucrania en beneficio de las fuerzas militares pro-rusas; intensificación de la violencia de grupos armados kurdos en territorios de Irak y Turquía; cualquier altercado de cierta gravedad en Cachemira entre India y Pakistán; el recrudecimiento del conflicto palestino o nuevas hostilidades de Hezbolá en Siria o en la frontera entre Líbano e Israel.

John Brennan, director de la CIA con Barack Obama, tilda de “incorregible y desconcertante” la diplomacia de Trump

De las potenciales conflagraciones de media repercusión para la Casa Blanca la práctica totalidad se sitúan en África. El principal, en la República Democrática del Congo, donde se han producido asesinatos de cascos azules de la ONU; en Zimbabue, por el retiro de Robert Mugabe del poder y la compleja sucesión del dictador tras 40 años como jefe del Estado y Libia, que está lejos de la estabilidad en la era post-Gadafi. Fuera del continente africano, cita a los Balcanes, donde las tensiones han reaparecido, en gran medida por la injerencia rusa, tras la cruenta década de los noventa.

Las prioridades de baja intensidad para EEUU en 2018 contienen treinta posibles conflictos. En ellos, destaca “las inestabilidades nacionalistas y separatistas”, entre las que menciona Cataluña o Córcega, en Europa. Además de presumibles ataques en la Península del Sinaí contra intereses de Egipto.

Aparte de las hostilidades con Corea del Norte e Irán, Robert Farley, experto en doctrina militar, señala otras cuatro latitudes bajo el yugo de un conflicto armado y que podrían desencadenar una guerra de escala mundial. El primero, Taiwán, del que resalta el reciente tono beligerante de líderes diplomáticos y militares chinos en defensa de una única China, así como los ejercicios navales y de tropas terrestres en los límites fronterizos con la isla. El segundo, Ucrania, donde la fragilidad de “sus alto el fuego no debería dejar sin vigilancia” las escaramuzas y ataques de las milicias oficiales y de los grupos pro-rusos, de igual forma que un hipotético colapso del débil Gobierno de Kiev puede precipitar la llegada al poder de movimientos de extrema derecha y “anticipar un fuego abierto” con Moscú; especialmente, en las provincias del Este del país. Tras ellos, el flanco sur de la OTAN, en el que focaliza a Turquía, cuyas relaciones con los países europeos y EEUU han sufrido un deterioro en toda regla en 2017. Además de haber adquirido material bélico ruso y de intervenir sin el visto bueno de los generales de la Alianza Atlántica en Siria, Irak, Irán, los Balcanes y el Cáucaso. En este espacio, Farley también dirige su atención hacia Nagorno-Karabaj y el conflicto kurdo. Sobre cuyos movimientos separatistas el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha intensificado su dialéctica beligerante. El cuarto y último escenario es el Golfo Pérsico. En su opinión, la opción de un conflicto armado entre Arabia Saudí e Irán es alta. E incluiría a Israel. Y Rusia, que desea restablecer su poder de influencia en la región.

Soldados de la Armada china forman en la cubierta de su destructor durante el Día Nacional de la Armada, en Binhai (Tianjin), este domingo 23 de abril. REUTERS

Soldados de la Armada china forman en la cubierta de su destructor durante el Día Nacional de la Armada, en Binhai (Tianjin), este domingo 23 de abril. REUTERS

En definitiva -escribe Farley- “el mundo es marcadamente más peligroso” en 2018. Sobre todo, “por la confusión diplomática de la Administración Trump, que se ha caracterizado en su primer año de mandato por añadir peligrosidad e incertidumbre a lo largo y ancho del planeta”. Sin desvelar “ni sus intenciones ni sus capacidades” militares para combatir o minimizar sus riesgos.

Otros factores que alientan el conflicto global

El detonador bélico, pues, está en el juego estratégico mundial. Pero el peligro se agudiza si se tiene en cuenta que la proliferación de botones rojos ha venido acompañada de un aumento de los arsenales atómicos. El Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) asegura que, al inicio de 2017, había 14.935 armas con la etiqueta nuclear. Y que las dos mayores potencias, EEUU y Rusia, con alrededor de 4.500 ojivas declaradas y activas (es decir, ensambladas a algún sistema de propulsión: bombas, misiles o torpedos), no son las únicas que han puesto fin a sus acuerdos de no proliferación.

Washington señala a China, Rusia y al régimen de Pyongyang como sus principales amenazas globales

Trump se ha comprometido a gastar 1,2 billones de dólares en el próximo lustro en modernizar la máquina militar americana. Mientras Vladimir Putin no ha interrumpido, ni siquiera durante la crisis, los incrementos presupuestarios en Defensa. Ahora es China la que, según acaba de publicar el diario oficial del Ejército de Liberación Popular, se ha enfrascado en un periodo de gastos para acomodar su “arsenal nuclear” a los de EEUU y Rusia. Aunque, eso sí, sin renunciar al principio “de no hacer uso inicial” de este armamento de disuasión. A pesar de que la nueva estrategia de Defensa de EEUU, que en un documento recientemente desclasificado pone en “revisión” la agenda estratégica militar estadounidense y señala a China, Rusia y Corea del Norte, por este orden, como las “principales amenazas” del país. Informe que ha servido al secretario de Defensa, Jim Mattis, para reclamar oficialmente al Congreso “unas fuerzas armadas más ágiles” y con “mayor capacidad tecnológica” para afrontar los desafíos inminentes.

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