Este artículo se publicó hace 4 años.
Vandalización de estatuasLa "guerra de las estatuas" en Hungría que sacó a la luz el Black Lives Matter
Un atentado contra el busto del Almirante Horthy, jefe de estado húngaro entre 1920 y 1944 y aliado de la Alemania nazi, señala las contradicciones de la Plaza de la Libertad de la capital de Hungría, donde conviven monumento soviéticos con memoriales del Holocausto y hasta una estatua de Ronald Reagan.
José A. Cano
Budapest-
En mitad de las protestas por el #BlackLivesMatters en todo el mundo, con estatuas de Colón, Churchill o el mismísimo Cervantes siendo vandalizadas, un pequeño "atentado" contra un busto casi anónimo en Budapest ha sacado a la luz las contradicciones de la Hungría de Orbán. El "atacado", cubierto por pintura roja, era el Almirante Miklós Horthy, jefe de Estado húngaro entre 1920 y 1944, aliado formal de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial y símbolo nacionalista. Y lo que llama la atención, más que su presencia en la plaza de la Libertad, es que en menos de 500 metros comparte espacio con un Memorial de las víctimas de la ocupación nazi, un monumento soviético y una estatua de Ronald Reagan.
De hecho, basta pasear por la plaza de la Libertad para comprobar el poco consenso que genera la figura de Horthy: a menos de 200 metros, el Memorial por los caídos en la ocupación nazi, inaugurado en 2014, tiene instalado justo enfrente y "estropeando la foto" un contra-memorial que acusa al exlíder de cómplice de genocidio. La Asociación por la Plaza de la Libertad, integrada en parte por familiares de víctimas del Holocausto, custodia desde hace 10 años una instalación que acusa al gobierno de Víktor Orbán de "blanquear" la participación de su país en la Segunda Guerra Mundial y "alterar la historia".
El Memorial oficial, inaugurado por Orbán antes de las elecciones de 2014, que acabaría ganando por mayoría, representa a Hungría en la figura de un ángel atacado por el águila alemana. Gábor Sebő, portavoz de los memorialistas y que un par de veces por semana se instala junto al ‘contra-monumento’ y explica su significado a los turistas –ahora escasos por la pandemia– explica que "se trata de un mensaje puramente populista y nacionalista que es una falta de respeto a las víctimas húngaras del Holocausto".
Nos atiende, de hecho, mientras prepara la celebración en esa misma plaza de un acto en homenaje a los 400.000 judíos húngaros muertos durante la guerra. En la instalación contra el Memorial, una serie de carteles y fotos del Holocausto unidas prácticamente por un cordel colocadas justo ante el "ángel húngaro", se explica, en más de 10 idiomas, la historia de las deportaciones desde la Hungría de Horthy a los campos de concentración en Alemania y Polonia. Los voluntarios rebuscan la copia en español para que nos llevemos una mientras insisten en no ver "ni bien ni mal" el bote de pintura sobre Horthy de una activista desconocida.
Sebő lamenta que se pretenda presentar a militar como "un simple líder autoritario o nacionalista" o incluso "un héroe nacional". Lo cierto es que su figura genera poco consenso a un siglo de su proclamación como Regente de Hungría al poco de terminar la Primera Guerra Mundial. Antes de que la pintura se hubiese acabado de limpiar, el partido de extrema derecha Mi Hazánk (Nuestra Patria) pedía para el busto del antiguo líder la misma protección de la que goza la Gran Sinagoga de Budapest y denunciando el "terrorismo" del movimiento Black Lives Matter.
Es una batalla que también tiene que ver con la disputa del espacio electoral a la derecha del Fidesz, el partido de Víktor Orbán. A pesar de ser considerado extrema derecha más allá de las fronteras de su país, el primer ministro húngaro tiene competidores que lo superan en nacionalismo. Para empezar, el partido Jobbik (Movimiento por una Hungría Mejor) que, entre otras cosas, reivindica que el país recupere las fronteras previas a la Primera Guerra Mundial –Eslovaquia y partes de Rumanía y las actuales Croacia y Serbia-, y el mencionado Mi Hazánk. Jobbik es el segundo partido en votos y escaños desde 2018 y ha seguido una senda de relativa moderación, llegando a aliarse con el centro y la izquierda en algunas ciudades en las municipales de 2019, entre otras en la misma capital, Budapest.
Los defensores de la figura de Horthy alegan que la verdadera colaboración con los nazis no se produce hasta marzo de 1944, cuando Hungría intenta negociar una paz separada con los aliados y para impedirlo Alemania invade el país. Aunque en ese momento Horthy sigue siendo formalmente jefe del Estado, el país lo controlaba el Partido de la Cruz Flechada, de ideología nazi y que había sido prohibido en 1940. Por tanto, no cabría responsabilizar de las deportaciones al líder húngaro, que solo intentaba recuperar las pérdidas territoriales de la anterior Guerra Mundial.
Otros historiadores alegan que el régimen de Horthy ya era similar al de la Italia fascista de Mussolini –aunque en realidad comenzó dos años antes- y que las primeras leyes húngaras contra los judíos son anteriores a 1944. Lo cierto es que tras la contiendo no fue encontrado culpable de crímenes de guerra por los tribunales de desnazificación y se le permitió exiliarse de la Hungría comunista a la Portugal de Salazar. Murió en Estoril en 1957.
Es tan poco probable que la estatua de Horthy reciba protección como que sea retirada, ya que se encuentra en un recinto privado. Aunque en un patio y expuesto hacia la calle, el busto pertenece a una sede de la Iglesia Reformada de Hungría, rama de la iglesia calvinista a la que pertenecen alrededor de un 17% de los húngaros, de marcado carácter conservador y cercana al mencionado partido Jobbik.
Para completar el cuadro de la Plaza de la Libertad, además del almirante aliado de Hitler y los dos memoriales a los caídos en la guerra que se contradicen, caminando unos metros se puede encontrar un monumento soviético que homenajea a los soldados rusos caídos en la liberación de Budapest en 1955. Este monolito se encuentra, para más inri, rodeado: tiene enfrente la actual embajada de los EEUU y, justo detrás, de camino hacia el parlamento, una estatua del mismísimo Ronald Reagan a tamaño natural, como homenaje de la Hungría post-comunista al apoyo estadounidense durante la Guerra Fría.
Sebő nos comenta que este batiburrillo no es nada raro. "No quitaron el monumento a los soldados soviéticos porque lucharon contra los nazis y la gente habría protestado, aunque para muchos simbolice los 40 años de dictadura comunista. La Historia da igual. Orbán es cada vez más nacionalista porque le conviene electoralmente, pero en realidad no le importa, solo quiere seguir gobernando. Lo que nos gustaría a nosotros es que en la plaza de la Libertad no hubiese ningún monumento, ni siquiera el nuestro. Mejor ninguna estatua que muchas que mienten, aunque cada una diga una mentira diferente".
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