Este artículo se publicó hace 2 años.
Los votantes de Mélenchon son clave para desbancar a la ultraderecha en Francia
En la primera vuelta de las elecciones en Francia vencieron Emmanuel Macron y Marine Le Pen. Jean-Luc Mélenchon ha conseguido el 21,6% de los votos, convirtiéndose en la tercera fuerza más votada del país.
Eduardo Febbro (Página 12)
París-
La primera vuelta de las elecciones francesas del domingo nos ha dejado resultados muy ajustados y sorprendentes. Encabeza la lista el actual presidente de la República, Emmanuel Macron, líder del Partido La République En Marche! con 9,7 millones de votantes. Le sigue de cerca la ultraderechista, Marine Le Pen, con el 23,1% de los votos. Y, ante sorpresa de todos, el tercer líder más votado es el dirigente de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon con 7,7 millones de votos. A pesar de haberse quedado fuera de la segunda vuelta, los candidatos Valérie Pécresse, Anne Hidalgo, Yannick Yadot, Fabien Roussely y el propio Mélenchon han pedido a sus votantes que apoyen a Macron. Tan solo Éric Zemmour y Nicolas Dupont-Aignac apuestan por Le Pen.
Lo de Mélenchon se resume en una breve fórmula: ganar perdiendo. Esta es una de las grandes lecciones que la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas de este domingo nos ha dejado. Los dos finalistas se baten duelo desde hace años, Emmanuel Macron y Marine Le Pen. Pero el tercero es el ganador más inesperado: Jean-Luc Mélenchon. Con un 21,6% de los votos, Mélenchon rozó la segunda vuelta. Y aunque no esté presente como candidato, será decisivo para evitar la victoria de la ultraderecha.
Contrariamente a Marine Le Pen, la reserva de votos de Macron es más limitada. El macronismo absorbió a los socialistas (1,7%) y destruyó a la derecha de gobierno de Los Republicanos (4,7%), por lo que ya no le quedan más lugares donde rascar. La clave está entre los votantes de la Unión Popular de Mélenchon. El jefe del Estado ahora se ve obligado a movilizar y atraer a la izquierda sin renunciar a su programa liberal, al mismo tiempo que apacigua el resentimiento entre los chalecos amarillos. A diferencia de lo ocurrido en 2017, la ecuación de esta segunda vuelta es más compleja para el jefe del Estado, e incluso para Le Pen, puesto que también necesita los votos de Mélenchon.
El artificio histórico de la ultraderecha francesa
Le Pen y su ultraderecha han llevado a cabo un auténtico trabajo de colonización de la sociedad y del pensamiento político. Macron no se enfrenta únicamente a una candidata, sino a toda una dinastía. No es sólo Marine o un partido, sino una familia entera que desde hace veinte años mueve los hilos de los debates políticos y asusta a los candidatos. Jean-Marie Le Pen, su padre, pasó a la segunda vuelta en las elecciones de 2002 y dejó a la izquierda en el camino.
Por su parte, la hija ha conseguido pasar ya dos segundas vueltas, superando a a los socialistas y la derecha de gobierno, en 2017 y 2022 respectivamente. Marion Maréchal Le Pen, la nieta de Jean Marie, electa diputada en 2012 con apenas 22 años, es la candidata más joven de la historia francesa. Este año, en pleno auge de Eric Zemmour, abandonó el partido fundado por su abuelo y se alistó al partido de extrema derecha, Reconquista de Zemmour. La democracia francesa está confrontada a un imperio ideológico familiar que desde principios del Siglo XXI, privó a la izquierda de tres segundas vueltas y a la derecha de dos.
En 20 años, el antaño Frente Nacional y actual Reagrupación Nacional se presentó tres veces en la disputa final. Ya nadie puede decir que "no sabía", que el auge de la extrema derecha es un "fenómeno temporal". Así lo vienen advirtiendo desde los años 80 y así se demostró el domingo en la democracia francesa. Entre 2002 y 2022, la ultraderecha familiar de los Le Pen disputó tantos duelos finales como la derecha.
¿Y ahora qué...?
Lo que sucederá en la segunda vuelta será un duplicado de lo acontecido en las de 2017, pero con ingredientes más inestables para Macron y más sólidos para Le Pen. En 2002, Jean-Marie Le Pen y las extremas derechas periféricas, recogían el 19% de los votos totales. En 2017 subió a 26% y hoy llega al 32% si se suman los votos de Zemmour y el otro extremista, Nicolas Dupont-Aignan. Hace cinco años, Macron le ganó a Le Pen con 66,10%, pero ahora no está claro. En 2022 ninguna consultora anticipaba distancias tan enormes; a lo sumo, diferencias de entre tres y seis puntos. El presidente francés está ante su mayor reto, y para poder poner de manifiesto su promesa como "dique" liberal contra los extremismos, la saga Le Pen continúa.
Si bien es cierto, la extrema derecha xenófoba y antidemocrática con la que el país cuenta representa los valores contrarios de Francia. Pero es una realidad que cada vez cuenta con más adeptos y supone una amenaza palpable al liberalismo parlamentario. En estas dos semanas, a Macron le espera un largo camino: conseguir una mayoría presidencial con los votos de los agricultores y de la derecha liberal que él mismo desarticuló. Por tanto, lo único que le queda es conseguir que la izquierda de Mélenchon, sobre todo los electores que provienen de otros horizontes progresistas, le voten.
De hecho, Macron y Le Pen encaran la misma paradoja: el mandatario liberal necesita de los votantes de Mélenchon, igual que la ultranacionalista. Sin esos votos, para uno u otro, no hay mayoría presidencial. La candidata de la ultraderecha sacó este domingo 440 mil votos más que en 2017; sin embargo, entre las dos vueltas perdió un aliado indirecto de la causa: el ultraderechista Zemmour. Este sirvió a la estrategia de Le Pen por representar su antítesis: el hombre encendido y grosero contra la "nueva" Marine.
La corrida hacia la izquierda empezó este mismo lunes 11 de abril. El lepenismo ya ha reorientado su campaña para que aparezca como la candidata del "trabajo y la justicia social". Macron, en su primer desplazamiento, volvió sobre su más polémico y explosivo proyecto; la reforma del sistema de jubilaciones. Lo presentó en 2019, lo que provocó una oleada de huelgas y manifestaciones. Por lo tanto, se vio obligado a retirarlo a principios del 2020 , para que más tarde lo volviese a plantear hace unas semanas cuando expuso su plataforma electoral y la nueva fórmula de la jubilación a los 65 años. Este lunes dijo que estaba dispuesto a "discutir sobre el ritmo" de la reforma e incluso a realizar un "referendo".
La ultraderecha y el liberalismo corren ahora detrás de esa izquierda, a la que nunca tomaron en serio. La arquitectura política es una ruina, y no solamente electoral sino también económica. Con la la ley electoral francesa sólo se devuelve a los candidatos lo que gastaron en la campaña si sacan un mínimo del 5% de los votos. Los republicanos, ecologistas, socialistas y comunistas no llegan a ese porcentaje. La candidata de derechas Valérie Pécresse y el ecologista Yannick Jadot, pidieron la contribución de los electores para salir del abismo financiero.
"Una nueva página del combate se abre. Aquí está la fuerza", dijo Mélenchon después de que se conocieran los resultados. Le faltó muy poco para atravesar la mítica frontera de la confrontación política final. Si se retira, como se sospecha, habrá dejado una Unión Popular bien posicionada, digna y con perspectivas que hace dos semanas no existían. Ganó un futuro perdiendo parte del presente.
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