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El voto electrónico en Brasil, un sistema veterano, robusto y confiable

Pese a las recurrentes quejas 'conspiranoicas' del candidato ultraderechista a la Presidencia de Brasil Jair Bolsonaro, el sistema de votación del país más grande de Sudamérica no ha registrado fraudes desde su implantación en 1996.

Imagen de una urna electoral brasileña.
Imagen de una urna electoral brasileña. TSE. Gobierno de Brasil.

Por mucho que el actual presidente de Brasil y candidato ultraderechista Jair Bolsonaro se queje y mienta una y otra vez (y enfrentado al mismísimo Tribunal Supremo), el sistema de voto electrónico del país es uno de los más íntegros, garantistas y seguros que existen.

Cuestionar los resultados electorales antes, durante y después del escrutinio es casi un clásico entre los dirigentes extremistas. Sin embargo, Brasil presume de ser un referente internacional en el desarrollo de las urnas electrónicas. La papeleta es inexistente desde hace dos décadas.

El sistema electoral brasileño es simple y robusto. Manipular los resultados es prácticamente imposible. Y el recuento va rapidísimo, en un gigantesco país con 156 millones de votantes. ¿Cómo funciona? ¿Por qué se implantó hace tantos años? ¿Por qué es tan efectivo?

Urnas electrónicas

Una de las claves del éxito del voto electrónico en Brasil son las urnas electrónicas, en las cuales el votante se identifica, introduce unas cifras en un teclado, aparece la cara del candidato a elegir y se pulsa un botón verde para confirmar el voto. Estas urnas no pueden ser más sencillas, funcionan únicamente enchufadas a la red eléctrica -no están conectadas a red de datos alguna- y, en caso de apagón o de trasladarlas a lugares remotos sin luz, cuentan con una batería de emergencia propia.

Su tecnología está permanentemente puesta a prueba. Según contaba El País hace días, poco antes de cada comicio se reúnen 15 instituciones nacionales, desde la Policía Federal y la Fiscalía hasta los propios partidos políticos, para revisar hasta el último carácter de su código fuente. Incluso periódicamente se invita a los ciudadanos (especialmente a los hackers) a ejecutar ataques contra el sistema, lo que hace que esté permanentemente actualizado.

Detalle de una urna electrónica en Brasil.
Detalle de una urna electrónica en Brasil con identificador biométrico: la huella del elector. TSE. Gobierno de Brasil

La Agencia Brasil informaba hace un mes sobre la obligatoria ceremonia de firma digital y sellado de los sistemas digitales, que finaliza con la firma —digital, claro— del presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), el magistrado Alexandre de Morales, y otras autoridades, y en el que dan el visto bueno al software de estas elecciones. En otra ceremonia se sellan cada una de las máquinas antes de enviarlas por todo el país.

Las urnas no están conectadas a internet excepto en las zonas remotas, en las que de forma excepcional transmiten los resultados vía satélite. Y para el recuento de los votos, cada urna tiene una tarjeta de memoria que se traslada a las oficinas locales correspondientes, desde donde se transmite a la capital (Brasilia) la información a través de una red propia y gubernamental, independiente de internet. No hay, por tanto, ni conteo manual ni papeletas. Tampoco Internet.

El Tribunal Superior Electoral

El organismo encargado de garantizar la integridad de las elecciones es también el que da acceso al sistema tanto a los diferentes partidos como a las autoridades electorales, periodistas e incluso a las fuerzas de seguridad y el propio Ejército.

Semanas antes de la votación, las máquinas están a disposición de dichas entidades, que incluso pueden desmontarlas pieza a pieza y comprobar su software. Todo esto se realiza en aras de una mayor transparencia y para aumentar la fiabilidad del sistema.

Hay tanta confianza en el sistema que el año pasado todos los jueces que presidieron el Tribunal Superior Electoral desde 1988 —17 en total— garantizaron por escrito la transparencia de las urnas electrónicas usadas en el país, informó en su momento EFE.

De esa forma respondían a Bolsonaro sobre la transparencia de las urnas electrónicas y a su insistencia en que el país retome el sistema de votos en papeletas o, al menos, que sean capaces de emitir una impresión en papel de cada voto, para poder auditar los resultados o realizar un recuento posterior, informa en un amplio y completo reportaje la revista brasileña especializada en tecnología Pesquisa FAPESP.

Un sistema integrador

Tal y como evoca un reciente reportaje de AFP publicado por France 24, el sistema comienza a implantarse a mediados de los años 90 como una manera sencilla de votar para una población con una tasa de analfabetismo del 14%. En cada comicio anterior el recuento de votos en papeletas era muy lento y problemático, ya que muchos votos quedaban nulos.

"Siempre había problemas, algunas papeletas eran ilegibles, los votantes tachaban fuera de la casilla (...) Y eso anulaba el voto", explicó al citado medio Henrique Neves da Silva, ex magistrado del Tribunal Superior Electoral (TSE). También "había muchos fraudes: papeletas en blanco eran rellenadas durante el escrutinio" agregó.

Posteriormente a cada escrutinio, cualquier interesado puede verificar públicamente la integridad de los sistemas usados tanto para transmitir las actas como para el recuento. Es decir, el sistema no puede ser más transparente.

El proceso de voto es, por tanto, sencillo, robusto y cerrado: primero se identifica al elector (mediante una tarjeta electoral o, en algunos casos, usando biometría); luego éste emite el voto, o sea, teclea unas cifras dadas, aparece en la pantalla la foto del candidato elegido y se pulsa un botón verde de confirmación; cuando cierran los colegios, las máquinas realizan su propio escrutinio; y finalmente, hay que recoger de cada ‘urna electrónica’ una tarjeta de memoria con esos datos para enviarlos, por una red gubernamental propia e independiente de internet, a la capital.

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