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Zapatero plantea eliminar los paraísos fiscales

Zapatero propone instaurar 'nuevos derechos de ciudadanía ante el sistema financiero' y cree que ahora las expectativas de recuperación 'son mucho mayores'.

ANA PARDO DE VERA

'Se ha puesto orden donde había desorden y seguridad donde no la había', sentenció en rueda de prensa un satisfecho presidente del Gobierno tras concluir el plenario de menos de cuatro horas –terminó antes de lo previsto–, que en opinión de José Luis Rodríguez Zapatero ha servido para incrementar las expectativas de resolver la crisis financiera y económica mundial.

Zapatero presentó en el cónclave su propuesta de que los países se coordinen para ejecutar medidas fiscales globales que no supongan únicamente rebajas de impuestos, sino también ayudas a familias y empresas. Además, pidió que la reforma de los mercados financieros se realice garantizando 'el orden y la seguridad', no para sustituirlos, sino para dotarlos de 'mayor transparencia'. Además, rechazó de plano un proteccionismo que en modo alguno sería positivo, razonó.

 

Al hablar de las necesarias reformas de los mercados financieros, el presidente español se pronunció claramente contra los paraísos fiscales, 'que tienen que desaparecer', y abogó por incrementar la transparencia en todas las operaciones.

En línea con su afán por extender derechos, Zapatero propuso introducir una 'carta de nuevos derechos de ciudadanía ante el sistema financiero, que tienen que ver con la transparencia y con la información'. El objetivo de esa transparencia 'no es dar tranquilidad a los inversores, sino que se tiene que plantear a favor de los ciudadanos', explicó el presidente español. 

En general, el ambiente era optimista entre los líderes del G-20 más España y Holanda, los asistentes a la cumbre. Pero, además, José Luis Rodríguez Zapatero, en su primera visita a la Casa Blanca, sumaba a la decisión mostrada por todos los jefes de Estado y de Gobierno de coordinarse para sacar al mundo de la debacle actual, el papel de una España que mostraba sus cartas para continuar en los foros posteriores y, a la vista de las reacciones, ganaba la partida.

Aun así, jefe del Ejecutivo se mostró muy prudente y a las declaraciones del presidente de Francia y de turno de la UE asegurando la presencia de España en posteriores reuniones del G-20 -que pasaría a cambiar su designación-, Zapatero sólo contestó, muy sonriente: 'Yo siempre me fío del señor Sarkozy', al tiempo que agradecía la apuesta de éste por dar a España el lugar que se merece, por su posición en el ranking financiero mundial, por sus aportaciones a la cita y por el trabajo que emprenderá a partir de ahora 'en el marco de la UE

 

A pesar del apoyo de Brasil, que pidió la integración de España y Holanda en un potencial G-22, y de Francia, Zapatero se mostró muy cauto y no quiso confirmar su presencia en la próxima reunión de los líderes económicos mundiales , durante la presidencia británica del G-20 y que podría tener lugar en Londres entre marzo y abril, con Barack Obama ya en la Casa Blanca.

Sin embargo, sí reivindicó la necesidad de nuestro país esté allí, con las grandes potencias y los países emergentes, porque 'España tiene ganas de trabajar y aportar soluciones'. El presidente prefirió apelar al corto plazo y a la labor que aguarda al Gobierno, siempre en coordinación con sus colegas de la Unión Europea, antes del Consejo Europeo del mes de diciembre en Bruselas que aprobará una plan de acción en el que trabajarán los Veintisiete el 26 de este mes, un día antes de que Zapatero comparezca en el Congreso para explicar la política económica actual del Ejecutivo frente a la crisis y los resultados de la cumbre de Washington.

El presidente del Gobierno fue recibido el viernes por un George W. Bush en retirada que no ha querido tenerle en la Casa Blanca durante estos cinco años. Zapatero, que se mostró consciente de estas diferencias, agradeció, sin embargo, la 'cortesía' que el anfitrión exhibió en todo momento y que incluyó el ya típico español “Hola, ¿cómo estás, amigo?” del mandatario estadounidense, un largo apretón de manos y una amplia sonrisa de ambos. Más a modo de despedida que de recibimiento.

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