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Betanzos, el Ohio gallego. La villa que clava los resultados electorales en España

En la capital de una antigua provincia del Reino de Galicia se esconde el secreto demoscópico de la victoria electoral en las elecciones gallegas y estatales. ¿Es Betanzos, como diría Ayuso, España dentro de España, Galicia dentro de Galicia?

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GAD3, Centro de Investigacions Sociológicas (CIS), Sigma2, Sondaxe, Tezanos, Michavila. Siglas, nombres y apellidos que, junto con los marcos, los eslóganes y las estrategias que las fuerzas políticas fueron trazando a lo largo de la última carrera hacia La Moncloa, se convirtieron en protagonistas de pleno derecho de la campaña electoral del 23J.

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Sabido es que las encuestas juegan un rol electoral a la hora de laminar las intenciones de voto, de espolear o desincentivar la participación o de “cocinar” las perspectivas de las propias formaciones.

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Sin embargo, en esta ocasión, la presunta utilización perversa de la estadística quedó en evidencia con las disculpas que muchas consultoras especializadas en estudios de mercado y demoscopia tuvieron que concederle a José Félix Tezanos, presidente del ente público e impulsor del estudio que más se acercó a los resultados finales.

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Una precisión que, en su momento, había sido tildada de interesada por algunas de las voces que, en la misma noche electoral, comprobaron erradas las previsiones que habían construido sobre sondeos de carácter privado.

Más fácil y económico habría sido, para todos los actores encargados de medir el comportamiento del tablero electoral, centrar la muestra en un único territorio: una villa de cerca de 13.000 vecinos que esconde la particularidad de servir como espejo, desde las primeras elecciones democráticas de 1977, de los resultados de los comicios generales. Desde 1997 es también el espejo de Galicia, y acierta igualmente en los comicios autonómicos.

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Betanzos, corazón de la comarca de As Marinas coruñesas, volvió a hacer gala del don de la providencia en esta última visita a las urnas, en la que su electorado demostró que sigue siendo el censo que más se parece a Galicia.

Betanzos dio un 44,8% de los sufragios al PP, que en Galicia obtuvo el 43,54%; el PSOE recibió el 29,09%, es decir solo un 0,75% menos que en todo el país; el BNG logró un 9,45% en la villa, sólo cuatro centésimas menos que el 9,49% que el frente nacionalista obtuvo de media en las cuatro circunscripciones gallegas; y la coalición Sumar, por último, se llevó el 10,97% de los votos betanceiros por el 10,95% del total de los que tuvo en Galicia.

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La villa se consolida como la muestra perfecta de la población gallega. Y, aún con el paso de los años y las transformaciones de la población, sigue acertando.

“Absolutamente todas las elecciones que tuvieron lugar en España desde el año 77 hasta ahora tienen un índice de correlación entre el resultado final y el votado en Betanzos muy muy alto, por encima del 0,90” desgrana Carmen Nudillo, periodista e investigadora gallega que lleva años siguiendo los pasos de las tendencias electorales en la villa para construir una tesis de doctorado que está a punto de ver la luz y que acredita, con datos, el carácter mágico del municipio.

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“Todas las elecciones en España desde el año 77 tienen un índice de correlación entre el resultado final y el votado en Betanzos muy, muy alto”

“Desde las elecciones del 1977 han pasado 46 años, y ya se acerca a la unidad. El fenómeno sigue repitiéndose sin fallo. Si la semana anterior a las elecciones alguien hubiera hecho una encuesta cogiendo como muestra Betanzos, es posible que se acercara mucho al resultado final”, añade Nudillo.

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Antes de su tesis, la investigadora ya había ofrecido un entremés en forma de libro, Betanzos magic town, escrito a cuatro manos con Salvador Naya y que en 2013 demostraba que la Ciudad de los Caballeros también servía como espejo de los resultados electorales a nivel autonómico. En la literatura electoral, la villa es más que una ciudad mágica: es una ciudad matemáticamente perfecta.

En la tesis que está elaborando la periodista gallega sobre el “test de Betanzos” como medidor electoral, utiliza, entre otros instrumentos estadísticos, el Índice de Correlación de Pearson (ICP) y el de Error Relativo (ER). Excluye del método, sin embargo, los comicios municipales, dada la arbitrariedad que introducen elementos como el carácter personalista de la política local.

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Los orígenes del fenómeno, o, más bien, de su descubrimiento, hay que buscarlos en aquella democracia naciente de 1982, cuando Alfonso Guerra predijo la demoledora mayoría absoluta del PSOE de Felipe González, traducida en 202 escaños, antes de que el Gobierno de la UCD hiciera públicos los resultados.

“Los socialistas implementaron la fórmula de las ‘mesas testigo’. Tenían localizadas determinadas mesas en toda España que daban resultados muy próximos a la realidad. Una de ellas era Betanzos, que daba la proximidad más alta”, continúa Nudillo.

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El análisis comparativo de las elecciones de 1977, 1979 y 1982 permite constatar que el grado de correlación de Betanzos era el más elevado y el que más se aproximaba al conjunto del Estado.

Un método de anticipación que no pasó desapercibido para Manuel Fraga, artífice del término “test de Betanzos”, desde entonces una herramienta útil en la política gallega que el propio expresidente de la Xunta solía emplear para adelantar los resultados finales.

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Fruto del interés del fundador de Alianza Popular por el método, su utilidad se desligó poco a poco de la esfera estatal para finalizar adscrita al contexto gallego, en el que, sin embargo, no siempre operó con la misma solvencia que a nivel español.

Fraga fue el artífice del término “test de Betanzos”, desde entonces una herramienta útil en la política gallega para adelantar los resultados electorales

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Basta con analizar el comportamiento electoral en las elecciones al Parlamento Gallego de 1981, en las que lo votado en Betanzos no refleja con tanta precisión el resultado global de las autonómicas, como sí haría, en adelante, en los comicios posteriores a 1997.

“No es que tuvieran una correlación especialmente baja hasta ese momento, pero nunca se había aproximado. A partir de 1997, comenzó a calcar también el resultado de las elecciones autonómicas con una certeza pasmosa”, continúa Carmen Cotelo.

¿Qué pasó aquel año? Tras los comicios autonómicos de 1981 y 1983, Manuel Fraga presentará su candidatura a la Xunta de Galicia en 1989. Curiosamente, aunque hasta ese momento Betanzos siempre había premiado al líder de AP en las generales con un plus de votos extra, no lo hizo en aquellas autonómicas que le brindaron su primera mayoría absoluta.

La convocatoria posterior, en 1993, trajo otra particularidad: el candidato socialista que quiso disputarle la presidencia de la Xunta a Fraga era un betanceiro, Antolín Sánchez Presedo, que había sido el alcalde más joven de la localidad. Un elemento que comprometió la correlación. “A partir de 1997 ya comienza a subir y a calcar a Galicia como nada, pero ojo, sin dejar de calcar España”, advierte la periodista gallega.

Las encuestas, en esta ocasión, que anticipaban una victoria avasalladora del bloque conservador, erraron el tiro, pero, como bien recuerda la investigadora, tampoco ha sido la primera vez.

“Cuando veía estas encuestas durante la campaña pensaba en las elecciones de 1993, cuando se dio una situación muy parecida: habían aparecido tres o cuatro sondeos martillando con que iba a arrasar el Partido Popular. Llegó el momento de las elecciones y resultó que no fue así. Hay que pensar que los datos que se publican también juegan dentro de la campaña electoral. Hemos aprendido poco desde entonces”, reflexiona Nudillo.

La pregunta que hay que hacerse es clara: con las transformaciones sociales experimentadas en el cerca de medio siglo que separa las primeras elecciones democráticas de los últimos comicios, ¿cuál es la receta que justifica la magia betanceira?

Carmen Cotelo invita a analizar, en primer lugar, la composición de la población de la villa, muy parecida a la de Galicia, así como su pirámide de población. Una ciudad ni rural ni urbana, con industria y con comercio, que comparte patrones con la media gallega a nivel socioeconómico y sociodemográfico. Pero no son estos los únicos elementos que justifican tal grado de equivalencia. “Estoy segura de que hay villas que, teniendo una composición muy similar, no dan esa correlación tan alta”, reflexiona la autora.

Los electorados, las sociedades o las poblaciones, en Betanzos, en Galicia y en el mundo, son seres vivos y cambiantes, pero estas transformaciones pueden discurrir en paralelo, en el caso del municipio de As Mariñas, a la evolución de las sociedades española y gallega.

“Betanzos es una villa cosmopolita de siempre, un cruce de caminos que tenía comercio, actividad portuaria, clase ilustrada, mundo rural...”

“No son iguales los electorados de España y Galicia, son elecciones distintas y la gente vota de manera distinta. El fenómeno está en que se mantenga la evolución durante 46 años. Puede llegar un momento en que quiebre”, advierte Nudillo.

El politólogo y periodista betanceiro Paulo Carlos López propone, conjuntamente con el elemento demográfico y socioeconómico, explorar otras variables que juegan su rol en hacer del municipio esa villa espejo que no falla en ningunas eleccciones.

“Betanzos sigue reproduciendo el comportamiento político de Galicia porque sigue padeciendo los problemas de Galicia, sus defectos y también sus potencialidades”, reflexiona el politólogo.

“Pérdida de población con el consiguiente declive demográfico, desmantelamiento de la industria, deterioro del pequeño y mediano comercio a favor del fortalecimiento de la hostelería vinculada al turismo y abandono del medio rural; coyunturas que hoy padece la villa y que son perfectamente extrapolables a la realidad gallega en su conjunto. Betanzos vota como Galicia porque representa la radiografía de Galicia”, subraya.

Jaime Pita, que fue portavoz del PP en el Parlamento Gallego en la etapa de Manuel Fraga -“Yo era prácticamente su monaguillo”, ríe- tiene una visión complementaria. “Betanzos es una villa cosmopolita desde siempre. Era un cruce de caminos, un puerto que hasta los años 50 era el mayor exportador de madera de España, tenía una clase ilustrada y un comercio pujante, y un mundo rural muy rico. No es ninguna bola de cristal, es un sitio pequeño que tiene un poco de todo, no está especializado en nada”, señala Pita, miembro de una familia ampliamente representativa de esa pequeña burguesía ilustrada.

Desde el otro lado del espectro ideológico, y de los trienios en residencia, Xavier Campos, coordinador de comunicación del BNG, quien se define como “neobetanceiro”, reconoce que en las noches electorales siempre tiene un ojo puesto en los resultados que van saliendo en su lugar de adopción.

“No sé qué la puede distinguir de villas similares en población, en tradición medieval, en haber sido puertos de mar con comercio activo, como Pontedeume o Noia. Lo que sí es cierto y curioso es que los resultados electorales no dependen de la situación de fortaleza o debilidad de las organizaciones locales de los partidos”, considera. “Siempre digo en la mía si no sería útil intensificar las campañas en Betanzos”, ironiza.

Para Paulo Carlos López, además de los datos demográficos y socioeconómicos, que tienen peso en las conclusiones pero no son suficientes para explicar el fenómeno en su totalidad, están las llamadas variables perceptivas.

“Quizá otra explicación es que la ciudadanía de Betanzos consume medios que representan al conjunto de Galicia. La cuestión afectiva o emocional es otra de las posibles explicaciones. No siempre votamos en torno a variables racionales: la ciudadanía muchas veces vota en función de las emociones”, señala.

“No siempre votamos en torno a variables racionales: la ciudadanía muchas veces vota en función de las emociones”

La prueba está, precisamente, en los procesos electorales en los que Betanzos no es capaz hacer valer su magia: las elecciones municipales, condicionadas por otras circunstancias.

Una realidad constatada que sugiere otra incógnita: ¿Por qué, sabiendo de la representatividad de la muestra, no son más las encuestas y estudios sociales que se elaboran sobre la población de la villa? ¿Por qué no aprovechar el escaparate que ofrece la ciudad para entender el país?

“Resulta curioso que los partidos políticos, más allá de PP o PSOE, no tengan especial interés por el comportamiento político en Betanzos, que la ciencia social constata que es análogo al de Galicia. Sorprende que no haya más investigación social allí. Quizás debiera haber más esfuerzo para obtener una radiografía social más completa de Galicia. Es una fórmula económica para entender las preferencias de la ciudadanía”, propone Paulo Carlos López.

Desde 1960, se sabe que quien gana en el estado de Ohio, gana en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Ohio es uno de los swing states que bailan entre el azul de los demócratas y el rojo de los republicanos, donde la opción escogida siempre cae del lado del ganador final. Una equivalencia que multiplica los titulares de prensa que presentan a Betanzos, ciudad mágica, como el Ohio gallego.

Con los datos en la mano, cabe proponer, en su caso, darle una vuelta al marco y comenzar a hablar de Ohio, la Betanzos norteamericana.

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