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Cuidado con Rueda

El autor cree que el sucesor de Alberto Núñez Feijóo en la Xunta de Galicia no será un presidente de transición y que será mejor candidato que él en las autonómicas de 2024.

24/10/22
Ilustracion: Raul

Después de la cantidad de perfiles sobre Alfonso Rueda publicados en Galicia en los últimos meses, no sé qué va a añadir otro más. Supongo que en Luzes buscan la mirada de un pontevedrés como Rueda que, a pesar de encontrarnos en las antípodas ideológicas y de visión de nuestro país, mantiene desde hace años una relación cordial con el presidente de la Xunta.

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Pero esa visión nunca podría ser objetiva. Si quiere leer usted una crítica furiosa, tendrá que encontrarla en otro número. Mi misión, imagino, es la de alejarme de esa amistad y acercarme al personaje como si no lo conociera de nada, cosa imposible. Así que a ver como hago.

Dadas las circunstancias de la sucesión de Feijóo, el ascenso de Rueda a la cima del Gobierno de la Xunta fue lo lógico, lo natural y lo predecible. Con Feijóo en la presidencia de Galicia, se acabaron los líderes que disfrutaban de una o dos grandes cualidades. Podemos trabajar con los anteriores modelos antagónicos de Manuel Fraga y Xosé Manuel Beiras. A pesar de las diferencias evidentes, uno y otro líder compartían un carácter muy marcado, una personalidad carismática y un fondo ideológico que pesaba mucho sus discursos. Uno y otro, por cierto, se fueron derrotados del Parlamento gallego.

Mientras socialistas y nacionalistas iban de líder en líder y de derrota en derrota, Feijóo mostró un nuevo tipo de liderazgo: el de la persona que no es la mejor en una o dos cosas pero es buena en muchas más. Siendo eso cierto, pienso que Rueda es mejor que Feijóo. Otra cosa es que aún no lo sepamos. Es mejor parlamentario, tiene más reflejos, es más ocurrente, sabe más de política; se acerca con más facilidad al electorado, es más joven.

"Rueda vino para quedarse y quienes no lo comprendan pueden llevarse una buena bofetada"

Desde que comenzó el proceso sucesorio, advierto sin mucho éxito que yerran quienes piensan que batirse con Rueda iba a ser cosa de niños; o que creen que va a ser un presidente de ida y vuelta, de transición, de paso. Podrá serlo, quién lo sabe, pero para nada es esa su intención. Rueda vino para quedarse y quienes no lo comprendan pueden llevarse una buena bofetada.

Es suficiente con decir que, aunque por otros caminos, el BNG llegó al liderazgo de Ana Pontón, que no tiene un perfil tan diferente. Hablo de perfiles como candidato y candidata que son, lógicamente, pues cualquier comparación que se salga de ese ámbito no tiene razón de ser. La batalla política está servida entre dos personas que tienen lo que hay que tener: un poco de todo. No son los más simpáticos, ni los mejores oradores, ni los que tienen la personalidad más pasmosa, ni los más carismáticos, pero una y otro tienen lo suficiente de todo eso como para movilizar al pueblo de Galicia, ya se verá en qué medida.

Teniendo en cuenta la irrelevancia del socialismo gallego en el Parlamento y la baja calidad de su candidato, la batalla está servida entre el PP y el BNG. Y va a ser a muerte, ya en las municipales de 2023, que están ahí mismo, en las que los socialistas siempre tienen su protagonismo, pero mirando hacia las autonómicas de 2024, donde la lucha a muerte será entre populares y nacionalistas. Y el BNG no irá a pelear tanto por los votos socialistas como por el galleguismo moderado que vota al PP. No hay otra manera de que el BNG alcance el Gobierno gallego.

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