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'Fauda', el desierto moral de la guerra en Palestina

La serie creada por un exagente israelí, que ha vuelto a combatir en la invasión de Gaza, refleja con crudeza el horror del  conflicto desde los túneles de Hamás en la franja hasta los despachos del Likud y el Mossad en Hebrón y Jerusalén Oeste.

26/12/23 Un fotograma con dos de los personajes de 'Fauda'.
Un fotograma con dos de los personajes de 'Fauda'. Yes Studios

Cuando en el invierno de 2004 se publicaron las pruebas de que el ejército estadounidense había convertido la cárcel iraquí de Abu Grahib en un centro organizado de torturas y crímenes de guerra, el presidente George W. Bush defendió que lo que diferenciaba a Estados Unidos de la dictadura de Sadam Huseín era que gracias a la democracia esas evidencias pudieron salir a la luz, y los autores y autoras de las atrocidades que revelaban, encausadas, juzgadas y castigadas.

El razonamiento parecía brillante, pero tenía un punto intelectualmente muy débil: lo que en realidad distingue a una auténtico Estado de derecho de un régimen de terror es que en una democracia no se tortura.

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Casi veinte años después, una premisa parecida a aquélla de Bush está permitiendo al Gobierno de Israel justificar que lo que está perpetrando en Gaza no son crímenes de guerra, porque para ejecutarlos estaría empleando los instrumentos formales a su alcance en la defensa de un sistema democrático.

Siguiendo ese basto hilo de pensamiento, lo que diferenciaría al terror que provocan los atentados indiscriminados de Hamás en los kibutz junto a la franja de Gaza del que siembran los bombardeos de la aviación israelí sobre las escuelas y hospitales en Gaza ciudad, es que estos últimos van precedidos de un SMS que alerta a los civiles indefensos de la inminencia de lo que se les viene encima.

La prueba escrita del genocidio

Es decir, la prueba por escrito del genocidio convertida por los manipuladores de argumentos en el paraguas doctrinal bajo el que llevarlo a cabo. Quien envía ese doble mensaje sabe de sobre que su bomba va a matar más niños, enfermos y ancianos que terroristas, porque a los primeros ya no les queda lugar alguno a donde huir.

Esa es la narrativa de fondo que cuenta Fauda, la serie israelí ideada y producida por Avi Issacharaof y Lior Raz y protagonizada por este último, cuya primera temporada fue estrenada en 2015 en Israel y en el resto del mundo en 2017 a través de Netflix.

"Fauda", además de significar "caos" en árabe, también es la palabra clave que alerta a los agentes de las unidades antiterroristas de Israel infiltrados en Palestina de que han sido descubiertos y deben ponerse a salvo, porque se han convertido en objetivos a abatir por los terroristas previo sometimiento a insufribles tormentos.

26/12/23 Fotograma de 'Fauda'.
Fotograma de 'Fauda'. Yes Studios

Raz e Issacharov conocieron ese segundo significado de la palabra sirviendo durante años en una unidad de élite de las fuerzas armadas israelíes especializada en operaciones de captura y asesinato de terroristas y de rescate de rehenes.

Un productor ejecutivo de la seria acaba de morir en Gaza

La serie está basada pues en sus propias experiencias, que quizá den para algunas entregas más. Raz acaba de realistarse en las fuerzas armadas para realizar misiones de liberación de secuestrados en la ofensiva terrestre de Israel en Gaza. Otro de los productores ejecutivos de la serie, Matan Meir, murió a mediados del mes pasado durante la invasión de la franja, también como combatiente.

Fauda comienza en la ficción cuando el agente retirado Doron Kabilio, el personaje interpretado por Raz, regresa a su unidad para dar caza a un cruel terrorista responsable de 116 asesinatos, al que creía haber matado y que estaría planeando un atroz y vengativo atentado.

'Fauda' significa "caos" en árabe y es  la palabra clave que alerta a los agentes infiltrados de Israel  de que han sido descubiertos

A partir de ahí se desarrollan cuatro temporadas trepidantes que exponen con crudeza la guerra sucia articulada por Israel contra Hamás, ISIS, Hizbulá y la Yihad Islámica, la connivencia de éstas con Irán y las dictaduras del Golfo, el posicionamiento de los servicios secretos de Rusia y EEUU y, como resultado de todo el anterior, la dramática realidad de los territorios ocupados.

Es decir, la miseria y la desesperación de la vida en Cisjordania y, sobre todo, en Gaza; la inoperancia decadente de la Autoridad Nacional Palestina, de Al Fatah y de sus líderes; la convivencia diaria con el espanto y la muerte en los campos de refugiados; la relevancia de Hamás y el resto de organizaciones armadas no solo como estructuras militares sino como cemento social, espiritual y vital de la población palestina

Soporte idelógico

Más aún, incluso: como soporte ideológico de muchos palestinos que acaban convencidos de que el terrorismo representa no ya su única esperanza colectiva de futuro como pueblo, sino la única alternativa para su dignidad individual como seres humanos, los más desgraciados y desahuciados del planeta.

La serie está rodada y se emite en hebreo y en árabe, y resulta imprescindible verla en versión original subtitulada porque sus caracteres ejercen roles diferentes cuando emplean una u otra lengua.

26/12/23 Fotograma de 'Fauda'.
Fotograma de 'Fauda'. Yes Studios

Y dado que se trata de una producción israelí no deja de tener, claro, cierto fondo maniqueo a favor de la visión del conflicto que defiende el gobierno de Jerusalén Oeste. O sobre la guerra, o sobre el genocidio planificado, o como cada uno quiera etiquetar lo que está sucediendo desde hace décadas en Palestina.

El mérito de los creadores de la serie quizá reside precisamente en no haberse preocupado demasiado por la semántica, ni por objetivar puntos de vista. Ni el del ocupado que responde devolviendo al ocupante parte del dolor que éste le inflige, ni el del ocupante que recurre sin pudor a las mismas e inhumanas prácticas que dice padecer y condenar.

La rueda que retroalimenta el horror

En Fauda existe una sola perspectiva, la de esa rueda que todos intuimos y que desde hace más de medio siglo retroalimenta al horror con el horror.

La que convierte a la víctima de un holocausto en la ideóloga de otro exterminio igual de sádico e indigno; la de un supuesto Estado de derecho que ejecuta sin juicio a culpables y sin pestañear a inocentes; la que transforma a un supuesto defensor de la paz en un bárbaro irracional capaz de atar un chaleco de explosivos al cuello de un niño para intentar salvar a un compañero de armas; la que es capaz de convertir a una madre en asesina de los hijos de otra para vengar a los suyos…

La imposibilidad para proporcionarnos un posicionamiento fácil hace de 'Fauda' una serie tan adictiva como difícil de digerir

Y así, giro tras giro, hasta que lo único que se puede distinguir en todo ese desierto geográfico y moral es el mal, el mal en la forma más desnuda y salvaje que se pueda concebir.

Todo esto suena duro, y hasta pueda desanimar a quién no se vea con estómago suficiente para soportar tanta tragedia encadenada. Pero en el fondo Fauda cuenta las cosas de una manera mucho más suave de la que se deduce de las imágenes que cualquier informativo de cualquier televisión está ofreciéndonos estos días.

Sucede que en las recónditas cavernas del alma humana, como en los túneles de Gaza o de Abu Grahib, a veces no existe luz alguna que nos permita diferenciar a las víctimas de los verdugos con la inmediatez con la que sí lo consigue un telediario.

Esa imposibilidad para proporcionarnos un posicionamiento fácil, y con él la ilusión de que el horror terminará el día en el que se elimine la razón que lo justifica, es lo que hace de Fauda una serie tan adictiva como difícil de digerir.

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