Opinión
Armaos los unos a los otros

Por David Torres
Escritor
-Actualizado a
He leído por ahí que el papa Francisco, que en paz descanse, era un pacifista, un hippy con casulla, un perroflauta de esos al que sólo le faltaban el perro y la flauta. Por lo visto, Francisco tenía la manía de la paz, de ayudar a los más pobres y desfavorecidos, con lo cual a su funeral han sido invitados un montón de indigentes, vagabundos y personas de buena voluntad. Guías espirituales como Javier Milei, que lo quería muchísimo; los reyes de España, Felipe y Letizia; o los reyes de Estados Unidos, Donald y Melania. Lo mejor de cada casa.
Otros no han podido acudir porque andaban muy ocupados extendiendo la paz por el mundo: Putin bombardeando Ucrania y Netanyahu haciendo lo propio en Gaza y Cisjordania. La paz es que da un trabajo de la hostia, especialmente a los genocidas y a los fabricantes de armas. En un principio, el presidente israelí prohibió a su Gobierno dar el pésame por la muerte del pontífice; luego se lo pensó mejor y envió un mensaje de condolencia a la Iglesia y a la comunidad católica, un mensaje tan sentido que parecía escrito por una IA, por un dron o por una guía de misiles tierra-aire. A fin de cuentas, Netanyahu practica el catolicismo a su modo, llenando el cielo de almas de inocentes y dejando el limbo a rebosar de niños y civiles palestinos.
Entre unas cosas y otras —mayormente balas—, Sánchez tampoco pudo acudir al Vaticano; menos mal que lo sustituyó Feijóo, que utilizó el Falcon porque veía que no llegaba a tiempo en el yate de Marcial Dorado. Feijóo dice que iba representando a España, concretamente a la provincia romana de Hispania, siglo I a. C., a la que rememoró rebautizando al papa "Franciscus", con el latín macarrónico de la época, y haciendo el Pijus Magnificus entre un montón de convidados de piedra. Para no cagarla más de la cuenta, Ayuso sacó una chuleta a la hora de redactar su pésame en el libro de condolencias, no fuese a equivocarse y escribirle un tuit de cuando traducía los ladridos del perro Pecas.
No se sabe muy bien por qué Moncloa habrá rescindido el contrato de compra de balas a Israel, con la cantidad de armamento que hemos comprado y vendido a los carniceros de la estrella de David en los últimos años, unas veces bajo cuerda y otras mirando para otro lado. No deja de sorprendernos la generosidad de Netanyahu, con la falta que le hacen las balas al ejército israelí para defenderse del ataque indiscriminado de cooperantes, periodistas, cocineros y demás indiscretos a quienes nadie ha dado vela en el entierro del pueblo palestino. La verdad, no paran de entrometerse en la grandiosa misión de limpieza étnica destinada a convertir Gaza en un complejo hotelero edificado sobre cientos de miles de esqueletos humanos.
Con los funerales de un papa pacifista de fondo, los líderes europeos no paran de repetir el sabio mensaje evangélico: armaos los unos a los otros. Lo dice Borrell, lo dice Von der Leyen y lo dice Sánchez, que ya ha anunciado un plan de aumento del 2% del gasto militar que beneficiará a todo el mundo, sobre todo a los enfermos en las listas de espera, a los jóvenes que buscan trabajo, a los miles de desahuciados y a los casi tres millones de niños españoles que viven al borde de la miseria. Los parados siempre pueden alistarse al ejército y los que pasen hambre, que coman balas. Hasta el secretario general de la UGT, Pepe Álvarez, plantea la posibilidad de un impuesto a todos los ciudadanos europeos para financiar esta política que, según él, no es de rearme o no sólo de rearme. Con sindicalistas de este jaez, ya me dirán para qué necesita la legión una cabra. Mientras tanto, vamos a esperar a que Ferreras conecte con el Vaticano para inaugurar el papatómetro.
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