Opinión
Diccionario Ultraderecha/Persona de Bien

Por Oti Corona
Maestra y escritora
-Actualizado a
Me parece fatal que se proporcionen pinganillos a sus señorías para traducir el catalán o el gallego —que se entienden con un poco de buena voluntad— y que no pongan intérpretes para la jerga de Abascal y su tropa, teniendo en cuenta que su léxico constituye una trampa para la decencia de los seres humanos. Mientras nos presentan las lenguas cooficiales como una amenaza, nos ocultan el diccionario bilingüe Ultraderecha/Persona de bien y nos van metiendo el idioma facha con la neutralidad del tono del telediario, con la alegría de los programas de sobremesa, con la suavidad de una caricia de Ferreras. Como al niño al que engañan haciendo el avión con la cuchara y de pronto, ¡zas!, le cuelan el pegote de papilla para que trague.
Y es que en la órbita derechista hablan de paguitas cuando quieren decir "subsidios que permiten sobrevivir a los ancianos, a la mujer que acaba de dar a luz, al albañil que no puede trabajar porque se fracturó la columna al caerse del andamio, a la cuidadora sin horarios ni contrato...", y así podríamos citar miles de casos que, de no existir esos subsidios, nos obligarían a esquivar a personas fallecidas de ascopena por las aceras de nuestro país. Y cuando dicen chiringuito se refieren a las instituciones que permiten a las víctimas de violencia de género huir de sus maltratadores o que proporcionan atención psicológica a los niños que han sufrido abusos sexuales.
En su diccionario aparece también la expresión "la España que madruga", que traducido significa: "Tenemos Asamblea General de VOX, convoquemos a las doce del mediodía, que antes es mú cansao" y, en una segunda acepción: "Hoy toca pleno y hay que estar allí tempranito, a ver qué me invento para montar el pollo y largarme lo antes posible". El diccionario cita como ejemplo la última sesión de control al Gobierno, en la que Abascal, en cuanto pudo tomar la palabra, se levantó de su asiento, lanzó la preceptiva sarta de insultos y acto seguido se largó a desayunar y a tumbarse en el sofá.
La ultraderecha y sus medios afines adoptaron las siglas MENA y las convirtieron en sustantivo. MENA significa "Menor Extranjero No Acompañado", es decir, un niño o un adolescente que, ante la desesperación, la inseguridad, el hambre y la falta de expectativas, se ha lanzado al mar o a los bajos de un camión y ha llegado aquí en busca de auxilio. Un niño desamparado de los de toda la vida, vamos. Los fascistas han convertido las siglas en un nombre que causa pavor y lo han ampliado para referirse a los niños y jóvenes cuyo tono de piel está entre la leche manchada y el café solo.
Por tanto, si un abascaloide dice: "Ya está bien de chiringuitos que reparten paguitas a los menas", quien desconozca el galimatías fascista se indignará y exigirá pena de muerte, ojo por ojo, patrullas vecinales, garrotazos, expulsión de las hordas moras. En cambio, un pinganillo transmitiría el siguiente mensaje: "No queremos que existan instituciones que den techo y comida a niños huérfanos y nos da igual que se mueran de hambre porque son negros".
Hace un tiempo, Abascal se refirió al macho ibérico, con el que claramente se identifica. Dijo que las feministas cambiaremos al macho ibérico por el macho magrebí; se ve que, en su idioma, el uno es bueno y en el otro es malo y, en su diminuta burbuja de fantasía sin brilli-brilli, las mujeres no podemos vivir sin un hombre. Sin embargo, en el diccionario feminista, ambos machos, magrebí e ibérico, significan "peligro, no tocar ni con un palo".
Este machote que se pone de puntillas para parecer más alto en las fotografías causó cierto alboroto días atrás al asegurar que en muchas escuelas españolas se sexualiza a los alumnos y se corrompe a los menores. Traductor en mano, lo que Abascal quiere decir es que no le gusta que la chavalada sepa que merecen ser queridos y respetados sea cual sea su orientación o su identidad sexual, ni que se les explique que su cuerpo es suyo y que hay adultos que se aprovechan de la inocencia de los niños para abusar de ellos. Esos adultos, por cierto, detestan que los niños aprendan educación sexual en las escuelas y suelen usar términos como "adoctrinamiento" para referirse a la transmisión de conocimientos relacionados con la sexualidad. La periodista, escandalizada ante un político que acusaba de corruptoras y abusadoras de menores a las maestras de este país, le preguntó por los datos que respaldaban tales afirmaciones y Abascal le respondió que, si gobernara Vox, le cerraría el programa, una sentencia que viene a ser la raíz y el espíritu del diccionario de la ultraderecha: esto es así por mis cojones morenos.
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