Opinión
Gestores del poder sin corazón

Periodista y escritora
-Actualizado a
A estas alturas, importa ya bien poco dónde diga el presidente Carlos Mazón que estaba el día de la DANA. Da igual si dice que estaba en su despacho, encerrado en un retrete, rezándole a Santa Rita o comprándose un vestido de lagarterana. Estuviera donde estuviera, ese secreto se ha convertido, además de bochornoso, en irrelevante. Sencillamente, no estaba. Esa es la cuestión. En el momento en el que la Comunitat que preside vivía su peor catástrofe natural y, como consecuencia, fallecían 224 personas en Valencia, Mazón no estaba. El desconcierto que esa ausencia suya provocó queda retratado en la expresión del presidente de la Diputación de Valencia, Vicente Mompó: “¡Enviadla de una puta vez!”. Se refería a la alerta que debía prevenir a la población. Y sí, esa alerta llegó tarde para dos centenares largos de personas cuyas muertes, ahora lo sabemos, podrían haberse evitado.
La alerta se envió a las 20:11 a los móviles de la población. Solo decirlo te pinta el alma de luto. A las 20:11. Mazón llegó un cuarto de hora después a Centro de Coordinación de Emergencias. El sumario de la jueza que está investigando la DANA arroja un dato estremecedor: la mayoría de los fallecimientos se produjeron entre las 7 y las 8 de la tarde. Efectivamente, antes de que se enviara —“de una puta vez”— la alerta. Pero más que esas 8 de la tarde, me parecen relevantes las 7. Porque si la alerta se hubiera enviado a su hora, muchas, muchísimas de las personas fallecidas estarían hoy con vida.
Así que lo que estuviera haciendo Mazón aquella tarde —y cuyo secreto se guarda el PP bajo siete llaves— importa ya bien poco. Porque lo único que debería importar es qué NO estuvo haciendo: participar en la coordinación de las emergencias y tratar de salvar vidas. Eso es lo que no hizo. Todas las elucubraciones sobre su vida aquella tarde, minuto arriba minuto abajo, todos sus cambios de estrategia deberían importarnos un pimiento. No estaba donde tenía que estar. Y, sobre todo, su ausencia contribuyó a que murieran más de dos centenares de personas. Punto.
No puedo comprender la razón por la que ese señor sigue siendo president de la Generalitat valenciana. Lo que sí sé es que Feijoó es ya tan responsable como el propio Mazón. ¿Por qué? Porque el secretario general del PP participa de todo este estercolero, ha apoyado al valenciano, ha justificado lo injustificable, ha sostenido sus mentiras… y lo fundamental: no lo ha cesado de forma fulminante. Es decir, ha mantenido a Mazón en la presidencia. Porque, no nos engañemos, es Feijoó quien lo mantiene ahí. ¿Por qué? Esta semana lo ha dicho sin ningún rubor: “nos interesa gobernar en Valencia”.

El sumario de la jueza describe que los fallecidos y fallecidas se ahogaron en barro. Estaban en las plantas bajas de sus viviendas, en el coche o en la calle, y estaban allí porque nadie les había avisado. No son solo esas 224 personas, son también sus familiares, sus amistades, sus compañeros y compañeras de trabajo, sus vecinos y vecinas. Es una sociedad entera. Pero lo único que le importa de todos ellos y ellas a Alberto Núñez Feijoó es “gobernar Valencia”.
Cuantas más vueltas le doy a la gestión de la DANA por parte del PP, más se me asemeja a la de las residencias de mayores madrileñas durante la pandemia por parte de Isabel Díaz Ayuso, a sus 7.291 víctimas. Al Partido Popular, la gente fallecida, sus seres queridos, el dolor e incluso la muerte les importan poco o nada. Son los gestores del poder sin corazón.
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