Opinión
Infancias y adolescencias trans: comprender para acompañar

Por Aitzole Araneta
Sexóloga de la Junta Directiva de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología y Técnica de Igualdad
-Actualizado a
El 5 y 6 de mayo de este 2025 se ha celebrado en Bilbao el I Congreso Internacional de Infancias y Adolescencias Trans Naizen, con el significativo título de “comprender para acompañar”. Comprender y acompañar, dos verbos que en el caso de las vivencias trans muchas hemos contemplado con tristeza, añoranza y lejanía en nuestra infancia y adolescencia. Al fin y al cabo, las vivencias trans, que no son sino hechos donde entra en conflicto la autosexación —es decir, saber quién se es, con el etiquetado sexual que desde fuera el resto hace, en base a los genitales que se muestran en la gestación y nacimiento—, no han sido ni comprendidas ni acompañadas hasta ahora.
Hay muchas veces que me preguntan cómo es eso de “ser trans”. Qué se siente. Cómo alguien sabe que “tiene un cuerpo equivocado” o sabe que “es algo que no es”.. O por qué hay gente que se siente mal con “lo que tiene”. Son frases que hay que empezar a desterrar porque no son verdad. Las infancias y adolescencias trans no son espacios de la vida vacíos de identidad, son chicas y chicos, como el resto, no gente que “tenga que hacerse cosas” para llegar a ser nada. Este cuestionamiento en el caso de las infancias y adolescencias es a día de hoy —a diferencia del 2017, cuando salió un bus naranja en respuesta a una campaña que la asociación Naizen hizo en el País Vasco para decir que las niñas con pene y los niños con vulva existen— más patente que nunca. El lenguaje construye realidades y, muchas veces, más que responder a esas preguntas, toca deconstruirlas, rebatirlas e impugnarlas. A menudo, dando educación de los sexos. Digo que esto de “ser trans” es como ir a contracorriente, en contra de un montón de normas no escritas (pero bien grabadas a fuego) acerca de lo que se nos supone a hombres y mujeres, desde la más tierna infancia. También suelo decir que eso de “ser trans” en realidad no existe y es que la propia palabra arrastra una serie de ideas que se dan por hecho y que no tienen nada que ver con la realidad. A hombres y mujeres se nos presuponen unos determinados genitales que son los que supuestamente marcarán nuestro sexo y a partir de ello, todo un pack de otras suposiciones: tipo de cuerpo, roles, actitudes… Según ese imaginario, “ser trans” conlleva un “cambio de sexo”, cambio que en realidad, nadie hace, porque el sexo no se puede cambiar. Como bien nos demuestran estas niñas y niños, ellos y ellas nunca se definen como transexuales, sino que desde siempre dicen que son eso: niñas y niños. Abordar la cuestión desde lo racional, lo intelectual y lo aprendido a base de estudio es de pura lógica. Si bien… hay algo profundamente humano en las grandes preguntas que creo que no se alcanza a responder. Porque quienes las hacen necesitarían sentirlo para poder entenderlo. Porque las experiencias, los puntos de vista y sobre todo la forma en que la mayor parte de las personas es percibida por el mundo no está mediada por la negación y el rechazo a su identidad sexual.
Hay un vídeo con una especie de experimento colgado en Internet en el que a un hombre que va por la calle todo el mundo empieza a hablarle usando pronombres femeninos y refiriéndose a él como mujer. Al principio lo encuentra gracioso, piensa que es un chiste. Pero a medida que va pasando el tiempo su rostro cambia. Se le va haciendo difícil soportar que todo el mundo se refiera a él como lo que no es y se dedica a corregir los pronombres que los demás utilizan. Al final de la grabación el hombre parece realmente preocupado, exhausto por no entender qué está pasando, y preguntándose, muy probablemente, si algo ha cambiado en su apariencia para que todo el mundo lo vea como una mujer. Son solo unas horas. Imaginad cómo sería esto durante años y prácticamente desde que tenemos uso de razón. Bien, pues esto es parte (solo parte) de lo que tienen que pasar muchos niños, niñas y adolescentes durante mucho, demasiado tiempo.
Por eso, cuando diseñamos el programa de este Congreso Internacional decidimos que la parte científica de evidencia de datos que desmonten bulos debía tener el mismo nivel de importancia que los relatos, las vivencias en primera persona y las de esas primeras familias que, como han podido, han intentado comprender, aceptar y acompañar a estas infancias.
De lo primero, lo científico y la evidencia, dimos buena cuenta, desmontando uno por uno mitos como que a estas infancias se les está hormonando y operando —cosa ilegal y directamente falsa— o que cuando llegan a la adolescencia el 80% de estas infancias se arrepiente. Estudios internacionales recientes como el editado por van der Loos, de la clínica de la UMC de Amsterdam de 2022, nos trasladan que el abandono de tratamiento hormonal en la adolescencia es de un 2% de una muestra de 720 menores o que las llamadas “detransiciones” (los arrepentimientos) oscilan entre un 2-2,5%, según estudios como el coordinado por Olson de una muestra de 280 menores. Los estudios recentísimos que tenemos a nivel español, que pudimos dar a conocer en el Congreso, como que las desistencias antes de empezar el tratamiento son de entre un 1%-2%. Las destransiciones (despues de empezar el tratamiento) también están en el rango del 1%-2% con la muestra de 271 del Hospital La Paz o de 114 infancias del Hospital Nuestra Señora de Candelaria.
Lamentablemente, toda esta evidencia no sirve cuando intereses políticos perfectamente coordinados están alineados para amplificar mentiras como que estas infancias no existen, que es posible aplicar terapias de conversión a la identidad de estos menores —algo también ilegal en España—, o que todo el movimiento de defensa de estas infancias está sustentada en intereses económicos de multinacionales farmacéuticas o de pérfidos millonarios transexualizadores como George Soros.
Por eso es tan importante humanizar a estas infancias y adolescencias, y por eso tuvimos el lujo de que varias de ellas nos contaran cómo han sobrevivido a un mundo cada vez más hostil y cómo lo han hecho a base de empatía, simpatía, corazón, empoderamiento y resiliencia. Experiencias de las que tomamos tanta cuenta como de los datos.
Casi 400 asistentes y 87 ponentes nacionales e internacionales y un 64% de asistentes profesionales de la salud, la educación, el trabajo social y el asesoramiento sexológico y la terapia psicológica pudieron formarse viendo estudios, cohortes, datos y evidencias, pero también compartiendo emociones, piel y entrañas.
Como guinda del pastel, la máxima autoridad institucional del País Vasco, el Lehendakari, nos recibió y tuve ocasión de pedirle que teja y mantenga los consensos políticos para mantener a estas infancias y adolescencias al margen de ideologías que amenacen sus derechos y sus existencia. Es necesario reclamar a nuestros dirigentes que hagan todos los esfuerzos para que estas infancias y adolescencias no sean futuros adultos con vidas echadas a perder.
Enhebremos esos consensos políticos y sociales que hagan que estas vidas merezcan la pena ser vividas y desterremos los mitos, bulos, y fantasmas a golpe de evidencia. Dato mata relato. Aunque también el corazón tiene razones que la razón ignora.

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