Opinión
El Llano de Matagallar, ¿se queda como está?

Por Adrián García Abenza / Alba Ramos Solano
Alianza Verde Andalucía
-Actualizado a
Tras más de un año de lucha para preservar el Llano de Matagallar, las vecinas y vecinos de Coín y de la comarca del Valle del Guadalhorce en Málaga parecen poder disfrutar de un pequeño atisbo de esperanza. Esto se debe a la feliz coincidencia de que ha vuelto a manar agua de El Nacimiento pocos días después de que un informe técnico desfavorable asestase un duro golpe a las aspiraciones de construir un megaproyecto urbanístico que destruiría para siempre el Llano de Matagallar y pondría en serio peligro el acuífero de Sierra Blanca. Este paraje es un verdadero tesoro natural que no solo alberga distintos hábitats de interés comunitario y especies protegidas, sino que además se ubica sobre el acuífero que sostiene la vida de los ecosistemas fluviales, de las huertas tradicionales y del propio pueblo de Coín. Además, el Llano de Matagallar constituye una de las principales zonas de recarga del acuífero y es, a su vez, un área de muy alta vulnerabilidad a la contaminación.
A mediados de 2023, mientras una terrible sequía asolaba toda Andalucía y se cebaba especialmente con los ríos y regantes históricos de Coín, la Junta de Juanma Moreno tuvo la ocurrencia, a propuesta de Nature Call Initiatives S.L., perteneciente a los hermanos Ardid Martínez-Bordiú, de declarar “de interés estratégico” el macroproyecto urbanístico-turístico Transcendence en el Llano de Matagallar. Resulta obvio que construir semejante proyecto en este enclave es un disparate que podría poner en grave peligro el presente y futuro de toda la región. De hecho, todos los intentos previos de llevar a cabo proyectos similares en el Llano de Matagallar han encontrado una tenaz y apabullante oposición ciudadana que, hasta ahora, ha conseguido detenerlos.
Ante esta nueva amenaza, y a pesar de los enormes esfuerzos de greenwashing y socialwashing por parte de la empresa promotora, la ciudadanía y los movimientos sociales y ecologistas tampoco se quedaron parados. Rápidamente se organizaron en torno a la Mesa del Agua de Coín, una plataforma diversa que ha plantado cara contundentemente y sin descanso a este aberrante macroproyecto. Desafortunadamente, tanto los esfuerzos de las numerosas voluntarias y voluntarios como la oposición de la ciudadanía, expresada en las más de 9000 firmas presentadas y en la manifestación que convocó a más de 5.000 personas, parecían caer en saco roto ante la insistencia de la Junta de Andalucía y la equidistancia del Equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Coín. En este sentido, tras la aprobación inicial por silencio administrativo del plan de innovación parcial necesario para la realización del proyecto, todo apuntaba a que los promotores iban a tener las puertas abiertas por parte del Ayuntamiento, a pesar de que este, en el Pleno de septiembre de 2023, se había pronunciado unánimemente en contra.
El escenario estaba dispuesto para una dura y larga batalla que la ciudadanía tendría que luchar sola, abandonada por unas instituciones que deberían velar por el interés general y que, en cambio, parecían completamente secuestradas por el interés económico de unos pocos. Sin embargo, el pasado 31 de marzo de 2025, un informe técnico del Servicio de Planificación Hidrológica concluyó que el aprovechamiento de aguas públicas para el proyecto Trascendence es incompatible con la planificación hidrológica vigente. Este informe desfavorable no solo demuestra la inviabilidad de la propuesta presentada por los hermanos Ardid Martínez-Bordiú, sino que en sus 20 páginas expone detalladamente diversos argumentos que corroboran, e incluso amplían, los que la Mesa del Agua había venido defendiendo todo este tiempo en su oposición al proyecto y en su exigencia de protección inmediata del Llano de Matagallar.
Según el informe técnico, el macroproyecto pretende extraer más de 200.000 metros cúbicos anuales del acuífero de Sierra Blanca, compartido por dos subsistemas de explotación que presentan un déficit estructural superior a los 23 hm3/año, una alarmante tendencia descendente del nivel freático, con descensos de hasta 20 metros entre 2012 y 2024, y un índice de llenado que ha caído del 50% al 18%. A este estado de sobreexplotación se suma el hecho de que el Plan Hidrológico vigente exige una reducción progresiva de las extracciones actuales para así garantizar el futuro abastecimiento humano en municipios como Coín y Monda, cuya demanda ya supera lo previsto. El proyecto no solo ignora esta prioridad, sino que propone usos recreativos que no están permitidos ni con aguas subterráneas ni con aguas regeneradas. Además, la ubicación elegida, en una zona altamente vulnerable a la contaminación supone un riesgo injustificado, y la impermeabilización de amplias superficies reduciría aún más la capacidad de recarga del acuífero. Tal y como advierte el informe técnico, nuevas extracciones pondrían en grave riesgo no solo el suministro a la población, sino también el equilibrio ecológico de ríos protegidos como el Pereilas, el Fahala y el Fuengirola, que son parte de la Red Natura 2000, afectando a especies vulnerables como la nutria, la boga del Guadiana y la colmilleja.
Más allá del varapalo a los promotores y el aliciente para esa ciudadanía organizada que ve una nueva posibilidad de lograr poner punto y final al descabellado proyecto, este informe nos deja varias lecciones que resulta indispensable analizar en el contexto actual.
Por una parte, nos muestra que, pese a sus mil deficiencias y sus importantes limitaciones, las Administraciones públicas pueden y deben estar del lado de la ciudadanía y anteponer siempre la defensa del interés general frente a la ganancia económica privada. Por eso, cuando escuchamos a ciertos sectores pedir que se “agilicen o eliminen los trámites burocráticos que asfixian la economía”, debemos recordarnos que seguramente no están pidiendo dotar a las Administraciones de los recursos y la organización necesarias para mejorar su eficiencia, sino tener libre albedrío para llevar a cabo sus proyectos especulativos sin limitaciones, lo que dejaría totalmente desprotegida a la ciudadanía y al medio ambiente que nos rodea y del cual formamos parte.
Por otro lado, este informe desfavorable emitido por un organismo dependiente de la misma Junta de Andalucía que lo había declarado de interés estratégico, pone de manifiesto una importante incoherencia que, a día de hoy, permea todos los niveles de nuestra sociedad. Sabemos que es irremediable adaptarnos a los límites biofísicos de nuestros territorios, pero tenemos inculcado un ideal de progreso y prosperidad inseparable del crecimiento económico continuo e ilimitado. Esta incoherencia nos arrastra a situaciones tan contradictorias como la de que la Junta de Andalucía trate de impulsar y acelerar un proyecto como Transcendence que es completamente incompatible con la planificación hidrológica de la región. Pero otras contradicciones resultan aún más sorprendentes. ¿Cómo el pueblo de Coín, que hoy se opone rotundamente al proyecto Transcendence, otorgó su confianza, con una mayoría absoluta, a un Partido Popular que había basado su campaña municipal en prometer que Coín crecería hasta convertirse en una ciudad de 50 mil habitantes, aproximadamente el doble de la población actual, gracias a los proyectos urbanísticos y económicos que atraería su gestión neoliberal? ¿Cómo es posible que las mismas formaciones políticas que cuando se encontraban en la oposición se oponían a los proyectos propuestos en el Llano de Matagallar, cuando han pasado sucesivamente por el Gobierno del Ayuntamiento de Coín hayan eludido proteger el Llano e incluso hayan promovido proyectos similares a los que en su día se opusieron? Por supuesto, la incompetencia política y la deslealtad de algunos representantes públicos hacia quienes depositan su confianza en ellos y ellas juega un papel importante, pero no debemos olvidar la responsabilidad que como ciudadanos tenemos cada uno de nosotros y nosotras. Y no debemos ignorar que las contradicciones en la actuación de nuestras instituciones son siempre un reflejo de nuestras propias contradicciones personales y colectivas.
La democracia no consiste solo en ir a votar cada cuatro años y luego dejarlo todo en manos de políticos profesionales. La democracia consiste en el derecho y el deber de implicarnos en las decisiones que nos afectan. Es necesario delegar en representantes muchas de las tareas rutinarias que implica el Gobierno y organización de cualquier grupo humano, ya que sería inviable que todo el mundo estuviese pendiente a cada detalle, pero las grandes decisiones que determinan el futuro de todo un pueblo requieren nuestra atención, nuestra reflexión y nuestra responsabilidad en la toma de decisiones. Lo que pase con el Llano de Matagallar es una de esas decisiones trascendentales que afectará durante décadas a todo el pueblo de Coín y la comarca del Valle del Guadalhorce y, por eso, es esencial que todas las personas se impliquen y se posicionen.
Más de una década ha permanecido completamente seco mientras las bombas extraían el agua de sus profundas entrañas, pero este año ha vuelto a brotar agua en el manantial El Nacimiento, situado a escasos 500 metros del Llano de Matagallar y del que se abastece la población de Coín. Sobreponiéndose a la acusada sobreexplotación que sufre, gracias a las abundantes lluvias de la primavera y coincidiendo, como si el propio acuífero suspirase aliviado, con la emisión del informe técnico desfavorable que parece frenar el proyecto que lo amenazaba, nos ha regalado de nuevo el manar de sus aguas. Es un punto de inflexión y un balón de oxígeno para las voluntarias y voluntarios que han puesto desinteresadamente su tiempo y su esfuerzo al servicio del bien común y del interés general. Pero incluso si este informe logra paralizar o directamente descarta el actual macroproyecto urbanístico, no podemos permitirnos descansar y dejar que nuestros representantes caigan, de nuevo, en la inacción política. Ahora es el momento de proteger definitivamente el Llano de Matagallar y zanjar de una vez por todas una amenaza que ha regresado una y otra vez durante los últimos años y que continuará acechando al acuífero hasta que entre todas y todos forcemos la acción política que ya se ha eludido durante demasiado tiempo. Hasta que se proteja, estaremos siempre en el filo de la navaja, y el más mínimo fallo será aprovechado por los promotores del actual o de futuros proyectos para provocar un daño irreparable que acarreará consecuencias irreversibles para el acuífero de Coín y para la sostenibilidad de la vida en la región.
La Mesa del Agua marca el camino correcto, Matagallar no solo se queda como está, sino que debemos dotarlo de una figura de protección que aleje para siempre a los especuladores de este tesoro natural. Hay muchos otros problemas ambientales que afectan al municipio de Coín y al Valle del Guadalhorce. Las canteras socavan sus sierras, proliferan cultivos subtropicales para los que no existen recursos hídricos suficientes, las megaplantas fotovoltaicas acaparan los terrenos agrícolas y la acuciante emergencia climática nos arrastra a un futuro de gran incertidumbre. Son graves amenazas de las que todas y todos somos también conscientes y que refuerzan la necesidad de cerrar definitivamente la puerta a quienes amenazan el Llano de Matagallar. La ciudadanía organizada no solo continuará su lucha hasta el final en la defensa de Matagallar, sino que afrontará cada uno de los desafíos que amenazan nuestro territorio. Porque los especuladores arriesgan su capital, pero los vecinos y vecinas arriesgan mucho más, arriesgan su historia, su identidad, su tierra y su posibilidad de vivir vidas dignas en el lugar al que consideran su hogar.

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