AUDIENCIA PÚBLICA
Mafia o democracia
Por José Antonio Martín Pallín
Abogado. Ha sido fiscal y magistrado del Tribunal Supremo
-Actualizado a
Desde hace algún tiempo, Alberto Núñez Feijóo no ha dejado de prodigar adjetivos descalificadores al Gobierno de la nación y especialmente a su presidente. Creo que debe sustituir su desmesurada verborrea por lo sustantivo, que son las políticas del día a día. Cuando se le agote el manantial de las ofensas le recomiendo que acuda al Diccionario ideológico de la Lengua española de Julio Casares. Este autor nunca dudó que el español adquirió pronto el calificativo de lengua o idioma nacional, patrio, mientras que catalán, gallego o vasco demandan todavía ser reconocidos como tales en sus respectivos territorios. Transcurrió mucho tiempo hasta que el artículo 3 de la Constitución proclamara que el castellano es la lengua española oficial, añadiendo inmediatamente que las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos. El articulo destaca la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España y afirma que es un patrimonio cultural que debe ser objeto de especial respeto y protección. Pásele este pasaje por el pinganillo a su competidora Ayuso.
Se lo recuerdo por si quiere ampliar la gama de insultos utilizando cualquiera de esos idiomas. Tengo entendido que no existen en euskera, pero en gallego, qué le voy a decir. El calificativo que más le cuadra sería el de “fala barato” (algo así como vendedor de humo). Últimamente su laboratorio de ideas ha decidido sustituir la tormenta de insultos por un concepto sociológico-político, la Mafia, sin pararse a pensar lo que significa esta organización en el panorama político italiano. La Mafia siciliana es anterior a la constitución del Estado Italiano. Su nombre viene de una antigua expresión toscana, maffia, que querría decir "miseria", o del sustantivo árabe mu'afah, que significa "protección de los débiles". Con el tiempo ha degenerado en una organización criminal que ha llegado a poner contra las cuerdas a la democracia y los gobiernos italianos.
Para que conozca en profundidad lo que es la Mafia le recomiendo que encuentre un hueco para leer el libro del juez italiano Giuliano Turone, que instruyó uno de los sumarios que acabó con la condena de 45 acusados de formar parte de esta organización y sus ramificaciones. Se titula Italia oculta, y en él se pone de relieve que en un momento determinado la Mafia y la Cosa Nostra terminaron provocando una metástasis en el sistema político italiano, buscando alianzas entre los personajes más diversos. Uno de los prologuistas del libro, Corrado Stajano, englobaba en el grupo a ministros, bandidos, hermanos, presidentes de gobierno, presidentes de la República, aventureros terroristas, provocadores, jueces corruptos, agentes secretos implicados en el doble juego, sicarios, generales desleales, cuyo objetivo común era cancelar la Constitución y el sistema democrático. Señor Feijóo, ¿de verdad cree usted que el actual Gobierno se asemeja a todo este conglomerado criminal? Al final, alguien debió aconsejarles, con acierto, que suprimieran la palabra "mafia" del frontispicio del atril. Aunque, a la vista de los actuales acontecimientos, la han recuperado.
Ahora veamos cuál es la democracia que ofrece como alternativa. Algunos analistas y opositores le reprochan que no ha esbozado el más mínimo proyecto que configure sus aspiraciones de regeneración de la vida política. Creo que están equivocados. Existen pistas suficientes para saber lo que nos espera si consigue una mayoría absoluta con Vox. Tomemos como referencia algunos pactos autonómicos sobre los presupuestos (Baleares, Comunidad Valenciana y Murcia) y sobre leyes sectoriales (Memoria democrática, Pacto Verde, Inmigración y LGTBIQ+) que han alcanzado en la Comunidades Autónomas en las que gobierna el PP con el apoyo, más o menos directo, de Vox. Los puntos comunes versan sobre restricciones de la inmigración que denominan ilegal, cierre de centros para acoger a menores no acompañados, eliminación de todas las subvenciones a las ONG que se dedican a atenderles, supresión de los programas educativos para la enseñanza del árabe y la cultura marroquí. Disminución masiva de impuestos al mismo tiempo que se prometen grandes infraestructuras que no podrán ser financiadas, salvo que se produzca el milagro de los panes y los peces. Supresión de las fundaciones formadas por las patronales y los sindicatos que solamente en Castilla y León habían conseguido más de 200 convenios colectivos. Por supuesto se da preferencia a las subvenciones destinadas a las corridas taurinas frente a las que podrían financiar actividades sociales y movimientos vecinales.
La política estrella de sus autonomías se ha centrado, vulnerando la Constitución, en la derogación de la Ley de la Memoria Histórica. En sintonía con otras Comunidades, han decidido vestir con el manto de la concordia una confrontación en la que una de las partes defiende y hasta magnifica el golpe militar que nació con el propósito explícito de aniquilar a media España si las circunstancias lo hacían necesario. La democracia es incompatible con los asesinatos y torturas de los que lucharon por defenderla o reconquistarla.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se ha integrado en la internacional iliberal que encarna Donald Trump y de la que forman parte personajes tan estrambóticos como Elon Musk y Javier Milei. Siguiendo la senda marcada por el inquilino de la Casa Blanca, ha emprendido una cruzada contra la universidad, dirigida principalmente contra las públicas que no puede controlar. Rememorando épocas franquistas, no en vano vive en la siniestra Dirección General de Seguridad, propone una ley con desmesuradas sanciones académicas y económicas que atacan la esencia de los centros de la cultura. Anticipo que serían inconstitucionales porque atentan contra la libertad de cátedra, expresión, reunión y manifestación. Su mentor y jefe de gabinete a lo mejor recuerda una frase que se atribuye al ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels: “Cuando oigo la palabra cultura, echo mano a mi pistola”. Ya sé que usted no va a llegar a esos extremos, pero, como sabe, hay otras formas alternativas para asfixiar la cultura.
Reconozco que usted no disimula su política con lenguajes ambiguos. Cuando le han pedido colocar una lápida que recuerde el horror vivido en el edificio que usted prefiere llamar Casa de Correos, se niega con excusas que la definen como persona carente de una mínima sensibilidad democrática. El edificio será para siempre la Dirección General de Seguridad. Una casa de los horrores en la que escuchará, mal que le pese, las psicofonías de los miles de torturados. La próxima vez que viaje a Buenos Aires visite la Escuela Mecánica de la Armada. Podrá leer que la Unesco la declaró un símbolo del genocidio. Una parte del texto dice: “Aquí la Marina secuestró, torturó y desapareció a más de 5.000 hombres y mujeres”.
Esta es la democracia que nos ofrece el Partido Popular. Vosotros, amables lectores, podréis opinar sobre dónde está la mafia y dónde la democracia.
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