Opinión
Los multimillonarios

Directora de la Fundación PorCausa
-Actualizado a
"Si eres multimillonario, ¿por qué lo eres? Sin ánimo de ofender, pero sí, regalad vuestro dinero, chavales".
Esto es parte del breve discurso que dio la cantante Billie Eilish el pasado 31 de octubre cuando recogía un premio en el escenario del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Entre la audiencia presente se encontraba Mark Zuckerberg. Poco antes de subir, el cómico Stephen Colbert la presentó anunciando que Eilish, que tiene 23 años, donará 11,5 millones de dólares de los ingresos de su gira Hit Me Hard and Soft. El dinero se destinará a programas de equidad alimentaria, justicia climática, reducción de las emisiones de carbono y lucha contra la crisis climática.
El mundo está cambiando para bien. Cada vez los indicios son más contundentes. La semana pasada se confirmó que los ultraderechistas holandeses han perdido 11 escaños y se quedan fuera del gobierno del país. Geert Wilders, uno de los instigadores de los discursos de odio europeos pierde las elecciones contra Rob Jetten, un candidato abiertamente gay, medioambientalista y con un discurso muy asentado en los derechos humanos. La semana anterior ganó las elecciones irlandesas Catherine Connolly, una izquierdista defensora de los derechos del pueblo palestino y opositora a la militarización de Europa. Con un 64% de los votos, muchos de ellos de votantes jóvenes, Connolly se convierte en la tercera mujer en ostentar el cargo de presidenta de Irlanda. Y toda la atención la tenemos puesta en el día 4 de noviembre, cuando Zohran Mamdani puede convertirse en el primer alcalde musulmán de la historia de Nueva York, gracias a una campaña electoral basada en el apoyo comunitario. Mamdani ha conseguido financiar la mayor parte de su campaña con pequeñas donaciones individuales. Frente a él se encuentran candidatos financiados por grandes oligarcas y multimillonarios de esos de los que hablaba Billie Eilish en su discurso.
Cada vez está más claro que durante los últimos años los discursos de odio se han cebado con el 1% erróneo. En la confusión de todo lo que ha ido sucediendo en los 10 últimos años, las audiencias vapuleadas por crisis como la del coronavirus se han dejado confundir. Pero ahora parece que, tras el susto inicial, la cordura colectiva, que también se puede hacer viral, empieza a tener cierta consistencia. Hay un 1% de la población mundial que tiene más dinero que el 99% restante y no usa ese poder económico para conseguir una sociedad más igualitaria, sino para lo contrario. Sus plataformas, que en un principio representaban una revolución histórica en la forma de comunicar del ser humano, ahora están convirtiéndose en una forma de esclavitud digital. Ligado más a intereses económicos y comerciales que al bien común, su desarrollo está generando productos tóxicos y antidemocráticos. Por resumir todo esto, no se trata de que por ejemplo la IA sea mala per se, son las bases sobre las que se está desarrollando las que son erróneas.
Y mientras un grupo minoritario de personas juegan a ser los reyes de este nuevo mundo gobernado por una tecnología deshumanizada e injusta, los partidos de ultraderecha se dedican a culpar a otro 1% de todos los males que este tipo de desarrollo nos ha traído. En España tenemos tremendos ejemplos de esto. Los mal llamados MENA son uno de los colectivos más vapuleados de nuestro país. Los chavales que vienen a España solos, sin sus padres, menores de edad, son uno de los grupos más odiados que existen. Así lo dicen todas las encuestas de percepción a las que he tenido acceso en los últimos años. Sin embargo, apenas hay 20.000 chavales de estos en nuestro país, lo que representa un 0,04% de la población de España. Es difícil pensar que acabar con ellos –como sugieren algunos políticos– pueda resolver ninguno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos la mayoría. Pero la estigmatización de un grupo tan pequeño y tan concreto de gente ayuda a desviar la atención de los grandes temas que sí son relevantes, como la falta de vivienda, la degradación de lo público o la pobreza infantil. El desconocimiento permite crear monstruos que no existen y muchas personas, confundidas, han comprado este discurso. La mayoría de ellas posiblemente ni siquiera hayan tenido relación con este grupo social. Es posible que ni siquiera conozcan a chavales musulmanes. Eso queda muy claro en el proyecto Empoweryouth, donde jóvenes nos cuentan la cantidad de prejuicios preconcebidos erróneos a los que se tienen que enfrentar cada día por ser o parecer musulmanes. A este colectivo se unen otros grupos minoritarios que potencialmente podrían ser maltratados y eliminados. Están las personas trans, que se estima no llegan ni un 0,1%. También están las personas migrantes de origen árabe, luego las personas migrantes racializadas, por ese orden. Y sin embargo ninguno de estos grupos participa de ese 1% de multimillonarios.
Somos más las personas que saldríamos ganando si el sistema que rige nuestra sociedad fuera más justo e igualitario. Eso está haciendo que este despertar mundial en el que está adquiriendo la conciencia de que el 1% que nos impide construir un sistema adecuado no son estos pequeños grupos minoritarios contra los que durante estos últimos años han ido lanzando todos los ataques. De hecho, nuestra sociedad será mejor cuanto más protegidas estén las minorías y más preservada esté la diversidad. Que jóvenes artistas como Billie Eilish lo tengan claro significa que estamos en un nivel de despertar muy avanzado. No estoy diciendo que no quede mucho esfuerzo por hacer. Los resultados no van a ser inmediatos, este sistema capitalista es muy traicionero y está diseñado para autoprotegerse a costa de nuestro bienestar. Todavía hay muchas cosas tristes y complicadas pasando. Pero tenemos que creer que podemos cambiar para hacerlo. Tenemos que creer que somos muchas más para serlo. Ese es el camino: identificar al 1% correcto. Y ya estamos casi.
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