Opinión
Soñar en medio del incendio

Por Sato Díaz
Coordinador de Política.
La espiral belicista que recorre el mundo continúa in crescendo. El mundo arde, no hay bomberos y sobran bidones de gasolina. Conato de incendio en Polonia. En Gaza, bajo el desierto de cenizas, quiere reverdecer un pueblo al que no van a lograr masacrar. El verde de la bandera palestina representa la fertilidad de la tierra, pero también la esperanza de un futuro próspero. En Estados Unidos la violencia política es la cerilla que puede prender la llama de un autoritarismo palpable. El asesinato del ultra Charlie Kirk caldea más todavía un abrasador ambiente. Una semana peligrosa, hacia la deriva.
En medio del incendio es muy difícil divisar el horizonte. El fascismo crece, tiene todos los ingredientes para ello: la violencia, el miedo, la desigualdad, el odio, el exabrupto. La izquierda intenta a duras penas resistir en buena parte de Occidente. Cuando esta combate mirando a la cara a las fuerzas reaccionarias, hay opciones de éxito. También esta semana conocíamos la victoria de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires al candidato ultra de Javier Milei.
En Francia las plazas han tomado protagonismo ante la incapacidad del palacio de satisfacer las necesidades sociales. El martes salía a la calle el movimiento anti-austeridad Bloquons tout (Bloqueemos todo) y aunque no logró paralizar Francia sí que tuvo un importante nivel de seguimiento (250.000 personas se movilizaron) y es el prolegómeno de la jornada de huelgas convocada para esta próxima semana por los sindicatos. Emmanuel Macron ha vuelto a nombrar a un primer ministro de derechas, pese a que las elecciones legislativas del pasado año supusieran una victoria del Nuevo Frente Popular de izquierdas. Esta vez es el turno de Sébastien Lecornu, ex ministro de las Fuerzas Armadas, dato clave en el contexto armígero que habitamos.
Macron, que llego al Elíseo bajo la promesa de cerrar la puerta a la ultraderecha de Marine Le Pen (ahora también de Jordan Bardella tras la inhabilitación judicial a la líder), está empeñado en cerrar la puerta a las izquierdas. Los socialistas franceses reclamaban que el nuevo primer ministro fuera de los suyos, también lo anhelaban los verdes, y se divisaba una gran coalición entre macronistas, socialistas y verdes. No ha sido así. El movimiento de Macron puede facilitar, de nuevo, un gran entendimiento entre fuerzas progresistas como en el 2024 si la legislatura se precipita y se convocaran nuevas legislativas o presidenciales.
El catedrático de Ciencias Políticas Ignacio Sánchez-Cuenca publicaba esta semana un interesante artículo en El País bajo el título El dilema político que (probablemente) tendremos que afrontar. En él, el profesor argumenta que, ante el constante crecimiento de Vox (el CIS de esta semana le situaba por encima del 17%), los demócratas españoles han de reflexionar. En el texto, plantea la posibilidad de que el PP gobierne con Vox si, como señalan los sondeos, dieran los números. "El sistema democrático entra en riesgo cuando los conservadores no logran frenar a la derecha autoritaria y se ven arrastrados por ella", recuerda el politólogo.
Para Sánchez-Cuenca, si la entrada de Vox en el Consejo de Ministros se fuera a materializar, "el resto de las fuerzas políticas, y muy señaladamente el PSOE, por ser el segundo partido más grande del país, debería allanar el terreno político ofreciendo algún entendimiento al Partido Popular para que no dependa de la extrema derecha y opte por gobernar en solitario". La idea de que el PSOE debería facilitar un gobierno del PP (entrando en él al modo de la gran coalición alemana de CDU-SPD o con apoyos parlamentarios de investidura y puntuales) es una constante en los cenáculos madrileños. Sería otro PSOE, postsánchez, que pondría fin a la etapa actual, en la que se entendió con sus izquierdas y los soberanismos periféricos para generar consejos de ministros progresistas y de coalición.
Ante la volátil coyuntura política internacional (también estatal), las propuestas políticas e ideológicas se suceden. Con el mantra de resistir al fascismo de fondo y el tufo a guerra que se desprende, nadie sabe muy bien qué hacer. En el panorama estatal, al inicio del verano, el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, filtraba una propuesta para crear un sujeto político de izquierdas que englobe a las distintas propuestas soberanistas del Estado y que se entendiera con la izquierda estatal. La idea quedó relegada a un segundo plano rápidamente por el rechazo de la propia ERC y por el poco entusiasmo que manifestaron el resto de formaciones a las que apelaba.
Ante la inestabilidad de la legislatura española (la cual depende más de la coyuntura internacional y de las decisiones judiciales que de los avances legislativos) la izquierda alternativa va tarde en lanzar una propuesta por si se precipitan unas elecciones. Pero más relegada está todavía en la creación de horizontes visibles hacia los que caminar desde este incendio, en medio de tanto humo y fuego. ¿Cuál es el proyecto político de la izquierda en Occidente más allá de la resistencia al fascismo? Que el horizonte no pase por facilitar que el PP no necesite a Vox para gobernar... o por coaligarse con Macron para ser nombrado primer ministro.
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