Opinión
Hablar por señas
Por Rafael Reig
ABEL DÍEZ ALCOBENDAS (MADRID)
No cedamos un milímetro, pero tampoco ante los lobbies del negocio de las traducciones. Si quieres leer un libro en inglés también tienes que desplazarte a bibliotecas de capitales (y hay pocos títulos). Si pretendes leer en latín, griego, alemán o sueco, ni te cuento.
De todas formas, ¿es tan importante aprender inglés? Siento el mismo estupor exasperado que Darío: “¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?”. Siempre recuerdo aquella (minúscula) maldad que se decía de Salvador de Madariaga: “Ah, ya, Madariaga, ese tipo que es tonto en cinco idiomas”. A este paso, con esta fe religiosa en el inglés, nos vamos a llenar de botarates bilingües.
Nada tengo contra el aprendizaje de idiomas, en el que he incurrido bastante. Durante muchos años también he enseñado español a extranjeros y no tengo ninguna duda: se aprende con más facilidad otra lengua cuanto mejor se habla la propia. Los estudiantes que saben gramática y conocen bien su idioma no tienen problema para aprender otros (ni en general para aprender cualquier cosa). Aprendamos primero bien el español; ensanchemos nuestro propio mundo: “Die Grenzen meiner Sprachen
bedeuten die Grenzen meiner Welt” (los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo), como decía
Wittgenstein. Luego ya aprenderemos sin problema inglés (o alemán). ¿O acaso, por ejemplo, le parece que se ha vuelto muchísimo más listo Aznar desde que aprendió inglés?