Opinión
El tecnolibro
Por Varios Autores
LETRAS DE CAMBIO // EVA ORÚE
En tanto se populariza y no el tan cacareado e-book, las ciencias editoriales avanzan que es una barbaridad. Seguimos instalados en la galaxia Gutenberg, pero ya en su versión 5.0.
Libro ¿qué?
Electrónico, libro electrónico. Y no me refiero a la versión electrónica de un libro (el texto colgado en la web), sino al artefacto utilizado para leer libros en formato digital. La buena nueva de su advenimiento inmediato nos ha sido anunciada en falso tantas veces que muchos desconfían. Pero no, existe, y hay quien se sirve de él. Ocurre que no ha dado aún el salto a las manos de los lectores, vaya, que no se ha producido nada similar al fenómeno iPod.
Tecnologías
Ni que decir tiene que cuentan, y mucho, en el mundo de la edición. Cuando Ofelia Grande, de Siruela, hace repaso de los 25 años de la editorial, señala que lo más destacado en este cuarto de siglo de actividad ha sido “la incorporación de tecnologías que han cambiado los modos de trabajar” (además de la tendencia empresarial cada vez más grande a la concentración), y es cierto que la impresión digital lo ha alterado todo: ha abaratado los costes, ha permitido flexibilizar las tiradas. Pero hay otros terrenos propicios para la novedad. ¿Quién le iba a decir al Cid que la recién lanzada edición de su Cantar, que se quiere definitiva, se establecería a partir del riguroso estudio del único manuscrito conocido, examinado incluso con las ultimísimas técnicas videomicroscópicas?
Tecnolomías
La revolución mayor, no obstante, pasa por que cada uno publique el libro que le dé la gana. Hasta hace nada, la autoedición era el último recurso para literatos inéditos que no querían o no podían convencer a una editorial de que lo suyo (novela, ensayo o poesía, también autobiografía, o la historia de su familia, o su blog...) merecía llegar al gran público.
Ahora, además, existen empresas que permiten que cada quien haga el libro que desea, con el diseño que le gusta y la tirada que su ego le pida. Blurb.com es pionera en este empeño: pone a disposición del internauta letraherido un software gratuito para proceder al diseño y maquetación; luego, imprime y envía el libro a su autor, aunque también puede distribuirlo en puntos de venta u ofrecerlo desde su propia web.
En definitiva, que del mismo modo que Internet ha dinamitado el monopolio de la comunicación que ejercían los medios establecidos, la fortaleza editorial puede resquebrajarse ante el e-mpuje de los autores tecnológica.