En muchas sociedades hay temas totémicos que encienden más que ningún otro los ánimos y, por ello, los políticos con ambiciones de poder suelen esquivarlos. En Alemania, los socialdemócratas acaban de dar de lleno en el avispero. Los delegados del congreso del SPD el fin de semana en Hamburgo votaron a favor de introducir un límite de velocidad en las autopistas alemanas. Con un máximo de 130 kilómetros por hora, los socialdemócratas esperan contribuir a la lucha contra el cambio climático.

Puede que este objetivo convenza a más gente, pero en el pasado, cualquier atisbo de frenar a los automovilistas alemanes producía escenas de cólera colectiva. Y es que en Alemania, el derecho de ir a toda hostia por la Autobahn es el símbolo por excelencia de la libertad civil: "Vía libre para ciudadanos libres" es una ley no escrita.

En EEUU defienden con la misma irracionalidad el derecho de poseer armas. La gente acepta todo tipo de fechorías, como la prohibición de viajar a otros países como Cuba, pero mientras cada americano pueda adquirir un Winchester, se considera un hombre libre.

Los británicos ven planes de introducir la obligación de llevar un DNI el preludio de la tiranía, aunque les importa menos que el país tenga ya casi la mayor densidad de cámaras de vigilancia del planeta.

Es una pena que los ejemplos citados despierten tanta pasión libertaria entre la peña, mientras tantas otras intromisiones del Estado se aceptan sin resistencia.

Thilo Schäfer