Opinión
El humo que no sabe dónde está el fuego

Por Paco Tomás
Periodista y escritor
-Actualizado a
Yo, que soy un tipo de escasas liturgias, sigo admirando la capacidad que tiene el ser humano de convertir en apasionante una simple chimenea. En la era de la espectacularidad, del ritmo adictivo de los vídeos de TikTok, de esa consigna que repite "esto es televisión", para que queden claros ciertos códigos que tienen que ver con lo sensacional y lo dinámico, media humanidad permanecía expectante a un plano fijo de tejas de terracota y una chimenea de color óxido, de quita y pon, con el aspecto de una amanita muscaria de cuello jirafa. Creo que mi manera de describirlo es mucho más entretenida que el plano del que hablaban todas las radios y televisiones, durante dos días, como si se tratase de una secuencia apasionante de una película de Brian de Palma.
Escribo esta columna mientras la fumata blanca asciende al cielo de Roma, en lo que se considera un cónclave corto, y la plaza de San Pedro se ha convertido en un espectáculo de pasacalles al estilo Barnum. Mientras, y disculpen si ahora les corto el rollo, Netanyahu afirma que "las reglas van a cambiar", en un escenario de sangre y muerte que ya se ha cobrado más de 52.600 víctimas palestinas desde octubre de 2023.
Puede resultarnos lógico que los medios de comunicación lanzasen un despliegue informativo, trasladando programas y noticiarios de radio y televisión, equipos enteros, hasta el Vaticano para hacer una cobertura de lo que se considera un hecho histórico. La chimenea y el color del humo. Como si fuera un baby gender reveal. Y lo es. La elección de un papa siempre es un hecho histórico pero, ¿qué es entonces el genocidio de un pueblo ante los ojos apáticos de una comunidad internacional cobarde? ¿Cómo definimos pues al macho violento y homicida que comunica abiertamente que ya no le tiene miedo a la palabra ocupación y que eso es lo que va a hacer en la Franja de Gaza aunque para ello tenga que exterminar a los palestinos que queden vivos? ¿No es eso un hecho histórico? He sobrevivido a cinco papas y nada ha cambiado en la Iglesia. He visto holocaustos, genocidios, crímenes de Estado, y esos siempre han cambiado el curso de la Historia. Difícilmente se sobrevive a un genocidio televisado que cada vez va perdiendo más interés mediático.
Siento, sin dejar de comprender las exigencias que la actualidad reclama, que cuando se decide hacer una sobre cobertura para observar el humo de una chimenea, se desatienden otras informaciones. El espacio y el tiempo es limitado. Si hay más minutos para el Vaticano, hay menos tiempo para Gaza.
Termino de escribir esta columna viendo al nuevo papa salir al balcón de San Pedro. Es un papa estadounidense. En la misma semana en la que Donald Trump volvió a utilizar la IA que a él le falta para difundir una imagen suya con la sotana blanca. Ese Trump que ya diseñó un futuro para Gaza que pasaba por convertirla en una especie de Las Vegas. ¿Acaso semejante desvengüenza no merece una cobertura mediática constante e intensiva? Lo sé. Sé que alguien va a definir esta columna como demagógica pero llevo un tiempo comprobando que cuando alguien define algo como demagógico es porque la verdad que plantea escuece ante la falta de argumentos que la rebatan.
Se llama Robert Francis Prevost. Se va a llamar León XIV. Desde el balcón de San Pedro, el nuevo papa dice: "El mal no prevalecerá". Dice eso mientras el mal asesina cada día en nombre de dios. En ese nombre, Israel y su gobierno de fanáticos ultra religiosos mata mujeres, hombres y niños. El mal presume de desestigmatizar la posibilidad de tomar el control de la Franja. El mal celebra el bombardeo de escuelas, de campamentos de desplazados, de hospitales. Desde el 5 de mayo, el mal pasó a ocupar más territorio en el enclave y aseguró "un ataque a gran escala" y el desplazamiento de la mayoría de la población palestina. La que queda viva. Es difícil pensar, con la algarabía que veo en la plaza de San Pedro, que el mal no prevalecerá.
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