Los rostros del refugio a ojos de un refugiado
El fotoperiodista egipcio Belal Darder fue condenado a 15 años de cárcel por documentar la represión tras el golpe de estado de Al Sisi. Tras huir del país, encontró asilo en España, donde ha retratado a otros doce migrantes y refugiados en una exposición de CEAR que puede visitarse en Caixa Forum hasta el 9 de enero.
Madrid-Actualizado a
AUSENCIAS. Ajla, Bosnia
Recuerda las mañanas frías y despertar sola en casa porque sus padres se habían ido a trabajar. Una niña pequeña en el silencio de una casa poco amueblada. Y es que los primeros años de su familia en España fueron duros y sacrificados, pero cuando pudo regresar a Bosnia se dio cuenta de que era una privilegiada por haber tenido la oportunidad de labrarse un futuro en otro país
TRANSFOBIA. Vicky, Honduras
Recibió múltiples amenazas de muerte por su defensa de los derechos de las personas trans, en un país donde son asesinadas impunemente. Tuvo que huir para no ser una fría cifra más. Pero los retos y los problemas que afrontan las mujeres trans existen también en España, donde Vicky sigue luchando contra la transfobia, la violencia y la exclusión del mercado laboral, aunque ahora se siente más segura y puede alzar su voz con menos miedo, gracias en parte al apoyo de CEAR.
BAJO CONTROL. Nesrine, Palestina
Temía por la vida de su hijo cada vez que pasaba por los puestos de control israelíes, por eso un día hizo las maletas y huyó a España para que su familia y ella se pudieran mover con libertad. Actualmente, a pesar de estar muy ocupada con su trabajo como cocinera, encuentra tiempo para participar en todas las manifestaciones por Palestina en Madrid, porque siempre recuerda a todas las personas que dejó atrás.
ACTIVISMO. Ramntin, Irán
Decidió luchar contra la persecución y discriminación que sufre la comunidad LGTBIQ+ en su país, destacándose como activista. Fue encarcelado varias veces por el régimen teocrático, lo que provocó que su madre le pidiera que huyera a otro país. Llegó a Turquía y posteriormente fue trasladado a España, donde solicitó el asilo y trabaja en una organización para ayudar a otras personas refugiadas a rehacer sus vidas.
IDIOMA. Margaryta, Ucrania
Pasó de ser la niña estrella en su escuela en Ucrania a no entender lo que decían sus compañeros de clase en España. De sentirse acompañada por su familia a vivir en soledad mientras sus padres trabajaban sin parar. El shock hizo que emprendiera una interminable lucha para dominar el castellano, hasta el punto de enseñárselo a sus propios padres, idioma que ahora habla perfectamente y que incluso le ha permitido escribir artículos en El País.
RACISMO. Fernand, Guinea Conakry
No había cumplido 19 años cuando tuvo que huir de su país, donde según cuenta le podían encarcelar o matar simplemente por protestar. Su viaje no duró horas o días, sino años, ya que fue andando desde Guinea hasta Marruecos, donde tuvo que soportar la brutalidad de la policía marroquí. Consiguió llegar a costas andaluzas, tras tener que arriesgar su vida en una patera. Lleva dos años tratando de empezar de nuevo, pero se siente excluido del mercado laboral español por el color de su piel.
HOMOFOBIA. Karam, Azerbaiyán
Pasó su adolescencia ocultando su homosexualidad por temor a lo que podía suceder si se enteraban las autoridades de su país. Trató de buscar un lugar donde poder ser, sentir o amar libremente. Primero lo intentó en Turquía y Ucrania, donde tampoco se sentía seguro. Al final se decidió por España, actualmente se encuentra a la espera de una resolución, mientras busca trabajo y estudia castellano en València.
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