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Adam Przeworski: "El debilitamiento de los sindicatos es una fuente de desigualdad creciente"

El politólogo Adam Przeworski (Varsovia, 1940) reflexiona sobre el estado de las democracias y las principales amenazas a las que se enfrentan, como la polarización y la extrema derecha.

Adam Przeworski durant la conferència a la Biennal de Pensament 2022.
Adam Przeworski durante su conferencia en la Bienal de Pensamiento 2022. Ayuntamiento de Barcelona

El politólogo Adam Przeworski (Varsovia, 1940) nació en la Polonia ocupada por el régimen nazi durante la II Guerra Mundial. Con poco más de 20 años se trasladó a Estados Unidos, donde ha desarrollado una carrera académica que lo ha situado como uno de los principales teóricos en sistemas democráticos y economía política.

Przeworski es profesor emérito de Política Carroll y Milton en la Universidad de Nueva York y ahora vive a caballo de Estados Unidos y Francia. Ha visitado Barcelona poco más de 24 horas para participar en la Bienal de Pensamiento y atiende a Público en una terraza de la Plaça Reial, al lado del escenario donde pronuncia la conferencia.

"El peligro para la democracia es que los perdedores de las elecciones no acepten el resultado"

Aunque su último libro se titula Crisis de la democracia, Przeworski reivindica que no es alarmista y niega que exista una "crisis generalizada" de las democracias en el mundo. Sí advierte que algunos países, como Estados Unidos, India o Hungría, afrontan una situación crítica.

El politólogo es conocido por una definición minimalista de la democracia, que sostiene que es "aquel sistema donde los partidos pierden elecciones". Esto se tambalea en Estados Unidos, donde varios gobernadores republicanos pro Trump han afirmado que no reconocerán los resultados si pierden. El académico alerta de que esto conducirá a conflictos violentos.

La polarización y el ascenso de la extrema derecha son también amenazas y Przeworski explica que la gente está "enfadada" y busca "soluciones mágicas", como las que ofrece Giorgia Meloni en Italia. Uno de los motivos de esta rabia se encuentra en unas instituciones que han sido incapaces de evitar una profundización continua de las desigualdades en las últimas décadas. "Creo que hasta cierto punto ese rechazo tiene raíces fáciles de entender, porque estas instituciones no funcionan muy bien", explica.

La "ofensiva neoliberal" que rompió el compromiso de clases vigente durante los treinta gloriosos (1945-1973), en los que Europa conoció una prosperidad hasta entonces desconocida, sigue. "Es una lucha permanente: los mercados crean desigualdad y los gobiernos tienen que reaccionar. A veces vamos en una dirección y a veces, en otra". La movilización y sobre todo la organización social, remarca Przeworski, desempeñan un papel clave, y sostiene que el debilitamiento de los sindicatos es una "fuente de desigualdad creciente".

Su último libro trata sobre las crisis de la democracia. ¿Hay países que las están sufriendo más que otros o es un fenómeno global?

Yo no soy de estos alarmistas, no creo que haya una crisis generalizada de la democracia. Creo que hay más países que antes donde la democracia está amenazada, pero esto no quiere decir que en todos lo esté. Hay países donde anda bastante bien, como en España.

¿Dónde peligra más?

La lista es larga. Estados Unidos, la India, Hungría, Turquía... Quizás Polonia, mi país natal, aunque está menos claro.

¿Y cómo se materializa esta crisis?

Hay dos amenazas, que no siempre van juntas. Una es que la gente está dispuesta a tolerar transgresiones de normas democráticas por parte de Gobiernos que le gustan. Si le gusta la ideología nacionalista, o religiosa, contra el aborto por ejemplo, entonces dicen: "Bien, si este Gobierno transgrede normas, lo vamos a tolerar". Esto es un peligro.

El otro es la polarización, que es que las fuerzas políticas se perciban como enemigos. El peligro para la democracia es que esto puede llevar a que los perdedores de las elecciones no acepten el resultado. Esto puede pasar en los Estados Unidos. El mayor peligro es que las elecciones en los EEUU dejen de funcionar.

¿En Polonia también hay esta situación?

Ahí el peligro es más del primer tipo: es un Gobierno muy nacionalista, muy religioso, y hay gente dispuesta a tolerar que el Gobierno manipule los medios de comunicación, que suprima las Cortes... porque le gusta que el Gobierno sea tan religioso. Hay polarización también, pero yo creo que si el partido que está en el poder ahora pierde las elecciones que hay en 18 meses, aceptará el resultado. Hará todo lo posible para no perderlas, gastar dinero, monopolizar los medios... Pero si pierde, lo aceptará.

¿Qué papel juega en esto el odio?

A ver, polarización ha existido siempre. Había partidos de izquierda, partidos de derecha... Y competían, entraban en conflicto. Lo nuevo es que hay odio, enfado. La gente está enfadada. Esto es lo nuevo. Es difícil decir de dónde viene.

¿La crisis de representatividad de las instituciones puede tener algo que ver?

"Si las instituciones funcionaran bien, no habría tanta desigualdad"

Sí. Hay un idioma de rechazo de las instituciones representativas. Creo que hasta cierto punto este rechazo tiene raíces fáciles de entender. Porque estas instituciones no funcionan muy bien. Hay mucha gente que se queja de que los populistas rechazan estas instituciones y al mismo tiempo lamenta la desigualdad. Si estas instituciones funcionaran bien, no habría tanta desigualdad. Hay algo que falla.

¿Y qué es lo que falla?

Las instituciones no manejan a los mercados de la manera que se pensaba. Se esperaba que produjeran políticas de igualación, de acceso a la propiedad, de ingresos...

¿Cómo influye en este escenario el desgaste de los partidos clásicos?

Hay un desgaste enorme de los partidos de centro, centro-derecha y centro-izquierda. En realidad, en mi libro muestro que el aumento del peso electoral de los extremos, en particular la extrema derecha, no se debe a que estos partidos movilicen a gente que antes no participaba en las elecciones. Se debe a que la participación electoral bajó, y bajó el apoyo a los partidos de centro.

Hemos tenido casi 100 años sin interrupciones en los que hemos sido gobernados por el centro derecha y el centro izquierda. Y la vida no ha cambiado mucho, no ha cambiado casi nada. La gente dice: "Votamos, participamos, esperamos, y nada cambia". Por eso buscan soluciones mágicas. Es lo que pasó con el voto a Giorgia Meloni en Italia. La gente rechaza lo que conoce.

Las desigualdades se han ampliado mucho en las últimas décadas, ¿antes las instituciones funcionaban mejor?

"La ofensiva neoliberal era romper este compromiso de clases"

Hay margen para la mejora. Lo que pasó en Europa después de la guerra es que se armó algo que yo llamo compromiso de clases. Se decía que las empresas van a ganar beneficios, van a tolerar la redistribución, el gasto social, y los Gobiernos van a cuidar la inversión y asegurar los ingresos. Esto funcionó 30 años, los treinta gloriosos [1945-1973].

Hasta la mitad de los años 70, la productividad y los salarios aumentaron exactamente a la misma tasa, 1:1. Y de repente, en los Estados Unidos a finales de los 70 y en Europa a finales de los 90, la brecha se abrió totalmente. La productividad continuaba aumentando y los salarios se estancaban. La ofensiva neoliberal era romper este compromiso de clases. Y con esto se polarizó la situación.

Y ahora, ¿en qué momento estamos?

Estamos en una situación en la que no hay soluciones mágicas ni radicales. Es una lucha permanente: los mercados crean desigualdad, los Gobiernos tienen que reaccionar contra ella, y de vez en cuando vamos en una dirección y de vez en cuando en otra.

"Los sindicatos aseguraron que los trabajadores sacaban beneficios del crecimiento económico"

Esto continúa y va a continuar. Los sindicatos son un actor muy importante en todo esto: aseguraron que los trabajadores sacaban beneficios del crecimiento económico. Ahora los sindicatos se han debilitado mucho como fuerza política. Creo que el debilitamiento de los sindicatos es una fuente de desigualdad creciente.

¿La movilización social es entonces la forma de recuperar fuerza ante los poderes económicos?

Creo que es la única forma posible. Hay muchos nuevos movimientos participativos. Su error, creo, es que se oponen a los partidos. Quieren reemplazarlos. Nunca lograrán eso, la competición electoral es tan fuerte que los partidos se comen a todos los movimientos. Pero si estos movimientos trabajan a través de partidos, creo que esto sí va a dar resultados.

La inflación ha sido históricamente un factor que ha desestabilizado los regímenes democráticos. ¿Con el IPC casi al 10%, cree que se plantean escenarios como el retorno al autoritarismo?

La inflación es un peligro, pero no creo que para la democracia. Tenemos inflación y probablemente tendremos estancamiento económico, una situación llamada estanflación. Costó mucho salir de esto. Va a ver mucha gente en las calles, el invierno será duro, pero no creo que sea un peligro para la democracia.

El contraste con la época de entreguerras es que no hay una alternativa ideológica a la democracia. No hay fascismo, no hay comunismo. Todas estas fuerzas extremas utilizan un idioma democrático. Marine Le Pen dice "yo voy a convocar un referéndum", usa un idioma democrático. No creo que la democracia esté amenazada por la crisis económica que viene.

Pese al idioma democrático, promueven una regresión en derechos que afecta especialmente a los colectivos minorizados. En los Estados Unidos, se ha ido hacia atrás en el derecho al aborto…

Sí, porque manipulan las reglas democráticas y los medios. En los Estados Unidos hay un conflicto muy agudo, fortísimo. En los Estados Unidos la democracia está en crisis, el método principal de resolver conflictos, las elecciones, no sé si funcionará.

Republicanos de algunos estados, de orientación pro Trump, ya dicen que no van a reconocer los resultados de las elecciones si pierden. Esto lleva a conflictos, es muy probable que haya incidentes violentos en varias partes.

La situación material es mucho mejor ahora que décadas atrás. ¿Cómo afecta esto a las perspectivas de la democracia?

"Un PIB alto es una vacuna para la democracia"

Tengo un estudio de hace 25 años que muestra que ninguna democracia ha caído en países con un PIB per cápita superior al de Argentina en 1976 [6.055 dólares]. Creo que un PIB alto es una vacuna. La gente vive mejor que hace 20 años, pero al mismo tiempo hay más gente que cree que sus hijos no van a vivir mejor que ellos.

Esta pérdida de confianza en el progreso es nueva. Desde la Revolución Industrial, todas las generaciones han estado convencidas que las siguientes van a vivir mejor. Esto se está desmontando. En Europa, el 64% de los padres lo cree.

¿Cómo influencia esto?

Es una fuente de insatisfacción con todo, muy profunda. Tengo una hija y una nieta. Mi hija aún vive mejor que yo, pero mi nieta parece que va a tener una vida mucho más dura que su madre. Para los padres yo creo que esto es algo muy profundo y doloroso. Después tenemos la perspectiva del cambio climático, un desastre mucho más profundo que la crisis de la democracia.

¿Se trata de la mayor amenaza a los sistemas políticos?

Es la mayor amenaza que afecta a la humanidad. Es un desastre que pensábamos que estaba en un horizonte bastante alejado y día a día estamos descubriendo que se está aproximando. Y los políticos no reaccionan.

¿Qué es lo que frena a los políticos?

Creen que la gente se preocupa sólo de mañana. Y que tienen que hacer cosas a corto plazo para ganar las elecciones. No se meten en proyectos que les podría costar la derrota y que superan al calendario electoral. No hay proyectos a 20 años. Ofrecen programas electorales para su tiempo en el gobierno, no más allá. Las soluciones al cambio climático se debían de haber pensado hace 20 años, ahora quizás es demasiado tarde.

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