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El anuncio de Ana Pontón de que planea dejar el liderazgo del BNG deja en shock al nacionalismo gallego

La portavoz nacional del Bloque abre "un periodo de reflexión personal" para decidir si sigue al frente de la formación a partir de noviembre.

La portavoz nacional del BNG, Ana Pontón. E.P./César Arxina
La portavoz nacional del BNG, Ana Pontón. César Arxina / EUROPA PRESS

El anuncio de Ana Pontón de que se toma "un periodo de reflexión" sobre su continuidad al frente del BNG ha dejado en shock al nacionalismo gallego, que desde las elecciones autonómicas en julio del 2020 vivía el momento más dulce de sus casi cuarenta años historia. El miedo a que abandone la líder que ha logrado coser el partido y convertirlo en la única amenaza al reinado absolutista de Feijóo en Galicia atenaza desde esta mañana a la dirección y a la comprometida militancia del Bloque.

Ni siquiera en el entorno más cercano de la portavoz nacional esperaban que el curso político fuera a empezar con una insinuación que revoluciona todos sus planes. "Quiero abrir un período de reflexión personal sobre mi continuidad", vino a decirles Pontón en la reunión de la ejecutiva nacional celebrada este jueves por la mañana, en la que la dirección iba a preparar el arranque del nuevo ejercicio.

Algunos de los asistentes ni siquiera pudieron reaccionar. Horas después, la portavoz envió un tuit en el que apenas daba pistas sobre los motivos de fondo para abrir justo ahora un debate de ese calado: "El BNG debe ser el actor decisivo en la política gallega y aspirar a presidir la Xunta. En este marco abro una reflexión personal sobre mi papel", escribió.

Para entender la situación, cabe recordar que Ana Pontón, politóloga de 44 años y madre de una niña, acaba de convertir hace poco más de una año al BNG en la segunda fuerza política de Galicia, tras superar en cinco escaños y 58.000 votos en las autonómicas a un PSOE que no supo acoger al electorado de centro izquierda y de izquierda desencantado con el caótico período de las Mareas.

Pontón, que se inició en los movimientos nacionalistas estudiantiles y que lideró Galiza Nova, la organización juvenil del partido, levantó al Bloque desde una situación dramática, cuando accedió a la portavocía nacional de la formación en el 2016. Ese año el BNG se quedó con seis escaños en el Parlamento autonómico, por debajo de la mitad de la representación que habían logrado los socialistas y las mareas en una cámara de 75 diputados.

En apenas ocho años, Pontón ha revitalizado y renovado las estructuras de la formación, ha devuelto la ilusión a una militancia desencantada con las batallas internas de la primera mitad de la década pasada, ha triplicado los resultados electorales (19 escaños) y, sobre todo, se ha erigido en la única figura política capaz de hacerle sombra a Feijóo. Incluso entre el electorado popular.

"No es que Ana concite apoyos o que sepa construir mayorías, es que nunca antes un líder del Bloque había gozado de semejante nivel de legitimación interna y de simpatía externa. Somos una organización que valora la diversidad, pero en el caso de Ana el apoyo es unánime", asegura un miembro de la Ejecutiva, quien, pese a su añeja amistad con la portavoz nacional, reconoce que no sabía nada de su decisión.

No es que Pontón se haya ido ya. Pero la mera insinuación de que duda sobre si seguir o no parece indicar en esa dirección. Porque podría haber iniciado y concluido la misma reflexión personal sin hacerla pública. "Lo mejor para el BNG y para Galicia sería que Ana siguiera. Y si fuera en otro contexto pienso que seguiría, pero en este, no puedo darlo por seguro", afirma la citada fuente.

El Bloque tiene previsto celebrar su asamblea nacional a principios de noviembre. Hasta hoy nadie ponía en duda que iba a ser un proceso constructivo, tranquilo y fácil, destinado a arropar a la líder del partido y a reforzar la convicción interna de que, como sucedió con Fraga, es cuestión de tiempo que Feijóo caiga en las urnas o se vaya, y de que será el BNG quien esté ahí para recuperar la Xunta, en la que gobernó como segunda fuerza en la coalición con el PSOE que dirigió el Ejecutivo gallego entre el 2005 y el 2009. Ana Pontón era la condición imprescindible que sustentaba ese sueño de recuperar la Xunta, y que ahora parece romperse.

Algunas fuentes insinúan que el mensaje que dio esta mañana podría ser "un aviso a navegantes" destinado a acallar algunas voces que plantean que el trabajo parlamentario y de dirección estarían mermando la capacidad de la ejecutiva para trabajar con idénticos resultados en el refuerzo territorial y orgánico del partido, y que Pontón habría lanzado un órdago para suprimirlas de raíz.

Otras incluso insinúan que la dirección podría estar abriendo otro debate dirigido a ir convenciendo a la militancia de las supuestas ventajas de volver a los tiempos en los que el BNG funcionaba con una dirección bicéfala al estilo del PNV, con un secretario general diferenciado de la figura del candidato a las autonómicas y portavoz parlamentario.

Podría ser, pero no parece haber nada de eso. Entre otras cosas porque el Bloque es consciente de que aquella fórmula generó enorme tensiones internas durante décadas que acabaron con una dolorosa y sangrienta escisión, que derivó en los seis escaños que recogió Pontón. Nadie entre las fuentes próximas a la dirección del Bloque consultadas por Público ha confirmado que esa fórmula esté sobre la mesa.

En lo que sí coinciden varias de esas personas es que lo que la portavoz nacional está valorando es la necesidad personal de dejar la primera línea de la política y el enorme coste personal y familiar que supone. Más aún cuando, según quienes la conocen, es consciente de que lo que el partido le reclama ahora es redoblar el trabajo y el esfuerzo que ha hecho hasta ahora, para derrotar al PP(-o al menos evitar que revalide la mayoría absoluta) en las elecciones del 2024, y para preparar a las estructuras de la organización para gobernar la Xunta.

Si esas cábalas fueran acertadas, es decir si Pontón llegara a presidir el Gobierno autonómico y agotara la legislatura, ella llegaría al 2028 con 52 años. Y su hija, que ahora tiene dicienueve meses, tendría nueve. Tal vez lo que le pese es perderse esos años. Aunque esto también es una cábala, porque eso sólo lo sabe ella y ayer prefirió derivar en su entorno cualquier declaración pública.

Pero sucede que a veces las cábalas tienen un fundamento veraz, y lo cierto es que las que el Bloque se hacía sobre una inminente llegada a la Xunta podrían no estar muy desencaminadas. Precisamente porque Pontón es la única figura política que concita simpatías en casi todo el espectro político en Galicia. Incluido, como hemos dicho, el electorado de Feijóo, que cuenta con un importante sector galleguista moderado en el que Pontón goza de una valoración muy positiva.

"Eso es revolucionario para el BNG. Incluso en los mejores momentos electorales de Beiras [la figura más respetada del nacionalismo gallego desde Castelao], el Bloque sabía que tenía un techo electoral. Pero con Ana, ese techo había desaparecido", sostiene un miembro de la ejecutiva.

El liderazgo de Pontón era tan indiscutible que a la hora de insinuar un cartel sucesorio ni siquiera sirven las cábalas, porque ninguna figura en el partido se ha destacado como posible recambio, ni voluntaria ni involuntariamente. El BNG cuenta con 19 diputados en el Parlamento autonómico, uno en el Congreso de los Diputados, una en el Parlamento Europeo, una treintena de alcaldías y varios centenares de concejales y concejalas. Así que los nombres salen a montones si se quieren hacer quinielas.

Lo más probable, sin embargo, es que quienes responden a esos nombres también estén en estado de shock, y que, al menos por ahora, ninguno haga ningún movimiento que no esté dirigido, precisamente, en el sentido contrario a postularse como sucesor o sucesora. Es decir, en convencer a Pontón de que siga dirigiéndoles.

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