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La empresa de mantenimiento del Congreso culpa a Florentino Pérez de haber 'alicatado' los tiros de Tejero

La Mesa analizará la próxima semana los informes de la arquitecta que supervisa las obras sobre las goteras y la supresión de los disparos del 23-F

JUAN ANTONIO BLAY

Nadie quiere ser responsable del desaguisado y ridículo que se vivió en el Hemiciclo del Congreso de los Diputados el pasado miércoles momentos antes de iniciarse el pleno con la sesión de control al Gobierno, cuando una imponenete gotera, con fuerte aportación de caudal de agua, inundó la tribuna de prensa y parte de los escaños de diputados.

La gotera reveló que los agujeros provocados por varios de los disparos que se se produjeron durante el golpe de Estado del 23-F habían desaparecido durante las obras de remodelacion. Si hace unos días Dragados culpaba a la empresa de mantenimiento del Congreso, ahora ésta le devuelve la pelota y le acusa del alicatado de los tiros de Tejero.

Ese mismo día, la empresa Dragados, del grupo ACS que preside Florentino Pérez, concesionaria de las obras de remodelación de la cubierta del viejo edificio que alberga el Congreso de los Diputados, construido en 1850, eludió cualquier responsabilidad en relación a la inundación del Hemiciclo mediante un escueto comunicado de apenas nueve líneas.

'(...) Dragados quiere precisar que la inundación en la tribuna de Prensa del Hemiciclo del Congreso y las filtraciones de la cubierta, a consecuencia de una importante tromba de agua, justo al comienzo de la sesión plenaria, se han producido con independencia de las obras que se están llevando a cabo, tal y como confirma el informe elaborado por el servicio técnico del Congreso de los Diputados. Las filtraciones de agua en el interior de la cámara han tenido lugar como consecuencia del taponamiento de varios desagües antiguos embutidos en las paredes del edificio y no tiene nada que ver por tanto con la obra de remodelación en ejecución', dice el comunicado.

La literalidad del comunicado trasladaba la responsabilidad a los servicios de mantenimiento del Congreso de los Diputados que, por concurso público, desempeñan a diario unos pocos empleados de la empresa Ortiz, S.A.. Esta mercantil, pasados un par de días y tras constatar el testimonio de sus empleados de servicio ese día en las instalaciones de la Cámara baja, hizo pública su versión de los hechos.

'Ningún operario de la empresa concesionaria del mantenimiento de la cámara tuvo responsabilidad alguna en lo sucedido', sostiene la empresa Ortiz, S.A. . Fuentes cercanas a los operarios del mantenimiento ordinario de las instalaciones del Congreso aseguran a Público que 'ningún empleado ha tenido nada que ver con las obras de la cubierta ni sus cuidados. De hecho, no participan en las tareas que se llevan a cabio en la cubierta, responsabilidad del personal de Dragados'.

La responsable de supervisar las obras de rehabilitación de la cubierta del viejo Palacio del Congreso de los Diputados, —la primera que se lleva a cabo desde su inauguración a mediados del siglo XIX— es la arquitecta Ana Jiménez, funcionaria del Patrimonio Nacional, ente al que pertenece el edificio, adscrita al Congreso de los Diputados. Jiménez es la encargada de elaborar el informe que ha solicitado el presidente de la Cámara, el conservador Jesús Posada, en nombre de la Mesa de la institución.

Hasta el martes de la próxima semana —día 24— la Mesa no analizará el informe, aseguraron a Público fuentes de la cámara. La arquitecta Ana Jiménez es la encargada de elaborar el informe solicitado por la mesa. Esta semana el órgano de gobierno del Congreso de los Diputados no ha podido analizar el informe entre otras razones porque el presidente de la institución regresa este miércoles de un viaje institucional a Panamá.

La órgano rector de la institución parlamentaria también ha encargado un segundo informe para conocer las circunstancias por las que se han eliminado del techo de la tribuna de prensa los vestigios de varios disparos efectuados por los efectivos golpistas de la Guardia Civil que, al mando del teniente coronel Antonio Tejero, irrumpieron en el Hemiciclo la tarde del 23 de febrero de 1981 mientras se celebraba la votación de la investidura de Calvo Sotelo como presidente del Gobierno. A raíz del incidente de las goteras se ha podido constatar que al menos cinco de los agujeros provocados por otros tantos disparos habían sido eliminados del techo de la tribuna de prensa. Hasta el momento nadie ha dado razón de esta 'reparación' que, como mínimo, ha sido considerada como una irresponsabilidad por parre de la supervisión de las obras, es decir la arquitecta Ana Jiménez.

Esta supervisora de las obras de rehabilitación no se ha pronunciado hasta el momento sobre las circunstancias que originaron la importante gotera. Fuentes oficiales cercanas a la presidencia de la cámara dijeron el mismo día del incidente que la inundación, posterior a la filtración desde el techo, se produjo por un despiste de los trabajos que se llevaban a cabo en la cubierta del edificio al dejar un hueco sin cubrir de forma eficiente. Es decir, lo atribuyeron de forma espontánea a los trabajos que lleva a cabo la empresa Dragados y debe supervisar la arquitecta Ana Jiménez.

Se da la circunstancia de que el día antes de producirse la gotera la Mesa de la cámara felicitó a la arquitecta 'por la magnífica coordinación' en los trabajos de rehabilitación de la cubierta del edificio que tiene un coste de 4,5 millones de euros que corre a cargo del ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas a través del ente Patrimonio Nacional, propietario del singular edificio. Al mismo tiempo, a cargo del presupuesto de la Cámara baja, se llevan a cabo obras de mejora de la sonorización, informatización e infraestructura de vídeo tanto en el propio Hemiciclo como en diferentes instancias para las que la institución ha invertido alrededor de un millón de euros.

Se da la circunstancia de que el día de la gotera estaban presentes como invitados, además, una veintena de parlamentarios de la Dieta —Cámara baja— de Japón. Además, apenas habían transcurrido cuatro días de la concesión de los Juegos Olímpicos a la ciudad de Tokio y la derrota estrepitosa de la candidatura de Madrid.

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