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El espíritu de Blas Infante: quién recoge el sentimiento andalucista el 19J

Todos los partidos, excepto Vox, reivindican el autogobierno como una herramienta útil. 'Público' recoge las opiniones de cinco profesionales sobre cómo las formaciones políticas asumen el legado andalucista y en qué consiste hoy este.

Bandera de Andalucía en Sevilla.
Bandera de Andalucía en Sevilla. Eduardo Briones / Europa Press

Las autonómicas son un tiempo para envolverse en la bandera. Todos los partidos, salvo la ultraderecha de Vox, que lo que quiere es liquidar el Estado de las Autonomías, reivindican el legado de Blas Infante y el autogobierno andaluz, incluido el PP que, desde que Javier Arenas decidiera apoyar la reforma del Estatuto de 2007, quiere dejar atrás definitivamente el sambenito de partido antiandaluz ganado a pulso durante algún tiempo.

Estos tres años de Gobierno han servido además a Juanma Moreno, el presidente, para ponerse el traje de andalucista de cuando en cuando, sobre todo en las cercanías del 28F, celebración que ha utilizado, como ya hicieran antes los gobernantes socialistas, en beneficio propio. En estas elecciones, hay dos coaliciones que se definen como puramente andalucistas, Adelante Andalucía, la formación de Teresa Rodríguez, y Levantaos.

Pero, ¿quién recoge el legado, el espíritu de Infante, los mayoritarios, los llamados andalucistas, la izquierda coaligada en Por Andalucía? ¿Qué propuestas haría hoy el padre de la patria andaluza?

"El ideal infantiano se mantiene vigente en la medida que siguen vigentes los problemas estructurales de Andalucía: dependencia económica, subalternidad política y alienación cultural", afirma Antonio Manuel, profesor de Derecho, escritor –acaba de sacar la novela La luz que fuimos (Almuzara)– y Patrono de la Fundación Blas Infante.

"[Yo] diría –afirma a Público Jesús Jurado, politólogo, autor de La generación del mollete (Lengua de Trapo)– que todos los partidos llevan un poco del espíritu de Infante en tanto aceptan y asumen como propia la existencia de un pueblo andaluz con intereses propios y derecho al autogobierno. Salvo Vox, claro, que lo que lleva de Infante no es su espíritu sino manchas de su sangre".

Actualización del pensamiento infantiano

Para la investigadora Pura Sánchez "hay muchos andalucistas que vienen haciendo una labor de actualización del pensamiento infantiano. Estoy de acuerdo con quienes plantean que para la Andalucía del siglo XXI seguimos necesitando valores como la rebeldía, el compromiso, la solidaridad, la igualdad y la libertad. Estos valores constituyen un pensamiento liberador para Andalucía. Seguimos necesitando además, reconstruir nuestra conciencia de pueblo y liberarnos de las ideas adormidera y de los políticos profesionales que las enarbolan declarando que ellos nos van a salvar".

"Y todos estos valores –añade Pura Sánchez– confluyen en la consideración política de ser, sentirnos y pensarnos como un pueblo soberano, que reclama la soberanía política como un instrumento para alcanzar otras soberanías tan vitales que son las que propician el cuidado y la conservación de la vida".

"Decía Blas Infante que "un pueblo no se improvisa" y esto me lleva también a la siguiente idea: es necesaria una metodología política, un modo de trabajar para construirnos como pueblo, lejos de las dinámicas habituales del poder, basadas en el control, la jerarquía y la verticalidad. Una metodología política que aspire a transformar nuestra realidad y a despertar nuestra conciencia de pueblo  debe incentivar la participación individual y colectiva, el diálogo, la horizontalidad y abandonar el pensamiento patriarcal y capitalista, la alianza que nos mantiene como pueblo subalternizado y colonizado", añade Pura Sánchez.

La abogada Pastora Filigrana considera que hoy Infante "propondría exactamente lo mismo que se propuso en su día porque la mayoría de problemas a los que se enfrentó el pensamiento infantiano no están resueltos, sobre todo en materia de redistribución de la riqueza y de justicia social y material".

"Lo que movió –continúa Pastora Filigrana– gran parte del pensamiento fue la sensibilidad que tuvo Infante ante la extrema pobreza en la que vivía una gran parte de Andalucía, sobre todo el jornalerismo. Esta realidad no se ha superado. Ahora esta exclusión está padecida en gran parte por población migrante, que sostienen un motor económico fundamental. Y existe este jornalerismo en el sector del turismo: es un trabajo precario muy mal pagado, rotativo y en malas condiciones".

"Blas Infante –remacha la abogada Filigrana– hubiera seguido apostando por la denuncia de estas realidades y por una reforma agraria y lo que ahora se llama reforma del modelo productivo que no apostara todo al monocultivo de turismo y, en cambio, se apostara por una economía más democrática. Y posiblemente hoy reivindicaría la identidad andaluza como algo de lo que enorgullecerse, el maltrato a la identidad andaluza ha sido una base importante para justificar su expolio económico e Infante intentó poner en valor todas la producción de pensamiento y cultura de esta tierra".

"Creo que hoy –tercia Jesús Jurado– Infante se sentiría, como tantas veces en su vida, decepcionado por las trampas y puñaladas de la política institucional, y se volcaría en la construcción de un andalucismo social y cultural. Estaría abriendo centros sociales como en su día promovió los ateneos, apoyando a los movimientos por la vivienda como en su conferencia de 1923 ante la Cámara de Inquilinos, haciendo una nueva Plegaria de los Pájaros en defensa de Doñana, analizando el nuevo disco de Rocío Márquez con la misma pasión con la que reflexionó sobre el flamenco". 

Tres preguntas

Isidoro Moreno, antropólogo, miembro y portavoz de la plataforma Andalucía Viva, analiza: "Todos los partidos con la excepción de la extrema derecha van a declararse andalucistas, difícilmente pueden pretender en general convencernos de que están inspirados en Blas infante: saldrá su nombre y se hará ostentación de los símbolos, esto no es nuevo, se viene repitiendo".

"Nadie debería –prosigue Isidoro Moreno– ser tan insensato como para erigirse en expedidor de certificados de andalucismo, pero no es tan difícil analizar el grado de verdad o de simulación de quienes se declaran como seguidores de Blas infante: a cada partido habría que hacerle tres preguntas y lo demás sacar las conclusiones. La primera: si ese partido o coalición admite que Andalucía es un pueblo y por tanto un sujeto político central y eso supone que puede decidir pobre sus asuntos; la segunda [tiene que ver con que] Andalucía ha acentuado en estos 40 años de autonomía entre comillas su dependencia económica, su subordinación política y su alienación cultural; y la tercera, si denuncian que es una burla a Blas Infante la afirmación contenida en el estatuto del 2007 que dice que la Andalucia actual está muy cerca de aquella por la que luchara Infante".

"Andalucía –remacha Isidoro Moreno– ha cambiado mucho pero hacer esa afirmación es un insulto a la inteligencia y a la realidad y solo se pude entender como un medio de glorificación del unipartidismo que tuvo la junta durante décadas. Tengo mis dudas de si alguno de los partidos van a responder a esas tres preguntas con la lógica de Infante".

Infante, asegura Isidoro Moreno, "planteaba toda una filosofía política. Los problemas estructurales de fondo no son muy diferentes, la superficie ha cambiado mucho, hoy no se puede hablar de reforma agraria en el mismo sentido que en los años 20 del siglo pasado. Sin embargo, las desigualdades siguen siendo tremendas en el campo y a la estructura social tradicional se le ha agregado el desembarco de Sociedades Anónimas y multinacionales. Infante tendría claro hacia dónde avanzar. Me temo que la mayoría de partidos tienen poco en cuenta esta subordinación económica y política y la alienación cultural".

La transformación de Andalucía

Para Pura Sánchez, "no se trata de si hay o no algún partido que recoja el "espíritu" de Blas Infante. El espíritu es algo etéreo y puede sonar a un planteamiento esencialista que no lleva a ningún sitio. Más bien deberíamos plantearnos si los partidos políticos actuales han visto o ven la necesidad de adoptar metodologías políticas transformadoras y, sobre todo, si hay formaciones políticas que estén dispuestas a fajarse en un trabajo de base, con movimientos sociales, con una pedagogía que propicie la toma de conciencia activa y, en definitiva, con un proyecto que, lejos de ser un programa electoral, puesto al día cada cuatro años, contemple una transformación social y política de Andalucía; un proyecto político que entienda que transformar es pensar nuestra realidad desde otra lógica; que transformar no es reformar ni, mucho menos, profundizar en las políticas que nos han traído al lugar de subalternidad y dependencia que hoy ocupa Andalucía". 

"Blas Infante, –aporta Antonio Manuel– especialmente tras el bulo del complot de Tablada contra su candidatura a las elecciones de 1931, cargó con especial dureza contra los partidos políticos que funcionaban como simples comités electoreros. Con sinceridad, no apoyaría a ninguna formación que utilizara las elecciones como medio para ocupar sillones, sin más. Y por supuesto, abominaría de cualquier formación política que sometiera sus decisiones a tutelas fuera de Andalucía, por más andalucistas que se postulen".

Para Jesús Jurado, 2evidentemente, a nivel programático y salvando casi un siglo de distancia, quienes mejor representan el legado de Infante en su visión confederal y libertaria de la soberanía, o en sus propuestas de devolver la tierra y el conjunto del sistema productivo al pueblo desposeído, son las fuerzas de izquierda andalucista como Adelante".

La abogada Pastora Filigrana reflexiona: "Abiertamente, así reivindicado Adelante lo ha manifestado así. Una parte de la base de Adelante sí viene de esa tradición infantiana, quizá no todo el partido, pero hay una base que se identifica plenamente. Aunque estoy segura que también en otros partidos de la izquierda, incluso me atrevo a decir que en algunas partes de IU, en sus bases, se reivindica también el andalucismo de infante entendido como una reivindicación de justicia social y material".

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