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Ferran Mascarell: "La gente sabe que si vamos juntos ganamos, y si no vamos juntos perdemos"

El delegado de la Generalitat en Madrid, hombre clave en la articulación del proyecto de la Crida Nacional y más que posible candidato a la alcaldía de Barcelona, defiende la unidad del soberanismo y pide un gobierno municipal "fuerte", de "21 concejales".

Ferran Mascarell, durante la entrevista con 'Públic'. / CB

carles Bellsolà

Es el delegado del Gobierno en Madrid, cesado durante el 155 y restaurado en el cargo posteriormente. Pero ocupa ahora la primera línea de la actualidad por otras cuestiones. Ferran Mascarell (Sant Just Desvern, 1951) es uno de los nombres clave en la formación de la Crida Nacional per la República, y apunta como candidato de este espacio a las elecciones municipales de Barcelona del próximo  mayo. Historiador de formación, Mascarell ya pasó por el consistorio, de la mano de un Pasqual Maragall cuyo legado reivindica. También con Maragall, ocupó brevemente la conselleria de Cultura al final del primer tripartito, cargo que recuperó cuatro años después. Esa vez, nombrado -para sorpresa de casi todos- por Artur Mas, adelantándose a la diáspora del socialismo soberanista.

Mascarell proclama su intención de ser alcaldable, pero insiste en poner el "proyecto de ciudad" por delante de las caras. E insiste con énfasis similar en otra idea fundamental: la necesidad de unidad para el soberanismo, en Barcelona y en toda Catalunya.

¿Lo veremos como alcaldable en mayo del año que viene?

Depende. Depende de si encuentro que existen las bases suficientes para hacer un proyecto diferente de los que se están planteando. Estamos hablando con muchos eufemismos sobre la ciudad. Barcelona lo que necesita es un buen proyecto de ciudad. De ciudad-ciudad, de ciudad capital, de ciudad faro y de ciudad tractor de una región internacional. Hasta ahora no he oído hablar de proyecto, básicamente he oído hablar de nombres. Si detrás de mi nombre, sea con un buen equipo, sea con un movimiento detrás, conseguimos desplegar un proyecto transformador, ahí estaré.

Este lunes el exalcalde Xavier Trias (PDeCAT) abogaba por una candidatura "con [Neus] Munté y Mascarell", y que sea ella quien decida quien encabeza la lista

Esto no irá así. Lo que tiene sentido es hablar de algo mucho más amplio. Yo la unidad del soberanismo me la creo. Creo que es imprescindible para ganar en Barcelona. Barcelona necesita un planteamiento de unidad serio y convencido. Ahora no veo demasiada gente convencida, y creo que tiene que estar en ello. Por lo tanto, si tenemos que hacer una candidatura de unidad debe ser amplia, con un espectro muy amplio de personas dispuestas a trabajar en beneficio de la ciudad. Una ciudad capital de futuro, que tenga claro que tiene que renovar profundamente las bases de su propio planteamiento como tal. Todo esto aún está lejos. No es una candidatura de Munté y de Mascarell la que yo imagino. Imagino algo que va mucho más allá.

¿Tampoco es una candidatura del PDeCAT o de la Crida Nacional para la República lo que imagina?

Lo tenemos que interpretar como un abanico muy amplio, donde la gente del PDeCAT evidentemente tiene que estar. Pero también la gente de Junts per Catalunya, que no es exactamente lo mismo, la gente de la Crida, que no es lo mismo, la gente de la Asamblea [la Assemblea Nacional Catalana], que no es lo mismo. O de este partido de los socialistas que no tenemos partido, que somos muchos. Todo esto da unas enormes posibilidades, y es lo que me gustaría aglutinar. Detrás de esto hay un buen proyecto de capital.

¿Este proyecto implicaría también a otros partidos?

Ojalá. Yo siempre he pensado que ERC y el PDeCAT deberían estar. Pero eso son decisiones que deben tomar los partidos. No las podemos tomar por ellos los que somos independientes. Creo que Barcelona necesita un proyecto de máxima unidad, que sume al máximo. En la calle, todo el mundo pide suma, porque Barcelona necesita recuperar esta función de gran capital. Las próximas elecciones serán un referéndum sobre el futuro de la ciudad. Sobre qué ciudad queremos. ¿Queremos una ciudad atascada en un municipalismo conservador? ¿Queremos una ciudad desplegada entorno a un cierto proyecto de ciudad pequeña o mediana, subordinada a los intereses del Estado? ¿Queremos una ciudad libre, democrática, capaz de impulsar proyectos de desarrollo económico, es decir, de progreso, de riqueza, de prosperidad, de bienestar? Todo esto es lo que nos tenemos que plantear. Si no, lo que hacemos es repetir fórmulas que ya sabemos que no funcionan. Y ninguna de las que veo me acaban de convencer. No acabo de ver qué nos propone la gente del entorno de Valls. Tengo claro que no nos propone nada nuevo la alcaldesa Colau. Y Barcelona necesita un proyecto de renovación fuerte, amplio, desde el punto de vista de su base social y con voluntad de largo plazo.

Dijo que "todo el mundo pide suma" del soberanismo. También existe la teoría de que las candidaturas unitarias soberanistas restan en vez de sumar

Teorías, hay muchas, pero la realidad es la que es. Hay que buscar un ayuntamiento de 21 concejales. Para poder gobernar. Toda esta gente que predica la suma posterior está predicando una ciudad blanda y floja. Yo he estado en el gobierno, y sé que la ciudad sólo funciona cuando el gobierno es fuerte. Si el gobierno es débil, como ha pasado estos años debido a la suma a posteriori, ¿qué ocurre? Que no se aprueba nada. ¿Recuerdan algún gran proyecto de renovación aprobado en los últimos años? Ninguno. Seguimos hablando del tranvía como hace ocho, nueve o diez años. Necesitamos un gobierno fuerte. Necesitamos 21 concejales. Tenemos que ir a buscar una gran mayoría. Todo lo demás es conformismo banal.

Sobre esta suma, ¿qué piensa de la iniciativa de las primarias soberanistas que ya está en marcha?

Las primarias son una buena propuesta de renovación de la dinámica política, siempre y cuando sean sinceras. Si estas primarias se concretan como a estas alturas están planteadas, no servirán de gran cosa. Las primarias no pueden ser de parte. Ahora hay unas primarias planteadas en ERC para ratificar una decisión casi ya tomada. Y hay unas primarias iniciativa de una determinada persona [Jordi Graupera] que, más o menos, están encajadas en el entorno de la Asamblea. Pero las primarias que yo imagino, que son las buenas, tienen que ver con un amplio abanico de posibilidades, donde todos configuran las reglas del juego. Si las reglas no son de todos, las primarias son de parte. Y si son de parte, no suman. Restan. Las primarias son un buen mecanismo si hay una voluntad sincera de que ayuden a construir una mayoría y si van acompañadas de un buen proyecto de ciudad. Las primarias entendidas como un mecanismo per se, sin hablar de la ciudad que tenemos detrás, no son valiosas. Más que debatir el sistema de selección del personal político, lo que deberíamos debatir es qué ciudad queremos. Creo que tenemos la brújula mal orientada.

Las municipales en Barcelona abundan en candidatos con pasado o herencia socialista, cuando no directamente maragallista. ¿Es casualidad, o es un activo electoral?

Yo trabajé muchos años con Maragall. Aprendimos muchas cosas, y supongo que dieron forma a una manera de hacer. Maragall siempre decía que una ciudad es un proyecto, una idea. A partir de esta idea y a través de los mandatos que consigas puedes desplegar, sucesivamente, una ciudad transformada. En este momento la ciudad necesita claramente una idea. Creo que el origen de la reivindicación de Maragall es este, la ciudad vuelve a necesitar, como en los años 80 y 90, una idea de fondo. Por eso recordamos a Maragall. Pero para ser maragallista habría que cambiar las reglas del juego. No es copiar a Maragall. Es actuar como nos enseñó, como él mismo aprendió a actuar: diseñando la ciudad a partir de ideas, transformándola a partir de principios. Los dos grandes ideales de Maragall eran la libertad y la justicia. En la libertad y la justicia de Maragall no nos podemos quedar, hay que añadir más cosas. Él sería el primero en estar al frente de una idea permanentemente renovada. Libertad, justicia, prosperidad, bienestar, son cuatro elementos que configuran la ciudad de hoy. Esto es una manera de hacer maragalliana. Pero que no copia esa manera de hacer, sino que la desarrolla y que multiplica los activos que tenemos, que es lo que necesita la ciudad. Esto es lo que nos estamos jugando. No me extraña que Maragall esté presente, porque en ese momento había un proyecto de renovación con unos principios que aún son válidos.

Nos podría detallar alguna medida concreta que proponga para Barcelona?

Medidas a desplegar hay muchas, porque la ciudad necesita un proyecto fuerte de renovación, como he estado repitiendo. Puestos a detallar, y por ejemplo, Barcelona tiene un potencial extraordinario como ciudad de investigación. Y tenemos claro qué hacer para que la ciudad se convirtiera, en poco tiempo, en un Silicon Valley de nuestro entorno europeo. No es tan difícil, es relativamente sencillo. Sólo hay que saber qué es lo que hay que hacer. Y hacerlo. Como ésta, hay muchas medidas. Lo que no podemos hacer es estar todo el día discutiendo una medida central, la del tranvía, que parece que es la única que sabemos poner sobre la mesa. En el ámbito de la prosperidad hay muchas cosas que hacer. En el ámbito de la democracia, también. Barcelona puede transformar la manera de gobernarnos. Nos estamos gobernando como en el siglo XIX. A mí me gusta decir que Barcelona debe ser faro de transformación del modelo urbano, como lo ha sido muchos años. La gente que vivimos en Barcelona tenemos que tener conciencia de que vivimos en una ciudad que transforma los modos de vivir en beneficio del bienestar de la gente. Y tenemos que tener claro que vivimos en una ciudad que quiere ser capital. No quiere ser una ciudad secundaria. Quiere ser capital de un país y, por tanto, a la vez instrumento de transformación para el conjunto del país. Barcelona necesita detrás un buen estado, debe ser la capital de un buen estado. Y lo necesita, porque, si no, su voluntad de transformación y de bienestar no se cumplirá. Todo eso es lo que tenemos que ser capaces de configurar. Y perder la pereza de seguir pensando a la manera tradicional. Y dejar de hablar de caras. Nos equivocamos si pensamos que esto es un problema de nombres propios, es un problema de proyecto.

Normalmente la cuestión nacional tiene una importancia relativa en las elecciones municipales. No parece que sea el caso de las próximas. ¿Está de acuerdo? ¿Cree que esto es positivo?

Claro que estoy de acuerdo. Porque no puede ser de otra manera. Una ciudad del siglo XXI necesita detrás un buen estado. ¿Hay alguien que pueda pensar que una ciudad se puede construir sin tener detrás un estado que funcione? El estado que tenemos ¿ayuda a la ciudad de Barcelona? ¿Le da el apoyo necesario? ¿La tiene en su imaginario como ciudad importante? Los que defienden la realidad estatal tal como la tenemos configurada ¿qué están proponiendo para Barcelona? Una ciudad secundaria. Porque el estado tiene claro que su ciudad principal es Madrid. El modelo que España tiene en la cabeza es un modelo en el que Madrid ocupa la centralidad. Es la ciudad global, la referencia. Barcelona ocupa un lugar secundario, y además, tendiendo a la baja. Este modelo lo que ha hecho es impulsar Madrid y vaciar España -y lo digo con las palabras de un intelectual aragonés-, donde Barcelona juega un papel secundario. Importante en cuanto a las rentas que produce, pero secundario desde el punto de vista de la estrategia de país. ¿Hay alguien que cree que Barcelona puede ser una ciudad líder a nivel mundial si no ocupa un lugar de centralidad en el contexto de un estado que juegue a favor? Si leemos las crónicas de hace 100 y pico, dicen que la capital económica, política y social de España era Barcelona. Ahora ya no lo es. ¿Acaso los barceloneses y barcelonesas han perdido la capacidad de liderar todos estos procesos? No, es que detrás ha habido un estado que ha jugado a la contra. ¿Cuántos sectores económicos se han perdido en Catalunya, por voluntad del Estado? ¿Esto cambiará, con los que dicen que quieren una ciudad básicamente municipalista? ¿Con los que dicen que quieren una ciudad orientada a la mirada interna? ¿Con el eufemismo de que queremos una capital mediterránea? No cambiará, porque sabemos cuál es el trasfondo real. Por tanto, está claro que hay que preocuparse de la cuestión nacional. Y quien diga lo contrario nos está engañando.

¿Por qué era necesaria la Crida Nacional per a la República?

Porque este país nuestro tiene claro que necesita un hábitat republicano y construirse a través de un estado propio -que yo siempre defino como eficiente, pequeño, profundamente democrático y que sirva a los intereses de todos los ciudadanos-, adecuado al potencial que tiene Catalunya. Para hacer esto posible necesitas una dirección política, pero también un movimiento social, capaz de apoyar y de conseguirlo. En Catalunya se ha producido una revuelta, desde 2010, con una amplia base social, que debe materializarse de forma definitiva un proyecto de país que se ha ido configurando en el propio proceso de revuelta. La Crida es básicamente eso. Un movimiento de personas dispuestas a conseguirlo. Un instrumento para conseguir la República para Catalunya.

¿La Crida mantiene la idea de aglutinar a todo el soberanismo, lo ḿaximo posible?

Se mantiene la idea, imprescindible por otra parte, de que el soberanismo se exprese con una voz lo más unificada posible. La sensibilidad de la gente lo tiene claro. El combate contra el contrincante principal, que es el Estado español, se gana a través de las herramientas que tú tienes. Y la herramienta que tenemos nosotros es la unidad, la fuerza conjunta de la gente. Si no sumamos, si no nos ponemos de acuerdo, costará mucho. Porque ellos, eso que se llama eufemísticamente sentido de Estado lo tienen muy claro. Cuando el Estado, tal y como lo tenemos prefigurado, se desajusta, unen fuerzas. Y los matices se aparcan en beneficio de este sentido de Estado. Nosotros, el sentido de Estado a la manera tradicional no lo podemos expresar, pero sí sentido de unidad. Y lo tenemos que expresar. Es la base de nuestro éxito, de la victoria definitiva.

De momento, no obstante, parece que lo que puede aglutinar la Crida es el soberanismo que ya estaba articulado en torno al PDeCAT

Esto, en mi opinión, no es así. El PDeCAT es una parte, pero existe el socialismo sin partido, que es un gran partido. Hay gente soberanista que viene de la antigua Iniciativa, que supone otra configuración importante. Y hay un grupo de independientes que se sienten huérfanos de organización. Lo hemos dicho hasta la saciedad en los últimos años: hay que cambiar las formas de hacer política, posibilitar que la gente exprese sus grandes objetivos de país de una manera diferente. Y los partidos políticos tienen dificultad para hacerlo. La Crida es una manera de renovar la política y sumar personas que hasta ahora han participado de organizaciones diferentes. El abanico es lo más amplio posible. De la derecha liberal a la izquierda socialdemócrata o neoecologista. Todo eso cabe, y todo eso tiene que estar.

En las elecciones al Parlament ¿también cree que es preferible una lista soberanista conjunta?

Si los objetivos son los mismos, están claros y bien definidos, si lo que realmente queremos es un país independiente y la implementación en Catalunya de una república capaz de servir a sus ciudadanos, un estado profundamente social, democrático, eficiente y renovado, la unidad es imprescindible. Para lograr esto, tenemos una sociedad valiente, que trabaja mucho y tiene muchas ganas de trabajar y progresar. Y necesitamos instrumentos políticos que nos ayuden. Cuanto más unitarios y tiempo plurales los tengamos, mejor. Esto es lo que creo que ahora representa la Crida y su movimiento.

Se lo preguntaba también por la teoría de que ciertas sumas pueden restar

Todo son teorías, todas son válidas y legítimas. Luego está la experiencia y la realidad histórica del país. Este país ha conseguido cosas cuando la unidad ha sido real. Porque es básicamente lo que tiene. El instinto de las personas lo expresa bastante bien. La gente sabe que si vamos juntos ganamos, y si no vamos juntos, perdemos. Fijémonos en todos los organismos unitarios que se desplegaron en los años 10 y 20 del siglo pasado. Cuando estaban, ganábamos. En los años republicanos, lo mismo, lo que hizo perder fue justamente la división. Y en los años 60 o 70, la palabra clave para clave para salir de la dictadura y arrancar la democracia fue justamente unidad. No creo que ahora estamos tan lejos. La unidad es clave para instalar en nuestro país una república profundamente fraternal con España -esto en Madrid lo repito tantas veces como sea necesario- y capaz de desplegar todo el potencial de este país. Esto se hace con unidad, no se hace sin ella. ¿Que esto se hace después con un Parlament plural? Sí. La propia Crida expresará una gran pluralidad en su manera de hacer política. Pero hay una unidad estructural de base, que es la que permite ganar. Si no, no se gana.

¿Qué diferencias ve ahora entre los proyectos estructurales de la Crida y JxCat y el de los socios de ERC?

La parte que corresponde a ERC, la propia ERC la expresa cada día, con sus palabras. Por parte de la Crida, es claro. El objetivo de una parte sustancial del pueblo catalán es claro. Hemos salido de una época histórica donde el desarrollo a través de la vía autonómica era el anhelo de la gran mayoría de los ciudadanos. Esto mutó en la primera década del siglo. Para mucha gente, sea que vengamos del republicanismo o del federalismo. La mayoría sabemos que, sin un estado propio, la mayoría de los anhelos de nuestra sociedad son imposibles. Esta mutación necesita un planteamiento estratégico como el que está haciendo la Crida. La república en primer plano, como objetivo principal, con la máxima unidad de las fuerzas políticas, justamente para lograr que la pluralidad de la sociedad catalana se exprese, con su cantidad de matices. Hoy por hoy, si no tenemos claro el objetivo, no lo conseguiremos.

El objetivo final parece compartido. La diferencia es de ritmos, y el acento que ponen unos en bajar el ritmo, para ensanchar la base soberanista. ¿Cree que son vías incompatibles?

No. Por eso preconizo la máxima unidad. Deberíamos sumar todo lo que tenemos en común, más que remarcar las diferencias. Dentro del soberanismo hay muchas cosas en común A menudo las direcciones de los partidos hacen hincapié más en las diferencias que en los activos. Una de las características de la nueva política debería ser justamente hacer hincapié en las cosas que tenemos en común. La experiencia histórica, y lo digo como historiador, me dice que donde ponemos en común lo que tenemos compartido es donde ganamos.

¿Ahora el objetivo debe ser buscar una mediación?

De objetivos hay muchos. Reducirlo todo a uno... Una buena gobernanza es imprescindible. De lo que tenemos, que es una autonomía muy maltratada y con muchas dificultades. Una buena gobernanza estratégica, que debe sumar al PDeCAT, ERC, la CUP y todo lo que salga y pueda añadirse, es imprescindible. Una movilización social como la que representan los 11 de septiembre es imprescindible. Recordar lo que fue el 1 de octubre es imprescindible. Buenos proyectos municipales, un buen proyecto de capital, son imprescindibles. La reducción a una sola cosa es perder la dimensión real de la situación.

El soberanismo ha renunciado a marcar unos plazos temporales claros. ¿Cree que es la estrategia correcta?

Sí. Estoy profundamente de acuerdo. Durante demasiado tiempo hemos jugado la partida con el estado pensando que marcando plazos era suficiente. La política no es marcar plazos, es decantar a tu favor la correlación de fuerzas. Gramsci ya lo explicaba hace muchos años. Si tú te marcas plazos y no mejoras la correlación de fuerzas a tu favor, no podrás cumplir los plazos. Mejoremos la correlación de fuerzas, mejoremos nuestros activos. Y los plazos no es necesario que los anunciamos con tanto tiempo, porque a los otros les estamos dando todas las posibilidades de interactuar. La política es cosa de dos, y en un conflicto como el nuestro lo es de una manera radical. Es una parte sustancial de la sociedad catalana y un estado que tiene muy claro lo que quiere y lo que no quiere. No, no soy partidario de marcar plazos. Soy partidario de que tengamos la fuerza necesaria para transformar la realidad. Los plazos vienen impuestos por ello.

Si varían las correlaciones de fuerzas ¿cree que se podrían plantear nuevos movimientos unilaterales?

Este es otro debate, el de la unilateralidad y la multilateralidad, que a mí, la verdad, me parece muy académico pero muy poco efectivo. La política juega a estas dos cosas. Es evidente que estamos en un proceso político en el que tienes que tener una estrategia de unilateralitades posibles y de multilateralitades necesarias. Porque estás gobernando -aunque en malas condiciones-. Creo que tenemos que ser un poco más inteligentes y no empobrecernos a nosotros mismos con debates académicos y estériles. Ambas cosas se deben de practicar. Y no hay otro remedio, si quieres ganar.

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