Este artículo se publicó hace 3 años.
El fiasco del puerto de los mil millones que Aznar y Paco Vázquez construyeron en A Coruña
La mayor infraestructura portuaria construida en España en las últimas décadas, ordenada por el Gobierno del PP para responder al levantamiento social tras la catástrofe del Prestige, arrastra una deuda de 300 millones y apenas registra tráfico ni negocio que permita pensar en saldarla.
A Coruña-Actualizado a
La contestación social que sucedió a la negligente gestión del accidente del Prestige en noviembre del 2002 llevó al Gobierno de José María a organizar en A Coruña uno de los Consejos de Ministros más propagandísticos de la historia de la democracia. Se trataba de evitar que el movimiento Nunca Máis siguiera engordando en Galicia y trasladándose al resto de España de la mano de los miles de voluntarios que acudieron a la comunidad a limpiar las playas inundadas de chapapote. Aznar se las daba de eminente gestor, y aquellas semanas de multitudinarias protestas no sólo arrinconaron a la Xunta de Manuel Fraga, que en las siguientes elecciones perdió la mayoría absoluta y, con ella, el poder. También empezaban a señalar al Gobierno del Estado.
En el salón de plenos del Ayuntamiento, gentilmente cedido para la ocasión por el alcalde del PSOE, Francisco Vázquez, el Ejecutivo del PP prometió a Galicia una riada de millones que llegarían en forma de autovías, carreteras, AVE, nuevas líneas de tren convencional, ayudas a los pescadores, a los mariscadores, a los ayuntamientos afectados, paradores de turismo... Y hasta un inmenso puerto. Esa dársena estaba concebida para acabar con las mareas negras que recurrentemente llegaban a Galicia –el Urquiola en 1976, el Aegran Sea en 1992, el Prestige en el 2002–, sirviendo de puerto refugio para a buques en peligro. También, para evitar que los peligros que supone que los petroleros sigan llegando hasta el puerto interior de A Coruña, en el corazón de la ciudad, donde cada año se trasiegan miles de toneladas de crudo y sus derivados con origen o destino a la refinería que Repsol tiene a escasos cinco kilómetros del centro urbano.
El puerto exterior, ubicado en Punta Langosteira, en el vecino municipio de Arteixo, empezó a construirise un año después de aquel Consejo de Ministros y se inauguró en el 2012. Es una inmensa dársena con más de dos millones de metros cuadrados entre la lámina de agua abrigada y la superficie terrestre, es decir el equivalente a más de todo lo que ocupa el Principado de Mónaco, con un inmenso dique petrolero de 3,35 kilómetros de longitud levantado con inmensas rocas de 150 toneladas, con calados que alcanzan los 20 metros pensados para inmensos superpetroleros, y otros 1,5 kilómetros de línea de atraque para otras naves. Ningún otro puerto de España puede comparársele. Pero sucede que Punta Langosteira es un fiasco.
Casi veinte años después de que Aznar y Paco Vázquez prometieran alejar definitivamente de A Coruña el tráfico de mercancías peligrosas, los muelles petroleros de Repsol siguen en pie y amenazantes en el centro de la ciudad, enviando y recibiendo crudo y derivados por la peligrosa conducción subterránea sobre la que hacen vida miles de vecinos de la calle Oleoducto y sus contornos. No hay terminal ferroviaria que permita dar salida por tren a los grandes graneles, que siguen descargándose en los muelles interiores. Y cuando hay temporal, las olas menean las rocas de 150 toneladas del dique como si fueran conchas de mejillón, porque Punta Langosteira es una de las zonas de mar más brava de toda Galicia, lo que hace que las maniobras de atraque de un buque en peligro sean complicadísimas con condiciones meteorológicas adversas. El resultado es que el puerto exterior de A Coruña se pasa semanas y semanas vacío, lo que convierte en habituales las preguntas de quienes lo divisan por primera vez.
—¡Ostras! ¿Qué es eso que tenéis ahí?
—El puerto exterior.
—¿Y por qué no tiene barcos?
Según la Autoridad Portuaria de A Coruña, en Punta Langosteira han atracado 1.150 buques desde el 2012. Son 127 al año. Es decir, menos de cinco barcos cada quince días. Escaso rendimiento para una infraestructura que se licitó en 429 millones de euros pero que acabó costando alrededor de mil millones, y que ha dejado al puerto coruñés con una deuda de 300 millones de euros, diez veces su volumen anual de negocio.
"El puerto exterior se construyó como fruto de una decisión de Estado", defiende la Autoridad Portuaria de A Coruña, que preside Martín Fernández Prado, ex concejal del PP en el Ayuntamiento de la ciudad. El puerto de A Coruña forma parte del casi medio centenar de puertos españoles considerados de interés general y que son gestionados por Puertos del Estado, entidad dependiente del Ministerio de Fomento. Sus presidentes se nombran a propuesta de las comunidades autónomas, y Fernández Prado fue la propuesta de Alberto Núñez Feijóo para el de A Coruña.
Fuentes de la Autoridad Portuaria argumentan que el puerto exterior es una inversión de futuro que ya está empezando a dar frutos: "En diez años de funcionamiento ya ha dado refugio a más de 15 buques en apuros. Ha acogido 1.150 buques y 11,5 millones de toneladas de mercancías de todos los sectores de actividad. Casi el 50% de los graneles sólidos se mueven ya por Langosteira, y a partir del próximo año el petróleo dejará de descargase en el puerto interior y se descargará allí", alegan. "Un 25% de los tráficos de Langosteira son nuevas mercancías, captadas porque existe este puerto, como cemento, clínquer, áridos, grandes cargas…). Además, Langosteira Ha concitado inversiones privadas por 250 millones de euros", añaden.
Xiao Varela: "La decisión de construir el puerto exterior fue una decisión faraónica"
Un año después del desastre del Prestige, el Gobierno de Aznar tomó una decisión inusual. Concedió a Francisco Vázquez la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. El propio Aznar acudió de nuevo al Ayuntamiento para destacar el "sentido de Estado" del alcalde en un acto al que asistieron Mariano Rajoy y José Bono. Cosas del bipartidismo. Veinte años después, la también socialista Inés Rey, alcaldesa hoy de la ciudad, se acerca a la Xunta de Feijóo para avanzar en la liberación los muelles petroleros del puerto interior y agilizar una operación urbanística destinada a dotar de capacidad financiera a la la Autoridad Portuaria en lo que puede convertise en. un nuevo pelotazo del ladrillo.
"La decisión de construir el puerto exterior fue una decisión faraónica. Y ha acabado siendo una hipoteca no sólo para la ciudad de A Coruña, sino para toda su comarca", sostiene Xiao Varela, concejal de urbanismo del Ayuntamiento durante el Gobierno de Marea Atlántica entre el 2015 y el 2019 y hoy asesor del grupo parlamentario de Unidas Podemos en el Congreso. "Pero el puerto ya está ahí, y yo creo que, aunque se pueda ser crítico con aquella decisión, lo que toca es ser proactivos para conseguir que se le pueda sacar rendimiento", sostiene.
En virtud de su cargo municipal, Varela fue miembro del Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria, donde, asegura, detectó que los puertos son "reinos de taifas" que actúan descoordinamente y sin inclinación al diálogo ni a la cooperación. El puerto exterior de A Coruña, afirma, es un gran ejemplo. "A menos de diez millas náuticas está el puerto exterior de Ferrol, también de reciente construcción. Dos infraestructuras públicas costosísimas pegadas la una a la otra y compitiendo entre sí. ¿Tiene sentido?", se pregunta. Lo cierto es que el puerto exterior de Ferrol merecería un reportaje aparte. Se construyó hace menos de dos décadas para facilitar la llegada de insumos a la central térmica que Endesa tiene en As Pontes. Mejor dicho, tenía. Acaba de cerrar.
Los Presupuestos Generales del Estado para el 2021 incluyen apenas 10.000 euros para estudios del acceso ferroviario a Punta Langosteira, lo que hace pensar que la llegada del tren que podría revitalizar la dársena aún se hará esperar. Y no contemplan la posibilidad de condonar la deuda de la Autoridad Portuaria, que sigue pagando cada año millones de euros en capital e intereses al Estado y a la Unión Europeo por los préstamos concedidos para Punta Langosteira por el Instituto de Crédito Oficial y el Banco Europeo de Inversiones. La ciudad entera lo considera un agravio, porque esos presupuestos sí contemplan la condonación de una deuda de 300 millones de la Autoridad Portuaria de Valencia, contraída durante la peor época de las corruptelas del PP en esa comunidad autónoma. Público preguntó al Ministerio de Fomento sobre el asunto el día antes del cese del ministro Ábalos. Ningún portavoz respondió a esa solicitud.
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