Este artículo se publicó hace 2 años.
El gasto militar, la derecha y la izquierda del Gobierno
Pablo Iglesias
Madrid-
¿De qué va esto de aumentar el gasto militar? La derecha del Gobierno y el resto de la derecha parlamentaria dicen que gobernar en serio es tomarse en serio la seguridad y gastar lo que haya que gastar ante una situación en la que Rusia amenaza nuestras libertades, nuestros valores y nuestra integridad territorial. Por si fuera poco, nuestra integridad territorial estaría amenazada por los ciudadanos africanos que quieren llegar a Europa y que ya no son seres humanos, sino peligrosas armas que empuñan los enemigos de España y de Europa. Y por eso hay que gastar más en armamento o en lo que diga EEUU.
La derecha del Gobierno y sus aliados parlamentarios para estos temas, le dicen a la izquierda del Gobierno y a la izquierda parlamentaria que gobernar es complejo, que gobernar es difícil y que Belarra se equivoca con sus críticas a la OTAN y que Díaz es una mentirosa porque sabía lo del aumento del presupuesto militar y no se quejó cuando debía. Mientras, la progresía mediática ya se pueden ustedes imaginar lo que dice. Pero, ¿de qué va todo esto del aumento del presupuesto militar? Voy a tratar de explicarlo apoyándome en lo que explica el profesor alemán Wolfgang Streeck, director emérito del Max Planck Institute de Colonia, en uno de sus últimos análisis en El Salto.
Rusia invadió Ucrania a sabiendas de su absoluta inferioridad militar frente a la OTAN pero con la garantía de la propia OTAN de que ningún país de la Alianza atacaría a Rusia ni enviaría tropas a Ucrania a combatir a las tropas rusas. Sin embargo, desde que empezó la invasión, Alemania se vio sometida a una insistente presión mediática para que aumentara su gasto militar a fin de cumplir, de una vez por todas, con el viejo objetivo de la OTAN de que el gasto militar de sus Estados miembros alcance el 2% de su PIB.
Desde finales de los 90, Estados Unidos no para de pedir a los países europeos de la OTAN que aumenten el gasto militar. En la cumbre de la OTAN de Praga en 2002, se debatió por primera vez el objetivo del 2% en el contexto del 11-S, la "Guerra contra el Terror", la invasión de Iraq, las nuevas atribuciones de la OTAN para realizar operaciones fuera de su área de intervención tradicional y la decisión de ampliar la OTAN a Europa del Este con los países de Visegrado, Polonia, Hungría y la República Checa. Se mandaba así al infierno, como explica el profesor alemán, la idea de Gorbachov de una "casa común europea" o la idea de Bill Clinton de "Asociación para la paz" que incluían a Rusia. Desde que llegaron los halcones y su proyecto de nuevo siglo americano a la Casa Blanca, el proyecto de EEUU para Europa es, básicamente, volver a la Guerra Fría.
Alemania, que es el Estado europeo más importante, siempre encontró fórmulas para no subir su gasto militar y siempre buscó una relación más o menos amistosa con Rusia, de la que es absolutamente dependiente en términos estratégicos. Pero vivimos en tiempos de guerra y de sistemas políticos que son básicamente "mediacracias", y hoy las opiniones publicadas en Alemania y en Europa han impuesto la idea de que Rusia no habría invadido Ucrania si Alemania hubiera dedicado el 2% de su PIB a gastos de defensa de acuerdo con lo dictado por la OTAN. Hoy en Alemania hasta los verdes defienden aumentar el gasto militar.
El problema es que lo del 2% en gasto militar es una falacia. Los países de la OTAN superan con creces a Rusia en términos industriales y militares pero Rusia tiene bombas atómicas suficientes para mandar al infierno el planeta entero con aumento o sin aumento del gasto militar de los países de la OTAN. La partida que se juega es otra y, como dice Streeck, por muy terrible que sea para el pueblo ucraniano, la guerra de Ucrania no es más que una cuestión secundaria inserta en una historia de dimensiones mucho mayores: la de la batalla que se despliega entre una potencia hegemónica global en declive (EEUU) y otra en ascenso (China). De esta forma, la función cumplida por la guerra actual es la consolidación del control de Estados Unidos sobre sus aliados europeos.
La cuestión más urgente, razona el profesor alemán, es si los países europeos se atreverán a aspirar durante las próximas dos o tres décadas a ser algo más que un elemento auxiliar de Estados Unidos en la doble tarea de controlar a Rusia y de prestarle ayuda en su inminente batalla con China. Frente a la gran inteligencia de Albares, Robles y el resto de grandes cerebros geopolíticos del PSOE, Podemos está diciendo una cosa muy sencilla: Parar la guerra para parar la carnicería, para contener una crisis que va a destrozar a las clases populares europeas, enfrentar esa crisis con escudos sociales amplios y apostar por la autonomía estratégica europea.
Al entregar la dirección estratégica a dos cerebros tan lúcidos y tan amados por la derecha mediática como Robles y Albares, Pedro Sánchez está entregando España al PP y a VOX. Somos la izquierda, dijeron en la última campaña electoral. Menos mal que eran la izquierda.
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