Este artículo se publicó hace 2 años.
La historia se hace con las piedras de la barricada
Avelino Sala presenta el Museo Arqueológico de la Revuelta en la Bienal de Arte de Lanzarote. El artista musealiza diferentes piedras recogidas en diversas manifestaciones a nivel mundial, desde los indignados de Madrid hasta Ucrania.
Madrid-Actualizado a
Algunas de ellas sirvieron para cambiar lo que al principio parecía un imposible, la quimera que la mayoría de la sociedad ansiaba mientras era negada por el poder gubernamental. Madrid, Barcelona, Roma, Salónica, París, Rennes y Valparaíso son solo algunas de las ciudades representadas en esta exhibición en la que el artista Avelino Sala ha creado su particular Museo Arqueológico de la Revuelta a través de piedras que formaron parte de las grandes protestas a nivel internacional de los últimos tiempos. Piedras que sirvieron como fuerza de choque contra lo inamovible, unos objetos a priori banales e insustanciales que, por un momento, cortaron la calle para abrir un nuevo futuro.
El Museo Arqueológico de la Revuelta, encuadrada en la extensa programación de la Bienal de Arte de Lanzarote, se mueve. Está vivo. No se sabe cuándo terminará. Este dispositivo, formado por 22 piezas, es una contracrónica de los sucesos, o "una crónica de la resistencia de la gente común a través de piedras recogidas en diversas manifestaciones del mundo", especifica el artista.
En un juego irónico sin parangón, Sala inmiscuye al visitante en una arqueología del presente. Explicarnos a nosotros mismos en el ahora a través de esos objetos inertes, sin significado, es lo que persigue Sala, influido iconográficamente por su arraigo asturiano en el que algunas épocas la barricada llegó a convertirse en escultura popular.
Todo empezó como muchas de las cosas que empiezan sin pensarse demasiado: por casualidad. El artista visual estaba disfrutando una beca en la Real Academia de España en Roma. Era 2010, cuando la indignación alumbraba con su luz importantes plazas del mundo. Del norte al sur, del este a oeste, como empezaba el ya mítico cántico que terminaba con un "la lucha sigue, cueste lo que cueste". Allí, en la capital italiana, Sala empezó este viaje hacia la historia contemporánea tras recoger una de las piedras lanzadas por algunos miembros del Black Block.
La revolución metida en una vitrina
De ahí parte la primera, aunque sin saber dónde, cuándo y cómo conseguirá la última. Mientras tanto, el artista se vale de compañeros de profesión, periodistas y conocidos en los movimientos sociales que le proporcionan el material indispensable para realizar el Museo Arqueológico de la Revuelta. Revueltas que, si bien dan la vuelta al mundo, también recorren gran parte de las demandas actuales: feminismo, medio ambiente, colapso de los servicios público, racismo, mayor democracia.
"Las piedras, desde el momento en que se recogen y entran en el espacio del arte, no son un objeto violento, sino estético", afirma el creador a Público. De esta forma, esa estética inundará la sala Pancho Lasso del Museo Internacional de Arte Contemporáneo, en el Castillo de San José, en Lanzarote, hasta el 7 de noviembre. Las vitrinas, de nuevo, se constituyen como una nueva frontera a superar por el visitante. Son la barricada de la barricada que cada uno debe derribar para adentrarse en ese preciso momento en el que todo, revolución social mediante, es posible.
En la isla canaria presenta una especie de resumen de todas las piezas que componen la muestra: "Expongo las que me parecen más interesante para que se entiendan bien, que no haga falta más que echarles un vistazo. No abarco las revueltas de todo el mundo, ni todas las luchas sociales, pero voy viendo, recopilando y al final, selecciono", explica Sala. Así pues, su ambición también se encuentra ligada a la vitalidad de la exhibición, que nunca dejará de crecer hasta que desaparezca el descontento popular.
La piedra une al pueblo
El Museo Arqueológico de la Revuelta también puede ser una obra colaborativa, más de lo que ya lo es. "Me parecería maravilloso que alguien se acercara y me dijera que expusiera una piedra que guardó de alguna manifestación, que de manera espontánea participara la gente en la formación de la obra", dice. Por otra parte, Sala quiere quedarse consigo el proyecto para que avancen juntos. Ya expuesta en Avilés y Barcelona, la composición no tiene como objetivo entrar en el mercado del arte.
La rabia, que no se puede medir, sí se puede llegar a intuir. ¿Qué sentiría aquella persona que arrojó esa piedra durante la primavera árabe de Siria? O el manifestante que arrojó aquella otra durante las últimas protestas multitudinarias en Chile, ¿se imaginaría que después llegaría un nuevo proceso constituyente? Ese son el tipo de preguntas que este Museo Arqueológico de la Revuelta pretende responder, y mediante el que encontraremos diferentes respuestas si se atiende a la reivindicación concreta, pero contestaciones similares desde la perspectiva del manifestante que se ve obligado a lanzar estos objetos: ¿Qué sentiría con mayor profundidad ese activista: miedo, rabia, frustración o desesperación?
"Quien lanza una piedra comparte muchas cosas con cualquier otra persona que hace lo mismo, sea de la parte del mundo que sea", agrega el propio Sala. Su Museo, por otra parte, también cuenta con la participación de integrantes de los movimientos sociales que le hicieron llegar algunas de las piezas ahora expuestas: "No les he contado para qué exactamente era la piedra, el formato final por así decirlo, porque esto es una obra viva que será difícil acabar", añade.
Una manera de entender el mundo
Su posicionamiento político como ciudadano supura en cada una de las piedras que expone. Según comenta, él le da "un intento a las temáticas que más inquietan a la gente con sentido común". Considera, y se nota, que la búsqueda de un mundo mejor es lo que guía a una muestra de estas características. Así desarrolla Sala esa idea: "Si presento estos objetos recogidos en protestas, que en algunos casos consiguieron cambiar en gran medida las cosas, al final claro que está involucrada la manera de entender el mundo y la ideología del artista".
Este artista visual tiene una respuesta a cuál es el sentido de crear este tipo de composiciones: "Desde el punto de vista del arte contemporáneo es importante equilibrar la estética del discurso. Son obras de arte, objetos con belleza, pero no solo eso, sino también relato, y si solo hay relato la pieza también cojea por el otro lado. Es un equilibro raro de mantener pero es mi manera de entender la creación artística", se explaya Sala.
La muestra propuesta por el artista en la Bienal de Lanzarote está acompañada con un vídeo, Cacotopia, realizado junto a Daniel García Andújar. Mediante extractos de películas de ciencia ficción y de utopías que terminan mal, los dos artistas abordan la "distopía en la que se ha convertido la realidad", tal y como recalca Sala, a través de esos cortes en los que se difumina realidad y fantasía. Difícil crear obras distópicas si ya se vive en una.
Así completa el artista visual su presencia en la cita lanzaroteña, donde Sala ocupa un gran espacio, ese espacio dedicado a las creaciones que nos interpelan como sociedad, que nos unen por una misma lucha. Piedras y más piedras que recuerdan un intento de cambio, y aunque no siempre fructífero, sí fosilizadas en nuestra mirada tras abandonar el Museo Arqueológico de la Revuelta.
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