Las izquierdas catalanas y Junts culminarán sus congresos en otoño para adaptarse al nuevo ciclo político
Tras la llegada al Govern del PSC, Junts probablemente materializará el retorno de Puigdemont al frente del partido, mientras que ERC, la CUP y los Comuns redefinirán sus estrategias después de los retrocesos del último ciclo electoral.
Barcelona-Actualizado a
Con el escenario de la repetición electoral descartado tras la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat, el otoño político catalán estará marcado por los congresos y asambleas que celebrarán gran parte de los partidos, que irán en paralelo a los primeros pasos del nuevo Govern.
Cónclaves orgánicos que deben servir, sobre todo, para redefinir estrategias y encarar con mejores perspectivas el próximo ciclo electoral después de los males —o pésimos- resultados del último —largo como es el caso de ERC, Comuns y la CUP— o para articularse como alternativa al ejecutivo del PSC, que es la voluntad de Junts.
De una manera u otra, los retrocesos experimentados en las urnas tanto por las izquierdas catalanas como por el conjunto del independentismo obliga a estas formaciones a repensarse para adaptarse a un nuevo ciclo político, marcado por la hegemonía socialista.
Quien sigue sin convocar su congreso, regional en este caso, es el PP, que lo tiene pendiente desde otoño de 2022, es decir, desde hace casi dos años. El escenario en la formación ha cambiado notablemente, después de que en las elecciones al Parlament del 12 de mayo multiplicara por cinco su representación —pasó de tres a 15 diputados—, un resultado que refuerza a Alejandro Fernández, el líder catalán que no es precisamente un protegido de Alberto Núñez Feijóo.
Finalmente, el PSC llegará a otoño con los deberes hechos a nivel interno, puesto que celebró su congreso en marzo, una cita que le sirvió para reelegir a Salvador Illa como primer secretario, situar a Lluïsa Moret como número dos de la formación y engrasar su maquinaria para preparar su asalto en la Generalitat, que culminaría en agosto gracias a los buenos resultados del 12M y a los posteriores acuerdos con ERC y Comuns.
Junts quiere ser alternativa
El último partido en convocar su congreso ha sido Junts, que lo hizo apenas hace tres semanas, el 12 de agosto. La cita se celebrará del 25 al 27 de octubre en Calella (Barcelona) y la pretensión de los junteros es que su congreso nacional extraordinario sirva para "recomponer y relanzar la estrategia independentista" bajo su liderazgo.
El cónclave inicialmente estaba previsto para 2026, pero el nuevo escenario político ha llevado el partido a avanzarlo. Simple y llanamente, la formación aspira a erigirse en la alternativa al Govern de Salvador Illa —ya ha mostrado que, al menos inicialmente, ejercerá una oposición dura en el Parlament— y aglutinar en lo posible el grueso del electorado independentista.
Detrás la premisa de articular una especie de "frente patriótico" —idea que defiende, por ejemplo, el diputado en el Parlament Agustí Colomines— está la voluntad de captar parte de los antiguos votantes de ERC, aprovechando la crisis que atraviesa la formación que hasta hace unas semanas lideraba el Govern.
Más allá de los cambios estratégicos, el congreso debe servir para afrontar una renovación de la dirección de Junts, que probablemente implicará el retorno de Carles Puigdemont a un cargo orgánico, seguramente el de presidente del partido. Será la manera de oficializar su liderazgo indiscutible y desmentir lo que había dicho en campaña, que abandonaría la primera línea política si no lograba la presidencia de la Generalitat.
Si, como parece, Puigdemont vuelve a la presidencia de Junts, tendrá que salir Laura Borràs, que según fuentes citadas por varios medios no tendría problemas en dar el paso, con la idea de ser recolocada como vicepresidenta o presidenta del Consejo Nacional de la formación, cargo que actualmente ostenta el presidente del Parlament, Josep Rull. En cualquier caso, se da por hecho su pérdida de peso orgánico y la continuidad de Jordi Turull como secretario general.
El final incierto de la batalla interna de ERC
Sin duda la cita que está acaparando más atención mediática es el congreso nacional de ERC, que se hará el próximo 30 de noviembre, después de que la ejecutiva haya confirmado la fecha este mismo lunes. Después de un pésimo último ciclo electoral que les ha comportado perder la presidencia de la Generalitat y las principales alcaldías que tenían, los republicanos están profundamente divididos entre los sectores alineados con Oriol Junqueras, presidente del partido hasta junio, y los que orbitan alrededor de Marta Rovira, secretaria general hasta el congreso nacional.
Junqueras, que aspira a recuperar la presidencia, presentará su candidatura el próximo día 21 en un acto en Olesa de Montserrat (Barcelona). Bajo el nombre Militància decidim, la propuesta tiene el apoyo de la eurodiputada Diana Riba y los ex consellers Raül Romeva, Joan Ignasi Elena, Juli Fernández y Bernat Solé, entre otros.
Nova Esquerra Nacional, lo proyecte rival, se estrenó en sociedad la semana pasada, con nombres como la exconsellera Teresa Jordà o el alcalde de Manresa, Marc Aloy, haciendo una defensa de una lista "coral" y defendiendo la necesidad de "aire fresco" y de renovación de nombres. Todavía no se sabe quién será la persona que la liderará y, por lo tanto, se enfrentará a Junqueras.
El congreso también debe servir para revisar la estrategia republicana de los últimos años, que impulsó el partido a las mayores cuotas de poder desde la II República hasta que a partir del 2023 la tendencia cambió. En este sentido, cuestiones como el apoyo al Gobierno estatal del PSOE o el papel en el Parlament —con el pacto de investidura a Salvador Illa como hecho más reciente— no parecen generar discrepancias significativas entre las dos opciones.
En los comicios en el Parlament ERC perdió más de 175.000 votos —se quedó en 427.000— y cerca de ocho puntos de apoyo y pasó de 33 a 20 diputados. Pero todo el ciclo ha sido pésimo para la formación, que en las municipales de mayo del año pasado pasó de primera a tercera fuerza y se dejó 300.000 votos, quedándose en 520.000. Esto les comportó, entre otras, perder alcaldías tan significativas como Lleida, Tarragona, Vilanova i la Geltrú, Sant Cugat del Vallès o Figueres, además de pasar de primera a cuarta fuerza en Barcelona.
Dos meses más tarde, en los comicios generales del 23 de julio, el partido se hundió de primera a cuarta fuerza —por detrás del PSC, Comuns y PP—, de 13 a siete diputados en el Congreso y de casi 875.000 sufragios a 462.000. Finalmente, las europeas del 9 de junio certificaron una nueva bajada de ERC, al mantener menos de la mitad de los 720.000 sufragios recibidos el 2019.
Los Comuns buscan un "relanzamiento"
La bajada de las izquierdas en Catalunya también ha impactado en los Comuns, que desde 2015 acumulan una tendencia a la baja en las urnas. Su Asamblea Nacional estaba prevista para el año próximo, pero en junio ya anunciaron que la avanzaban a los días 16 y 17 del próximo noviembre. El objetivo es "fortalecer ideológicamente a la formación" y lograr un "relanzamiento" para hacer del espacio "una herramienta útil para los catalanes y la casa grande de los que queremos una Catalunya mejor", en palabras del portavoz del espacio, Joan Mena.
Al cónclave se abordarán cambios organizativos —a pesar de que no parece que el liderazgo de Ada Colau y Jéssica Albiach peligre— y la estrategia de alianzas para afrontar el siguiente ciclo electoral. Será la primera asamblea después de la ruptura con Podem, que comportó que el partido morado ya no concurriera a los comicios en el Parlament y que en las europeas se enfrentaran a las urnas, con la candidatura encabezada por Irene Montero sumando 8.000 votos más que Comuns Sumar en Catalunya.
En las elecciones al Parlament del 12 de mayo, la candidatura encabezada por Jéssica Albiach perdió 13.550 votos —el 6,9% de los obtenidos el 2021—, pero pasó de ocho a solo seis diputados. Lo más significativo, sin embargo, es que la formación solo consiguió escaños en la provincia de Barcelona, un hecho que no había pasado nunca en el espacio previamente representado por ICV-EUiA o el PSUC.
Reducido a un partido casi únicamente metropolitano, los Comuns han experimentado un retroceso en su implantación territorial y en las municipales de 2023 —todavía con Podem— ya habían perdido unos 90.000 votos y se habían quedado sin la alcaldía de Barcelona, el principal feudo del proyecto. Solo resistieron en las generales, donde mantuvieron los siete diputados en el Congreso, a pesar de reunir 55.000 sufragios menos que en 2019.
El proceso de refundación de la CUP
Quien tiene más avanzado su replanteamiento estratégico es la CUP, que puso en marcha el llamado Procés de Garbí el pasado octubre y lo culminará con una asamblea nacional el próximo día 21. Un par de semanas después abordará la pata organizativa de la formación. En este ámbito, la pretensión es que el mandato del secretariado nacional cupero —el equivalente a su ejecutiva— pase de dos a cuatro años, para dotarlo de mayor estabilidad.
El partido de la Esquerra Independentista puso en marcha el proceso después de encadenar unos malos resultados a las elecciones locales del año pasado y quedarse sin representación en el Congreso a raíz de las generales de dos meses más tarde. Las elecciones en el Parlament de mayo no hicieron otra cosa que confirmar su retroceso, puesto que los anticapitalistas cayeron de nuevo a solo cuatro diputados.
Tras tocar techo electoral en 2015, tanto a nivel municipal como en el Parlament, la CUP mantiene una tendencia a la baja, que se ha acentuado en el último ciclo. En los comicios locales perdió más de 40.000 votos y unos 20 ediles y no consiguió representación en muchos de los principales ayuntamientos catalanes, como los de Barcelona, l'Hospitalet, Lleida, Tarragona o Terrassa, entre otros.
En las generales del julio pasado bajó en 150.000 sufragios —no llegó a los 100.000— y se quedó sin los dos diputados en el Congreso que tenía. Y la bajada se mantuvo el 12M, cuando se dejó un tercio del apoyo recibido en 2021 y con solo 129.000 papeletas se quedó en cuatro diputados, cuando tenía nueve. Entre otras cuestiones, su proceso de refundación le tiene que servir para repensar cuestiones como el rol que debe tener en las instituciones y las alianzas que quiere tejer.
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