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El 'nuevo ocio' tras la pandemia pone a prueba la sostenibilidad de los espacios naturales valencianos

Desde la Conselleria de Medi Ambient preparan una orden para regular el acceso a los parques más masificados, pero entidades ecologistas reclaman más recursos para su gestión y el mantenimiento.

Mirador del Garbí, en la Serra de la Calderona.
Mirador del Garbí, en la Serra de la Calderona. WIKIPEDIA

La pandemia mundial está cambiando todo tipo de hábitos. Y como disfrutamos los momentos de ocio no es precisamente la excepción, dado que es uno de los ámbitos más afectado por las cambiantes restricciones. Estos meses, muchos ciudadanos han buscado en el contacto con la naturaleza y las actividades al aire libre nuevas alternativas saludables y seguras. Desde la Conselleria de Agricultura i Medi Ambient han detectado un aumento sustancial de la afluencia a los parques y reservas naturales del País Valencià. Un dato que puede ser corroborado fácilmente visitando cualquiera fin de semana determinados espacios en los que se observan muchas más personas que el año pasado por las mismas fechas.

Es cierto que las aglomeraciones se dan, básicamente, en algunos parajes especialmente icónicos o donde se permite el acceso motorizado. Algunos ejemplos serían el mirador del Garbí, en la Serra de la Calderona, los puentes colgantes de Chulilla o el Pou Clar de Ontinyent, los tres en la provincia de València, o también el ascenso al Penyagolosa, en Castelló.

Des de la Conselleria se ve lee como positiva esta "reconexión de la gente con la naturaleza" y no hay intención de poner barreras a esta actividad, pero sí que se está trabajando en una orden para regular los accesos a los parques más masificados, promoviendo la movilidad sostenible y evitar los atascos en carreteras que no están preparadas para ciertos volúmenes de tráfico.

Según declaraciones a Público, el modelo en que se baraja no sería tanto el de la Cova Tallada como el de la Serra d'Irta. En la primera, situada en Xàbia (Alacant), ya hace años que se estableció un sistema de limitación de aforo, controlado con la obligación de reservar la visita. En la segunda, en la costa de los municipios de Alcalà de Xivert y Peníscola (Castelló), está muy avanzado un cambio en los accesos pactado con los ayuntamientos afectados para reducir el deterioro provocado por el transporte motorizado, sobre todo en los meses de verano. "Los estudios de impacto ambiental nos revelaron que el aforo máximo sostenible sería de 683 vehículos diarios por la carretera de la costa, la más masificada, mientras que en verano pueden llegar a pasar 800", explica Paula Tuzón, secretaria Autonómica de Medio Ambiente. Para reducir estos números se ha optado por la limitación de los vehículos privados –excepto el de los propietarios de terrenos dentro del parque- durante los meses de verano e implementar una línea de microbús con entrada y salida en los dos municipios y parada en las principales playas. "Con estas medidas queremos fomentar el acceso de visitantes con medios alternativos, como transporte público, la bicicleta y andando, para garantizar un espacio digno de ser valorado y protegido por parte de la sociedad".

Retos de gestión

"La regulación de los accesos es una herramienta muy eficaz para evitar la masificación y es muy positiva siempre que no se haga estableciendo barreras económicas –cuenta Pau Alonso, activista de Ecologistes en Acció y experta en gestión y uso público de espacios naturales- pero esto precisa de ciertos recursos materiales y humanos que si no se desarrollan después todo queda en nada".

Alonso: "Prácticamente todos los espacios naturales están abandonados"

Esta activista coincide con la Conselleria en valorar positivamente que la ciudadanía haga uso de los parques naturales, una práctica que incluso define como el "derecho al ocio y al contacto con la naturaleza". Además, alerta, estas prácticas "no son, precisamente, las causantes de los peores impactos en los parques, sino que serían otros usos" y reconoce el "alto nivel de concienciación" de las empresas de turismo activo que trabajan en los parques.

Para Alonso, en cambio, el gran problema es la falta de recursos económicos y humanos para garantizar el mantenimiento y la gestión correcta de la capacidad de carga de los parques: "Prácticamente todos los espacios naturales están abandonados, a veces hay un solo técnico para dos parques o directores que lo son de diversos espacios a la vez, muchos PRUG [Plan Rector de Uso y Gestión de los parques, que regulan los posibles usos de cada parque] no están hechos o tienen partes obsoletas, muchos ayuntamientos pequeños no tienen recursos para gestionar estos espacios y están colapsados", denuncia, antes de pedir "un incremento presupuestario sin el cual las normativas acaban inaplicadas". Unos recursos que considera "imprescindibles en época de emergencia climática".

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