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Organizaciones sociales y políticas se movilizan contra la invasión de Ucrania y la militarización de la OTAN

Diferentes entidades apuestan por celebrar una contracumbre por la paz antes de la reunión de la OTAN en Madrid a finales de junio mientras dejan claro su rechazo a la guerra contra Ucrania.

Un grupo de personas participa en una concentración contra la guerra en Ucrania y contra la OTAN, en la Puerta del Sol, a 25 de febrero de 2022, en Madrid (España).
Un grupo de personas participa en una concentración contra la guerra en Ucrania y contra la OTAN, en la Puerta del Sol, a 25 de febrero de 2022, en Madrid (España). Alejandro Martínez Vélez / Europa Press

En un mundo polarizado y en estado de nervios tras la invasión de Ucrania por Rusia no es fácil hacer análisis sosegados ni colocar determinados mensajes sin que sean fundamentalmente malinterpretados, como el de la apuesta por la paz y por seguir el camino de la desmilitarización del planeta.

Diversas organizaciones sociales (sindicatos, colectivos y ONG) y políticas (el PCE, IU, Anticapitalistas) venían trabajando, en distintos foros y en diferentes niveles, antes de la invasión, en un programa alternativo al de la cumbre de la OTAN en Madrid de finales de junio que incluiría un foro (una especie de contracumbre por la paz) y una manifestación el fin de semana anterior (el del 25 y 26 de junio) a la reunión, que cae en miércoles y jueves.

Ahora, tras la invasión, se tienen que concretar las acciones y todo está aún por cerrar: la guerra de Rusia contra Ucrania ha ocupado el primer plano. Sin embargo, las reivindicaciones contra los programas que pretenden incrementar el gasto en armas, no se van a quedar en el tintero, según las opiniones recabadas por Público para esta crónica.

Así, el rechazo a la guerra de Ucrania no es incompatible con trabajar por una rebaja de la retórica bélica y en aras de la paz para numerosas organizaciones. El movimiento pacifista, que tantos apoyos concitó cuando se produjo la invasión de Irak, se mueve en este momento, según las fuentes consultadas por Público, en esta doble dirección.

Por un lado, de forma inequívoca contra la invasión de Ucrania y el rechazo a una guerra ilegal y, por otro, de un modo independiente, también por evitar (hasta donde llegan) que la lógica de la guerra se instale en las sociedades occidentales.

Se trabaja para ello en varios niveles (y desde diferentes puntos de vista): el local; el estatal, con al menos una plataforma ya conformada, y también el internacional, como es lógico, al tratarse de una cumbre de la OTAN, según aseguran a Público en IU, en Ecologistas en Acción y en Greenpeace.

Así, por ejemplo, el próximo tres de abril, en Madrid, diversas organizaciones, el partido Anticapitalistas, el sindicato CGT, y las ONG Ecologistas en Acción, BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones), Attac y Desarma Madrid, han convocado una manifestación que arranca en Atocha a las 12 de la mañana y que terminará en el ministerio de Asuntos Exteriores. ¿El lema? "Fuera tropas rusas de Ucrania, no a la intervención de la OTAN. Por la solidaridad internacionalista, por la paz y el desarme".

En el manifiesto de la manifestación las organizaciones recogen las siguientes ideas. Por un lado, la "agresión militar del régimen de Putin contra Ucrania" es "inaceptable": el primer responsable es el "régimen de Putin", al que se le exige el "cese inmediato e incondicional de la agresión y la retirada de Ucrania". Por otro, la solidaridad con los refugiados, y por último: "No podemos eludir tampoco nuestros deberes en casa. No debemos dejar que el miedo nos lleve a aceptar una remilitarización de nuestras sociedades, el aumento del gasto militar y la legitimación de la guerra como mecanismo de resolución de conflictos".

Contra la militarización

"La guerra, la invasión de Rusia sobre Ucrania ha llevado a una remilitarización de la seguridad en un momento en que la OTAN estaba en muerte cerebral como decía Macron. Este ataque, que vulnera la carta de Naciones Unidas, ha precipitado la remilitarización de la seguridad. Creemos (antes y después del ataque) que se trata de caminar en el sentido contrario: desmilitarizar la seguridad", afirma a Público, Willy Meyer, exeurodiputado de IU en el Congreso y en el Parlamento europeo, firme partidario de celebrar la contracumbre de la paz justo antes de que se produzca la de la OTAN en Madrid.

"Ninguna guerra –afirma Meyer– se tiene que producir. La guerra de Ucrania se podría haber evitado en otro contexto de seguridad, desde el acta final de Helsinki y la de París, unos momentos antes de la disolución de la URSS, sobre todo se propone que, una vez certificado que la URSS se desmembra, lo importante es un sistema que dé seguridad a todos, no inseguridad a unos y no a otros, un sistema de seguridad compartido y continental, que tiene en el horizonte el desarme y la prohibición de las armas de destrucción masiva: eso es lo tendríamos que rescatar hoy".

"Creemos que la cumbre del 29 y 30 de junio de la OTAN debería tener una respuesta activa del movimiento pacifista para oponer otro sistema frente a este militarizado, que no descarta armas nucleares y el 2% del PIB [en gasto militar]. Lo que crea inseguridad es la pobreza, el hambre, la falta de ejemplo del campo climático, etc… Para eso, para dar seguridad a lo que realmente produce inseguridad, es necesario avanzar hacia la desmilitarización", remacha el exeurodiputado de IU.

Javier Raboso, responsable de campañas de paz de Greenpeace ve las cosas, en este punto, de una manera similar: "Vivimos un mundo cuyo equilibrio es cada vez más frágil y la competencia por los recursos es cada vez mayor. En esta coyuntura, nuestra respuesta es siempre el diálogo y la negociación, el multilateralismo y la justicia global; pero nunca el discurso belicista que acompaña a la liturgia de la guerra. La lógica de bloques, de amigos y de enemigos, está alimentando un ciclo de gasto militar que nos conducirá sin duda hacia una mayor inestabilidad mundial, y que no resulta útil para abordar los grandes retos que toda la humanidad tenemos por delante, como la crisis climática o el colapso de los ecosistemas. Además, la maquinaria de la guerra desvía siempre, en nombre de la seguridad nacional, una ingente cantidad de recursos que si fueran dedicados a investigación, a hospitales, a escuelas o una transición energética urgente, generarían más seguridad a la mayoría de la población y contribuirían de forma efectiva a un mundo más justo y pacífico".

"El no a la guerra es un no rotundo y claro, un no a esta invasión ilegal; que se frene cuanto antes y que no se alimente con el envío de armamento. Pero también es importante analizar qué ocurre, por ejemplo, con la Brújula Estratégica que acaba de aprobar el Consejo Europeo, que define la política europea en materia de seguridad y defensa hasta 2030. En el texto acordado, la respuesta a retos como las tensiones geopolíticas, las migraciones o el cambio climático es una creciente militarización. Por otra parte, para oponerse a este proceso de rearme mundial es importante denunciar la contribución de la OTAN a esta peligrosa dinámica", agrega Raboso.

Yago Martínez, de Ecologistas en Acción resume: "La movilización contra la OTAN venía de antes. Estamos ahora en preparar movilizaciones desde un punto de vista pacifista y de solidaridad internacionalista. Y en hacer un análisis más profundo de que Putin está loco desde el punto de vista, desde el pacifismo y antimilitarista".

"El tema de la OTAN –añade– sí tiene que estar en el análisis de cómo se ha llegado a esto. Nuestra oposición a la OTAN es independiente de Putin". Martínez reconoce dificultades a la hora de hacer este discurso en esta coyuntura: "Está claro que la situación ahora mismo complica el análisis. Y el discurso pacifista está siendo estigmatizado".

"Si hablas de paz –continúa– y de la vía diplomática, te llaman naif: muchos medios están diciendo que no hay alternativa. Esa tendencia está ahí. El discurso es tan monolítico: se nos bombardea con el mensaje bélico: cualquier discurso que se salga de esas líneas, cualquier detalle, cualquier análisis, si te vas a hacer un análisis más profundo de la situación, enseguida te llaman putinista". "Pues se puede hacer ese análisis, criticando a la vez la agresión rusa y la militarización", remacha Martínez.

Willy Meyer abunda en estas ideas: "El hombre blanco tiene lengua de serpiente, decían los nativos americanos: es verdad. Esa doble moral es indignante. Estamos en contra de los ataques a la soberanía nacional de cualquier país porque eso vulnera la carta de Naciones Unidas. Nos encontramos en una sociedad en peligro, y en lugar de poner el foco en hambre y en las causas de la desigualdad y las guerras y en el discurso coherente, el que se preocupa por la seguridad, que es el pacifista, lo ponemos en el otro: en el discurso hipócrita de una fuerza que quiere seguir manteniendo una hegemonía. Es verdad que desde el siglo XVI Occidente pierde la hegemonía respecto a Asia. Y EEUU trabaja para no perder esa hegemonía. Pero ni Putin ni la OTAN. Nadie que vaya contra la carta de la ONU, podrá contar con el respaldo del pacifismo: Es un proyecto realizable, no es utópico. Existen políticas pragmáticas que permitan avanzar hacia el desarme. Ahí está el informe Olof Palme: esa perspectiva pragmática se debería impulsar por parte de los Estados".

Meyer añade otra idea que apuntala la necesidad de celebrar esa contracumbre en junio previa a la de la OTAN: "La cuestión de fondo en todo esto es: hasta hace 20 años, las políticas de defensa en los países desarrollados eran competencia exclusiva de los gobiernos. Se consideraban secretas, de tal manera que la directiva de defensa nacional es competencia exclusiva del presidente del Gobierno. No aterriza en las Cortes. Es decir la soberanía nacional no recibe el plan de defensa. Hay que articular un nuevo debate de Estado sobre la seguridad, ¿qué tipo de seguridad debe de tener España? En él tiene que participar la academia, la ciencia, las organizaciones sociales: Nos interesa a la sociedad civil. Es un objetivo estratégico que el pueblo español pueda decidir qué tipo de seguridad tiene que tener España. Tanto en el terreno nacional como en el europeo. En ese debate, allí podremos defender un sistema alternativo".

En su libro Las consecuencias económicas de la paz, en el que John Maynard Keynes analizó el Tratado de Versalles que puso fin a la I Guerra Mundial, el economista escribe en el inicio del capítulo VI, titulado Europa después del tratado: "El Tratado no incluye ninguna disposición para lograr la rehabilitación económica de Europa; nada para colocar a los imperios centrales, derrotados, entre buenos vecinos, nada para dar estabilidad a los nuevos Estados de Europa; nada para levantar a Rusia, ni promueve en forma alguna la solidaridad económica estrecha entre los mismos aliados".

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