El auge de Vox y otras claves de por qué Feijóo está peor que nunca en las encuestas
El Partido Popular obtiene en septiembre sus peores datos en los barómetros desde mayo de 2022, cuando el político gallego asumió su liderazgo, y constata un estancamiento que coincide con el crecimiento de la ultraderecha.

Madrid-
Alberto Núñez Feijóo llegó a la presidencia del Partido Popular en mayo de 2022 para sustituir a Pablo Casado. El expresidente de la Xunta de Galicia se estrenó en su formación política con una remontada en las encuestas que situó al PP como la primera fuerza en estimación de voto en buena parte de los barómetros publicados.
Desde entonces, la estimación de voto de los conservadores ha ido fluctuando hasta el verano, cuando el PP logró distanciarse del PSOE y dejar atrás a los de Pedro Sánchez en la mayoría de las encuestas (en el CIS de julio, donde habitualmente obtienen sus peores estimaciones y se sitúan por detrás de los socialistas, se recogió un empate técnico entre ambos partidos).
Sin embargo, en septiembre el escenario parece haber cambiado por completo, ya que el PP ha obtenido sus peores resultados demoscópicos desde que Feijóo tomó las riendas de la organización.
Desde el último barómetro realizado por GAD3 para ABC (que le da una estimación de voto del 32%) hasta el último estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (que sitúa al partido en un 23,7%), pasando por el estudio de septiembre de 40dB para la SER y El País (que otorga a los conservadores un 30,7%), todos recogen la peor cifra de los populares desde mayo de 2022.
Este parón en el crecimiento demoscópico de un PP que antes del verano se había puesto en clara situación de ventaja respecto al PSOE (en el contexto del caso Cerdán y de la crisis que desató y que golpeó de manera dura a los de Sánchez) coincide, a su vez, con el mayor refuerzo que ha experimentado Vox en las encuestas.
Crisis de liderazgo y discurso que favorece a Vox
En prácticamente todos los estudios, los de Santiago Abascal se sitúan por encima del 17% en una tendencia alcista que viene desde el otoño de 2024. En el barómetro de septiembre del CIS, la diferencia entre ambos partidos era de tan solo 6,5 puntos, una distancia menor que la que este mismo estudio estimaba entre el PSOE y el PP (de nueve puntos); aunque en el resto de encuestas esta diferencia entre los dos partidos de la derecha es muy superior (de 13 puntos en el estudio de 40dB y de 14 en el barómetro de GAD3).
Pero el estancamiento del PP en las encuestas no sólo se refleja en la estimación de voto que obtiene la organización. En el último barómetro del CIS, por vez primera el líder del partido ultraderechista, Santiago Abascal, es preferido por los encuestados como presidente del Gobierno respecto al presidente del PP. Casi el 11% de los encuestados aseguran que prefieren a Abascal como jefe del Ejecutivo, mientras que un 9,7% prefiere que sea Feijóo. El presidente de Vox sólo es superado en este apartado por el líder del PSOE, Sánchez, al que casi un 25% de los encuestados prefiere como presidente.
Las expertas consultadas por Público apuntan a varios factores que podrían explicar la situación demoscópica de los conservadores. Aida Vizcaino, profesora de Ciencia Política en la Universitat de València, explica que "en un escenario político radicalizado por la extrema derecha, como el que vivimos, es complicado que un candidato sin proyecto y sin dotes de liderazgo pueda contener la embestida desde su derecha".
"La cuestión del candidato del PP", ahonda la experta, "es que, por un lado, apenas alcanza el 40% en la preferencia como presidente entre sus propios votantes, habiendo marcado casi el 75%; y, por otro, parece que su estrategia de desgaste a la figura de Sánchez no va acompañada de un proyecto sólido para atraer y retener al electorado. Y podría ser que esto fuera lo que comienza a percibir el votante conservador, que busca certeza, seguridad y orden, y no lo encuentra en este líder y su equipo".
A su juicio, a todo esto se suma la sensación de que Feijóo "no controla a las diferentes familias internas y sus líderes, hecho que redunda en la baja consideración a su liderazgo".
La politóloga Marina Pla considera que "la tendencia bajista del PP nos habla de un desdibujamiento de su posición política en estos momentos". "Creo que es consecuencia directa de dos factores: el PSOE y Pedro Sánchez han conseguido recuperar una cierta iniciativa política, en un contexto en el que Gaza y la política internacional dominan la conversación político-mediática; y el PP hace movimientos tácticos buscando posiciones antagonistas, en un tiempo de polarización creciente, pero se queda corto ante una estrategia de mayor calado, la de Vox, que logra situarse permanentemente como lo contrario al Gobierno".
En esta relación entre la caída del PP y el crecimiento de la ultraderecha, Pla destaca varios elementos: "El peso institucional del PP en las comunidades autónomas, en máximos históricos, lastra las posibilidades del partido para ser visto como una alternativa destituyente del 'sanchismo'. Más si cabe tras la imagen proyectada por los gobiernos de Castilla y León o la Comunidad Valenciana en la gestión de las graves situaciones vividas en estos territorios en los últimos tiempos".
Además, defiende la experta, "cada vez que el PP extrema su discurso contribuye a un ambiente de movilización total de las bases populares de la derecha, lo que acaba beneficiando a Vox, cuyo electorado coquetea más habitualmente con la abstención. El PP y Feijóo se ven desplazados de un tablero en el que la centralidad está regida por una lógica antagonista radicalizada, una lógica que sume en el desconcierto a los sectores más moderados de su electorado potencial".
Una de las claves que apuntan las expertas consultadas respecto a la situación demoscópica del PP y de Vox reside en la importancia de tener en cuenta el denominado voto de castigo en las encuestas. La directora técnica de Key Data, Paz Álvarez, explica que "el voto a Vox tiene un techo, y lo hemos visto en otras ocasiones; hay mucha gente que busca castigar al PP en las encuestas por diferentes motivos pero que cuando lleguen las elecciones y se plantee la utilidad real del voto, es probable que ese voto vuelva al PP".
"Es esperable que en este momento haya determinado perfil de votante del PP que no tenga incentivos para desvelar su intención de voto en una encuesta (dudas, desconfianza, vergüenza, etc.), pero esto no implica que en el momento de emitir el voto sea desleal. El clima político y mediático actual podría actuar aparentemente como inhibidor", apuntala Vizcaíno.
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