Este artículo se publicó hace 2 años.
Patricia Simón: "Hemos desgastado las palabras, han perdido capacidad de interpelar, de atravesarnos"
La reportera saca del horno el libro 'Miedo, viaje por un mundo que se resiste a ser gobernado por el odio', en el que hace balance dos décadas de oficio.
Sevilla-Actualizado a
La reportera Patricia Simón (Estepona, 1983) acaba de sacar del horno un libro, Miedo, viaje por un mundo que se resiste a ser gobernado por el odio (Debate), en el que hace balance de dos décadas de ejercicio periodístico en el que se ha pateado geografías múltiples. En sus viajes, además de miedo, violencia, horror y frustración ha encontrado también esperanza y amor.
En esta aventura literaria híbrida, un intento de comprender y comprenderse, que cabalga entre el ensayo, el reportaje y el testimonio, Simón halla una poética, un camino, en la narración de la distopía que es este mundo, en el que a todas horas y en todas partes, en el interior de nuestras casas, de nuestros corazones, naufragan los derechos humanos.
En el libro, Simón reflexiona con honestidad intelectual y profundidad de maestra del oficio de contar, sobre la terapéutica que encierra una entrevista, la importancia de ver los problemas, de describirlos para conocerlos y trabajarlos, el desgaste de las palabras, los retos de la profesión y reivindica la conversación, el diálogo, la curiosidad como antídotos contra el miedo y la trinchera. Y el amor como ideología, como motor de esperanza, de cambio, en un mundo en el que, sí, hay gente que, como ella, trabaja para convertir los espacios en los que está en habitables y amables.
Simón, que presenta el libro el próximo 2 de febrero en Madrid, en el espacio Fundación telefónica con la escritora Edurne Portela y la periodista Rosa María Calaf y en Barcelona el 23 de febrero con el reportero Jon Lee Anderson, la directora de La Marea, Magda Bandera y Bob Pop, autor del prólogo, explica así lo que siente que nos pasa con las palabras: "Siento mucha frustración porque tengo la sensación de que no tenemos la capacidad de comunicarnos con la suficiente potencia con la ciudadanía, porque hemos desgastado las palabras. Muchas han perdido la capacidad de interpelarnos, de atravesarnos como creo que tenían antes ¿Conseguimos evocar el frío, el miedo de los refugiados en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, obligados a sobrevivir allí por dos ejércitos?”
"El miedo, la desesperación –prosigue Simón– parecen demasiadas veces un informe burocrático. Ese es uno de los grandes retos que tenemos: resucitar las palabras, salir de las metáforas que hemos desgastado de usarlas. Necesitamos otro lenguaje, porque no consigo ver que las personas que reciben palabras tan terribles, horribles como esas que escribimos realmente sientan lo que les queremos decir. Este desgaste tiene que ver también, además, con el hecho de que la ciudadanía está impermeabilizada para protegerse de tanto dolor".
Vox y el miedo
Sobre el auge de Vox, Simón reflexiona que existía un caldo de cultivo en España, que es el miedo y la falta de sensibilidad y que las cosas no funcionan: "Vox no necesita hablarle a sus votantes naturales. Son esos que se manifestaron en el barrio de Salamanca durante la pandemia. Saben que son los representantes de sus intereses. Vox es un partido formado por personas que han estado vinculados a instituciones, gente que viene de familias franquistas, que se lucraron con el trabajo de los presos republicanos, y que han generado un ideario heredero de ese régimen. Pero Vox sí necesita, para crecer, hablarle a las personas que se sienten más desesperadas y abandonadas por la democracia representativa liberal".
"Ese es el gran problema –añade Simón– que a lo mejor desde el periodismo no hemos podido evidenciar y subsanar, hay muchas personas que llevan muchos años pensado que las democracias ya no cumplen con su función de proporcionarles vidas mejores y de permitirse salir de situaciones de muchísima vulnerabilidad, sino que las condenan a tener que estar siempre en la rueda para sobrevivir".
La reportera completa su reflexión con la siguiente idea: "Estas personas sienten que la democracia no tiene nada que aportarles y, por otra parte, sienten que una parte de la izquierda les culpa como racistas, faltos de empatía o indiferentes. Es necesario que reconozcamos que los miedos de estas personas son legítimos, que el mundo cuando cambia muy rápido y no te aporta nada y no puedes participar, da miedo. Da mucho miedo que tus padres, tus hijos no encuentren trabajo, que no ganemos un salario que garantice una vida mínimamente digna. Este es un país con muchos trabajadores pobres y eso es inaceptable y una muestra del fracaso del sistema económico".
"Y cuando Vox viene –remacha– y les dice vuestro sufrimiento es real, lógicamente abrazan a quien les reconoce lo que están pasando. Hay mucha gente en este país que sufre mucho, que tiene una sensación de desesperanza radical y que tiene muchísimo miedo. Si queremos contar las historias que restauren la posibilidad de convivencia y fortalezcan la democracia, como periodistas no podemos contar las que reproduzcan ese discurso de los otros que hemos denunciado tanto. Nosotros también lo hacemos. Tenemos que salir de esta dinámica de poner a pelear a los pobres y contar historias de la comunidad y de sus problemáticas. No los echemos a competir por ver quién es más desgraciado".
Sobre el periodismo
Sobre el periodismo y sus miedos y demonios, Simón reivindica el efecto terapéutico del que se hace bien, el que se acerca con respeto a una víctima de un abuso, de una iniquidad, de una injusticia: "Nos hemos ganado mala fama, como gremio, pero donde los contextos se ponen más complicados, allí donde los derechos son más vulnerados, allí, en mi experiencia, es donde más se agradece que lleguen los periodistas, que es el representante de su sociedad, el que dice: lo que te ha ocurrido no debería haber ocurrido jamás. Si viviésemos en un mundo justo, tu testimonio debería servir para repararte. Eso, que parece una idea teórica, se ve en un desahucio y en la ruta de los Balcanes".
"Que alguien te pregunte –insiste, guiada por la voz de la experiencia, por los años de entrevistas, de mirar a los ojos a la gente– por algo que consideras importante, eso es reparador para las personas. Esto se ve en los contextos más crudos".
"Tengo muy presente el hecho de que quien no va a perderse el reportaje o la entrevista son los protagonistas de esa información. Podemos generar retratos que pongan el foco en la capacidad de supervivencia. Cuando leen tu reportaje se miran en el espejo, le devuelves un reflejo de los que has visto en ellos. Que alguien te reconozca esa fortaleza, porque vas buscando lo que te hace salir de esas situaciones, eso también es terapéutico. Por eso estoy convencida de que todo el mundo debe tener el derecho a contar su historia. Todas las historias tienen algo de original", añade.
Sobre el proceso de escritura del volumen, Simón cuenta que le ha servido para parar, para pensar sobre su posición en el mundo y, también, "para volver a contactar con gente que fueron muy importantes para mí en diferentes dimensiones de mi vida". "Gracias a esta revisitación, he podido enamorarme más de la vida. Son personas muy diferentes, con capacidad de recordarnos todo lo bonito que somos capaces de sembrar, incluso en los contextos más oscuros. Necesitaba sacudirme esa sensación de derrota que tenemos en este momento. El libro, pese al título y la hipótesis que planteo sobre el papel que juegan los miedos en esta sociedad, me ha dado mucha fuerza. He tenido el placer inmenso de pensar, de preguntarme: ¿qué pienso sobre esto? Escribir, borrar, ver realmente qué pienso. Eso ha sido un privilegio. Me jode mucho, me molesta mucho que ese tiempo que yo he dedicado a reflexionar también sea un privilegio".
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.