Pontón: "Hay muchas maneras de sentirse gallego, de sentirse gallega, y todas son necesarias para abrir un tiempo nuevo"
La portavoz nacional del BNG llama a remover los marcos mentales del nacionalismo y apela a todo el voto galleguista para alcanzar la Xunta.
A Coruña-Actualizado a
Galicia es una de las comunidades españolas con más propietarios. De sus 2,7 millones de habitantes se calcula que alrededor de 1,7 millones, o sea el 63%, poseen tierras en terreno rústico. Podría parecer por ello que el rural gallego está plagado de señoritos terratenientes, de dueños de singulares y ricas fincas. Pero no se llamen a engaño.
En su inmensa mayoría se trata de pequeños predios, de minúsculas leiras, que es como aquí se les llama a los terrenos de labranza que han ido dividiéndose a lo largo de los siglos a base de herencias, servidumbres, préstamos y arrendamientos, y que apenas dan para el autoconsumo de las familias que aún viven del campo.
Las leiras, sus constantes particiones y sus infinitos cambios de propietario no siempre se registran, y lo habitual de toda la vida es delimitarlas con marcos. Es decir, con piedras o estacas de madera que señalan sus límites de una manera tan improvisada y barata como poco garantista y eficaz. Porque con moverlos un poco cualquiera puede ampliar a su antojo sus posesiones a costa de la tierra que el vecino de al lado creía suya.
Mover marcos, el deporte nacional de Galicia
"Mover marcos es nuestro deporte nacional", ironiza la actriz Beatriz Campos, encargada de conducir el acto con el que el Bloque Nacionalista Galego (BNG) lanzó este domingo la candidatura de su portavoz nacional, Ana Pontón, a la presidencia de la Xunta.
Han habido miles de disputas por los marcos a lo largo de los siglos en la intrahistoria de Galicia, y algunas han dado lugar a atroces crímenes, sangrientos asesinatos y truculentas venganzas cuyo mal recuerdo se guarda durante generaciones.
"Soy consciente del reto: ni más ni menos que lograr que por primera vez una nacionalista y una mujer sea presidenta"
Campos no pretendía rememorar las leyendas negras de la Galicia profunda, sino utilizar la referencia como metáfora para definir a Pontón: una política joven y audaz que ha logrado remover, dentro y fuera de Galicia y de su partido, los marcos del minifundio mental que atribuyen a la sociedad gallega una etiqueta rancia de comunidad reaccionaria, carca e inmovilista.
Es verdad que el PP ha gobernado Galicia durante casi 35 de los 41 años de historia de las instituciones democráticas autonómicas. Pero pese a lo que pueda parecer, esta no es una comunidad conservadora, o al menos no es tan conservadora como se le suele atribuir.
De las últimas cinco elecciones generales, la suma de votos de la izquierda ha superado en cuatro ocasiones a la de la derecha. Y en las últimas autonómicas de 2020, cuando Feijóo obtuvo su cuarta mayoría absoluta que luego legó a Alfonso Rueda, la diferencia entre PP y Vox y la izquierda fue de apenas 35.000 votos.
El momento exacto y el lugar indicado
Con Feijóo desmontándose por momentos en Génova, 13; con Rueda mostrando nerviosismo y fragilidad sin saber si debe o no adelantar las autonómicas -están previstas para julio pero todo el país intuye que serán en febrero o en marzo-; con Sumar, Podemos y las mareas ensimismados en sus cuitas internas, y con el PSOE asomándose con más timidez que firmeza a la precampaña, el Bloque parece encontrarse en el momento exacto en el lugar indicado.
"Sabemos que no será fácil, y sería un error garrafal darlo por hecho. Tenemos que movilizarnos, tenemos que hablar con todo el mundo, con la mano tendida; tenemos que entusiasmar, animar, tenemos que alimentar esa corriente de cambio imparable", sostuvo Pontón frente a las mas de mil personas reunidas ayer en el multiusos do Sar en Santiago.
"Tenemos que entusiasmar, animar, tenemos que alimentar esa corriente de cambio imparable"
Desde que se aupó a la portavocía nacional del partido en 2016, lo ha situado en su mejor posición en sus más de cuarenta años de historia: es la segunda fuerza política del país en el Parlamento Autonómico; tiene representación institucional en el Congreso, el Senado y el Parlamento Europeo; gobierna en 36 municipios, entre ellos la capital, Santiago, y, en coalición con el PSdeG, en las diputaciones de A Coruña y de Lugo... Pero, sobre todo, ha logrado por primera vez convertirlo en alternativa real para disputarle al PP la presidencia del Gobierno autonómico.
"Soy consciente del reto que asumo. Ni más ni menos que lograr que por primera vez una nacionalista y una mujer sea presidenta", dijo la candidata durante su discurso. La historia le da la razón: nunca una mujer nacionalista ha presidido una comunidad autónoma en España, ni siquiera en Catalunya ni en Euskadi.
El mérito de Pontón
El mérito de Pontón a lo largo de estos años consiste en haber modernizado la estructura organizativa y las expectativas de una formación frentista que, aunque se declaraba feminista sobre el papel desde su fundación en 1982, estaba muy dominada por hombres y aún olía apparátchik masculino, a humo de tabaco negro y a consignas y proclamas ideologizadas que difícilmente conectaban con la realidad de las aspiraciones de la mayoría de la ciudadanía.
Sin modificar un ápice los principios y los valores del partido, sin embargo, fue transformando tanto la imagen como los discursos, así como los rostros referenciales, que hoy son en su mayoría mujeres -seis a dos ayer sobre el estrado del multiusos do Sar-, ensanchando así las bases de un nacionalismo que se ha feminizado de verdad, y que ha podido aproximarse a un electorado que, le vote o no, ya no identifica al Bloque con peligrosas posiciones antisistema sino con la defensa legítima y eficaz de los intereses reales del país.
Pontón es la política más conocida y mejor valorada de Galicia, aún por debajo de Feijóo pero por encima de Rueda, a quien acostumbra a ganar todos y cada uno de los debates parlamentarios que los han enfrentado.
Sus maneras tranquilas y educadas, unidas a su capacidad para sustanciar sus críticas con argumentos firmes y duros, pero expuestos desde una respetuosa elegancia dialéctica, como hizo este domingo, la han acercado mucho a la imagen que los gallegos y las gallegas tienen de sí mismas. Por mucho que puedan diferir de sus propuestas.
Convencer mas que vencer
Asíi, Ana Pontón transmite la impresión de que quiere convencer mucho más que vencer, y quizá es por eso que cae bien, o al menos no cae mal. Ni siquiera entre las militancias del resto de partidos ni entre el establishment empresarial y mediático del país, que incluso alaba sus formas y gusta de fotografiarse con ella.
"Soy la candidata de todos los gallegos y gallegas, no importa lo que votaran en otras elecciones"
Pontón ha logrado mover esos marcos ancestrales que limitaban las leiras del nacionalismo y de la autoestima de la sociedad gallega, y desde esa posición lo tiene mucho más fácil para pedirle el voto a esos 1,8 millones de pequeños propietarios de la voluntad popular que componen el censo electoral, y que son casi tantos como los que poseen un terruño. Y, sobre todo, a esa parte del electorado galleguista conservador y moderado que el Partido Popular creía en propiedad, pero que realidad, probablemente, sólo posee en usufructo.
A ellos apeló ayer la líder del Bloque, consciente de que los necesita para gobernar. "Soy la candidata de todos los gallegos y gallegas, no importa lo que votaran en otras elecciones, porque hay muchas maneras de sentirse gallego, de sentirse gallega. Y todas son necesarias para abrir un tiempo nuevo".
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