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El PP valenciano se queda sin tahúr

Serafín Castellano, hábil conspirador en los equilibrios de poder interno que sustentaron a todos los presidentes del PP valenciano, cae implicado en su propia presunta trama de corrupción.

Serafín Castellano junto a Alberto Fabra.

LAURA L. DAVID

VALENCIA.- La corrupción acabó este viernes, cinco días después de las peores elecciones de la historia para el PP en la País Valenciano, con la carrera política del último peso pesado en pie de los conservadores; Serafín Castellano, un hombre que ha sido pilar fundamental de todos los gobiernos del partido en la región.

Prueba de ello es que el mismo viernes, la edición valenciana de ABC –muy próxima a los conservadores- amanecía designando al aún Delegado del Gobierno como el "nuevo rostro del PP en la Comunidad Valenciana". Antes de que abrieran los quioscos, agentes de la Policía Nacional de los que Castellano era responsable hasta entonces irrumpían en su domicilio, con una orden de registro y unas esposas. Solo entonces el PP le suspendió "temporalmente" de militancia y Mariano Rajoy le cesó en el cargo. Y la suerte de Castellano, el hombre que siempre estaba donde tenía que estar –incluso, consolando a Rita Barberá por la "hostia" de los resultados electorales del pasado 24 de mayo- ya era historia.

Defensor del anticatalanismo más recalcitrante, cazador y ‘paranyer’, Castellano cayó finalmente ante la justicia víctima de un guion que parece calcado al de La escopeta nacional de Berlanga. Pero mucho antes de que esta semana quedara en libertad sin cargos por los presuntos delitos de prevaricación, malversación y cohecho por la adjudicación de contratos antiincendios a un empresario a cambio de regalos cuando ocupaba la conselleria de Gobernación y Justicia (entre 2007 y 2014), este cazador cazado ya estuvo en el punto de mira de los togados.

Su amistad con el constructor José Miguel Pérez Taroncher, a quien adjudicó casi 200 contratos a dedo en su etapa en Sanidad, pudo acabar con su carrera profesional. Pero un golpe de suerte hizo que, cuando este asunto ocupaba todas las portadas de la prensa valenciana e incluso estatal, el estallido del caso Gürtel eclipsó los tejemanejes del conseller, que quedó como una pieza de caza menor olvidada hasta justo después de las últimas elecciones.

Alcalde del pequeño pueblo agrícola de Benissanó entre 1991 y 1999, Eduardo Zaplana fue quien rescató de la política local a este licenciado en Derecho y lo nombró conseller de Justicia. Pieza clave del partido, siempre tuvo los avales justos en la provincia de Valencia para inclinar la balanza en el seno del PPCV, donde los hizo valer como el más hábil tahúr.

Pieza fundamental en el PP valenciano

Serafín Castellano se mantuvo siempre en un segundo plano, pero nadie en el PP valenciano tuvo protagonismo sin su ayuda. Como consecuencia de ello, obtuvo recompensa en forma de consejería con todos los presidentes conservadores de la Generalitat. Y Alberto Fabra, con quien llegó a ser incluso Secretario General del PPCV, le consiguió cargo dependiente de Madrid, cuando Alfonso Rus (con quien se enfrentó, y perdió, por el control del partido en la provincia) bramó por los malos resultados de las elecciones al Parlamento Europeo en mayo de 2014 y exigió su cese.

Mariano Rajoy lo acogió entonces y le nombró Delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, a pesar de que los ecos del ‘caso Taroncher’ aún resonaban y el asunto de las cacerías de la extinción de incendios ya había saltado también a la prensa.

La juez retiró este viernes a Castellano el pasaporte, le prohibió salir de España y ordenó que comparezca "tantas veces como sea requerido" ante la autoridad judicial. De manera que el penúltimo superviviente conservador va camino de igualarse a Rafael Blasco, el otro gran fontanero de la organización, que espera a que el Tribunal Supremo confirme su condena de ocho años de cárcel por desviar fondos públicos de cooperación con Nicaragua en 2008 mientras aguarda encarar otro juicio por los compadreos con Augusto César Tauroni, su empresario de cabecera.

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