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PSOE GALICIA La resaca de las primarias ahonda la división de los socialistas gallegos

El nuevo secretario general, Valentín González Formoso, que ganó en A Coruña y Lugo, se enfrenta a la dificultad de coser el partido con el sector que dio la victoria en Pontevedra y Ourense a Gonzalo Caballero, quien ya ha anunciado su intención de seguir como portavoz parlamentario.

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El presidente de la Diputación de A Coruña, Valentín González Formoso, durante la presentación de su candidatura a las primarias del PSdeG. — Mero Barral / EUROPA PRESS

a coruña, Actualizado:

Los socialistas gallegos se han despertado de las primarias que celebraron el fin de semana pasado con una desagradable sensación de resaca. Y es bien cierto que las elecciones internas siempre tienen un alto coste emocional y político en cualquier partido. Pero en el caso del PSdeG, las heridas que ha dejado el proceso están demasiado abiertas y supuran la impresión de que seguirán así mucho tiempo.

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Le toca intentar cerrarlas al ganador, Valentín González Formoso (As Pontes de García Rodríguez, A Coruña, 1971), alcalde de su pueblo y presidente de la Diputación Provincial de A Coruña, que obtuvo el 58,7% de los votos -cerca de 7.400 militantes participaron en la elección- frente al 40,2% del actual secretario general y portavoz en el parlamento gallego, Gonzalo Caballero (Ponteareas, Pontevedra, 1975).

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Una victoria rotunda que sin embargo no ha supuesto el cierre de filas en torno a su liderazgo, y que apunta a una profunda división territorial del socialismo gallego. González Formoso ganó con holgura en las provincias del norte, A Coruña y Lugo, donde obtuvo el 68% y el 74%, respectivamente. Pero Caballero lo hizo en el sur, con un 56% de apoyos en Ourense y, sobre todo, con un contundente 63% en Pontevedra.

Los próximos a González Formoso aseguran que la idea del ganador es "coser" el partido y negociar una ejecutiva abierta en la que quepan afines a Caballero en el congreso que se celebrará en el puente de diciembre Pero para estos la declaración es sólo un brindis al sol.

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El pasado lunes, la dirección nacional en Madrid destituyó al comité organizador del congreso que había designado por la Ejecutiva del portavoz parlamentario, para nombrar otro comité a propuesta del nuevo líder. Una "purga" en toda regla, en palabras del diputado autonómico Martín Seco, secretario de Acción Electoral de Caballero, quien ese mismo día calificó la situación de "lamentable", y de "absurda" la decisión de Ferraz de no respetar los tiempos e impedir que la ejecutiva saliente organice el congreso para dar relevo al sucesor.

"El rival político es Feijóo, no son Gonzalo Caballero y los 3.000 compañeros y compañeras que le votaron", dijo Seco. En el otro bando, el alcalde de Santiago, Xosé Sánchez Bugallo, recordó a los afines del aún secretario general (lo será hasta el congreso) que "hay que saber perder".

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Lo cierto es que Caballero ya ha dicho que no dejará su escaño, ha insinuado que su intención es seguir en la Cámara autonómica hasta el final de la legislatura y ha dejado abierta la posibilidad de mantener la portavocía parlamentaria. La idea que dejan entrever fuentes de su entorno es que no descarta la posibilidad de presentarse de nuevo a las primarias en las que los socialistas elegirán candidato a la Presidencia de la Xunta.

Ahí es donde González Formoso se enfrenta a las contradicciones que debe aclarar. Su nivel de conocimiento de es escaso fuera de la provincia de A Coruña y no cuenta con la posibilidad de acceder al Parlamento, la plataforma mediática por antonomasia, porque no fue en las listas de las anteriores autonómicas. Pero calmar a los de Caballero manteniéndole a él o a alguno o alguna de sus diputadas y diputados afines como referencias en la Cámara supone un riesgo evidente de perder protagonismo.

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Por contra, si sitúa en el puesto a un o a una diputada de las suyas para que trabaje con un perfil bajo que no ensombrezca el suyo propio, acrecentará el peligro de que parezca que la única oposición real a Alberto Núñez Feijóo la ejerce Ana Pontón (BNG), la figura de moda en la política gallega, que se levantó sobre las cenizas de las malogradas mareas y que podría seguir creciendo aún más a costa de la crisis socialista.

En sus primeras intervenciones tras las primarias, González Formoso se ha situado en una posición en la que es difícil saber si sube o si baja en la escalera que le llevaría a encabezar la candidatura socialista a la Xunta. Asegura que está dispuesto a subir ese escalón, como parece de toda lógica dado que se ha presentado a secretario general y ha ganado. Pero acto seguido aclara que también podría dar un paso atrás para que otro "compañero o compañera" puedan armar "un proyecto ganador" si constata que el suyo no lo es.

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A esa ambigüedad, que podría minar las posibilidades electorales del PSOE si se mantiene en exceso en el tiempo, se añade que la dirección nacional en Madrid parece preferir de candidato al ex alcalde de Ames y delegado del Gobierno en Galicia, José Miñones, quien también se ha postulado como futurible, o, mejor aún, a un perfil femenino que pudiera contrarrestar con más empaque el auge de Pontón.

El PSOE nunca ha presentado en Galicia a una mujer para competir por la Presidencia de la Xunta, y algunas fuentes señalan que Ferraz no descarta aupar al puesto a una personalidad más ligada a la gestión que al barro político, y que, aunque no sea del gusto de de las dos facciones ahora en liza, al menos no despierte recelos en ninguna de ellas.

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