Las visitas de Juan Carlos I a Sanxenxo: cuando la excepción se convierte en rutina
A fuerza de mantener un perfil bajo y de renunciar a una agenda pública, las visitas del rey emérito a la localidad gallega empiezan a adquirir un halo de cotidianidad y tradición al tiempo que pierden interés mediático.
Jorge Otero Maldonado
Madrid-Actualizado a
Tras cinco días de estancia en Galicia, Juan Carlos I regresó este martes a su destierro dorado en Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos), el lugar que escogió para residir cuando el 3 de agosto de 2020, casi sin previo aviso, huyó de España acosado por sus escándalos fiscales y judiciales. Tres años después de aquella abrupta salida de España, todo lo que gira en torno al rey emérito se ha normalizado –por decirlo de alguna manera–, incluso sus visitas a Sanxenxo (Pontevedra), que ya empiezan a adquirir un halo de cotidianidad, rutina y tradición.
La tercera visita a España del rey emérito –la que acaba de concluir tras participar en las regatas de Sanxenxo– casi ha coincidido con el tercer aniversario de su huida del país. Desde entonces muchas cosas han cambiado.
Para empezar, Juan Carlos I ya no tiene frentes judiciales abiertos por sus delitos fiscales salvo la demanda por acoso de Corinna Larsen, su antigua amante, en un tribunal de Londres. Sin embargo, donde más y mejor se visualiza ese cambio es en la repercusión de su presencia en Sanxenxo estos últimos días. Su última visita ha perdido interés mediático y no ha levantado tanta polvareda política y social como lo hizo la primera en mayo de 2022. De hecho, los periodistas que cubren sus visitas han pasado de preguntarle por qué está en Sanxenxo y si echa de menos España a interrogarle sobre cuándo va a volver.
En su primera visita, la gran expectación que generó la presencia de Juan Carlos I en Sanxenxo, con sus idas y venidas al Club Náutico de la localidad gallega, acaparó todo el interés informativo en los medios de comunicación. Durante varios días no se habló de otra cosa. La llegada del rey emérito fue seguida minuto a minuto por tierra, mar y aire. Nunca mejor dicho: ya antes de que aterrizara el jet privado que le traía desde Abu Dabi en el aeropuerto de Peinador (Vigo) varios medios seguían en vivo cada pocos minutos la ruta del vuelo en la web especializada Flightradar24.com; después decenas de periodistas observaban e informaban con detalle cada vez que Juan Carlos I salía de la casa de su amigo Pedro Campos para navegar, aunque en esa ocasión no navegó mucho debido al mal tiempo. Además de los periodistas, a la puertas del Club Náutico de Sanxenxo se agolpaban decenas de personas manifestándose a favor y en contra de la presencia del rey emérito en la localidad gallega.
Mucho se habló también del coste del viaje y de quién lo pagaba, si el propio rey emérito, la Casa Real o el Estado. Además, el debate político se encendió. PP y Unidas Podemos –con el PSOE y el Gobierno contemporizando– se enzarzaron de forma intensa sobre la presencia del rey emérito en España. El PP defendía el derecho de Juan Carlos I a estar en suelo español, mientras que desde Unidas Podemos recordaban todas sus irregularidades y su falta de explicaciones.
También generaron mucha polémica los comentarios de Juan Carlos I –que en ningún momento se escondió de la prensa– en los que rechazaba dar esas mínimas explicaciones por sus cuestionables actuaciones del pasado. "¿Explicaciones de qué?", respondió el emérito en su tono más campechano cuando los reporteros que se agolpaban a las puertas de la casa de Pedro Campos le preguntaron. Esas palabras causaron un evidente malestar en el Gobierno y en la Casa Real, que no pudo disimular su incomodidad.
Tanto es así, que Juan Carlos I sólo se pudo reunir con su hijo Felipe VI tras hacer escala en Madrid en su vuelo de regreso a los Emiratos Árabes Unidos. Aquel encuentro fue estrictamente privado y apenas se informó del mismo, como si hubiera que correr un tupido velo pese a que era la primera vez que padre e hijo se veían las caras desde su huida en agosto de 2020.
La estrategia de pasar desapercibido
Cruzado el Rubicón de su presencia en España y sin cuentas pendientes con la Justicia española, Juan Carlos I volvió a visitar Sanxenxo en abril de este año. Advertido por Zarzuela, el rey emérito buscó entonces pasar más desapercibido que en su primera visita 11 meses antes. Optó por un perfil más bajo y renunció a la agenda pública que sí tuvo en su primera visita.
La expectación por su llegada a Sanxenxo también fue menor. Según pudo saber Público, ni la Delegación del Gobierno en Galicia, ni el Ayuntamiento de Sanxenxo ni el Real Club Náutico de la villa prepararon ningún dispositivo especial de seguridad, dado el carácter "privado" de la visita. Tampoco hubo recepción oficial del Ayuntamiento de Sanxenxo, ni hubo –a diferencia de la primera vez– photocall en la puerta del Club Náutico. Es más, el rey emérito iba directamente en coche al espigón del puerto de Sanxenxo, evitando así pasar por el Club Náutico, siempre lleno de gente. En cuanto a sus declaraciones a la prensa, Juan Carlos I se mostró más cauto y no pasó de lo políticamente correcto: dar las gracias y decir que estaba feliz por regresar a Sanxenxo.
El tono del debate político también bajó varios grados en esta segunda ocasión. El PSOE y el Gobierno prefirieron mirar para otro lado, mientras que el PP intentó ya darle visos de normalidad a la presencia de de Juan Carlos I en España. Ejemplo de ello son las palabras de Mariano Rajoy, expresidente del Gobierno, en ese mes de abril de 2023: "Que el rey venga aquí creo que es una señal de normalidad y es bueno para Sanxenxo". Rajoy afirmó entonces que no veía "ninguna razón" para que en cada visita del rey emérito a Sanxenxo "siempre venga alguien que se empeñe en montar el espectáculo".
Se refería el expresidente a las quejas de Unidas Podemos y del Bloque Nacionalista Galego (BNG), que no han desistido de sus críticas a la impunidad del rey emérito y, por extensión, a la monarquía.
La tercera –y por ahora última– visita de Juan Carlos I a Sanxenxo se ha visto oscurecida por los resultados de las elecciones del 23J. El rey emérito llegó a Sanxenxo el pasado 26 de julio, apenas tres días después de los comicios. España y sus políticos están a otra cosa: la formación de un nuevo Gobierno de Pedro Sánchez o una posible repetición electoral acaparan toda la agenda política. Muy poco se ha hablado en esta ocasión de la presencia del rey emérito. Los dos grandes partidos, PP y PSOE, apenas han hecho comentarios. Tampoco Sumar le ha dado mucha importancia. Sólo Podemos y el BNG han insistido en sus críticas.
Borja San Ramón, coordinador nacional de Podemos Galicia, rechazó el pasado 26 de julio que el rey emérito vuelva a Galicia con "total normalidad y se pasee libremente por Sanxenxo cuando aún no ha dado explicaciones" de las informaciones publicadas sobre su fortuna.
Críticas del BNG
Néstor Rego, único diputado del BNG en el Congreso de los Diputados, también expresó el pasado sábado su "rechazo" a la visita del rey emérito. Junto a militantes y simpatizantes de la organización juvenil del BNG, Galiza Nova, Rego se concentró en la entrada de la sede del Real Club Náutico de Sanxenxo para mostrar su oposición a la visita. "La monarquía española hace prevalecer los privilegios por nacimiento de una familia, perpetúa la idea centralista e imperialista del Estado español", denunció Rego ante un grupo de manifestantes sensiblemente menor al de ocasiones anteriores.
El rey emérito ha regresado a su destierro dorado pero a buen seguro volverá a Sanxenxo para hacer lo que más le gusta en la vida, además de las mujeres y el dinero: navegar en las regatas. Eso se da por supuesto y más después de lo que dijo en su despedida. Afirmó este martes con toda naturalidad que se va "muy contento" y confirmó que volverá "pronto" a tierras gallegas, algo que ya dejó claro la noche del pasado domingo antes de una cena en el restaurante del Club Náutico de Sanxenxo. "Muchas veces, muchas veces", respondió entonces el rey emérito cuando fue preguntado por los periodistas si regresaría a Galicia este verano.
Residir en España
Estas palabras demuestran que la presencia del rey emérito en España está ganando poco a poco el relato mediático. Ya se ve como algo habitual y rutinario. Ha tenido que mostrarse más discreto y renunciar a la agenda pública –algo que no hizo en su primera visita ante el enfado de Zarzuela–, forzado por su hijo Felipe VI, que aquella reunión en Madrid en mayo de 2022 le recordó la estricta privacidad que debían tener sus visitas a España.
Es cierto que las visitas puntuales del rey emérito ya no generan tanta polémica, pero aún está lejos de conseguir su verdadero y anhelado objetivo: residir de forma permanente en España. Eso sí que provocaría una conmoción en la política española. De momento, tendrá que conformarse con venir de vez en cuando e intentar pasar lo más desapercibido posible.
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