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Dos activistas llevan 12 días en huelga de hambre para luchar contra la crisis climática

Dos activistas vinculados a Extinction Rebellion llevan 12 días de ayuno ininterrumpido para reclamar al Gobierno que ponga en marcha una asamblea ciudadana contra la emergencia climática cuyas decisiones sean vinculantes.

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Karen Killen, activista de Extinction Rebellion, muestra una pancarta que dice "Ayuno por la Tierra" durante su huelga de hambre. — Extinction Rebellion

madrid,

"No queremos que nos admiren, lo que queremos es que se unan a la rebelión", dice a Público Grian Cutanda en su duodécimo día de huelga de hambre. El pasado 28 de agosto centenares de activistas de Extinction Rebellion de todo el mundo iniciaron un ayuno ininterrumpido para reclamar acciones contra la crisis climática. La iniciativa, que nació en Reino Unido, contagió a unos cincuenta ecologistas en España que decidieron dejar de comer unos días como medida de presión ciudadana. La idea era mantener un par de jornadas de abstinencia, pero Grian, un escritor de 64 años que reside en Prado Negro (Granada) ha decidido continuar. También Karen Killen, una irlandesa de 65 años afincada en Ibiza, se muestra firme en su decisión y ambos rozan ya las dos semanas de protesta alimentaria.

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"No hemos tomado una decisión concreta sobre cuando finalizar el ayuno", explica la activista, que de momento se siente con fuerzas para seguir adelante con la huelga de hambre. Lo mismo le ocurre a su compañero, que se ha puesto como máximo alcanzar los 40 días sin comer.  "Ese es el límite porque es cuando ya empiezas a arriesgar, cuando tu cuerpo comienza a enfrentarse al riesgo de sufrir daños irreparables", apunta.

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La protesta contra la crisis climática es demasiado abstracta, es por ello que los dos activistas concretan su lucha en un objetivo que consideran prioritario: que el Congreso apruebe con urgencia un sistema de asambleas ciudadanas contra el cambio climático. Se trata de una medida que quedó incluida en la Ley de Cambio Climático aprobada el pasado mes de mayo, pero cuyo texto no cumple con las expectativas de los colectivos ecologistas, ya que delimitaba al máximo la capacidad de influencia de este organismo en las decisiones del Consejo de Ministros. "Exigimos que se aprueben ya, de manera inmediata, y que sean asambleas vinculantes, compuestas por representantes de la ciudadanía que sean elegidos aleatoriamente y cuenten con asesores científicos y económicos", manifiesta Killen.

"Mientras no se cumpla esto vamos a seguir protestando", advierte Cutanda, que empezó el ayuno junto a su mujer. "Ella hizo siete días y ahora me sigue apoyando. No le hace gracia que pase de los 15 días, pero sabe de qué va todo esto y sé que, decida lo que decida, me va a apoyar", expone. No es la primera vez que emprende una protesta de este tipo, pero reconoce que la edad juega en su contra. La última huelga de hambre la hizo en 1993, recuerda. "No es lo mismo hacerlo con 36 años que con 64, pero de momento lo estoy llevando bien".

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"Tenemos que salir a las calles si queremos empezar a influir en lo que haga el Gobierno"

Killen admite que ya empieza a notar el cansancio al terminar el día pero de momento sigue motivada. "No me está costando porque tengo mucha convicción. Aunque, he de admitir que tenía muchas reservas", bromea. Desde que comenzó la protesta, está acudiendo todas las noches al puerto de Ibiza, donde se sienta con algunas pancartas reivindicativas y charla con los transeúntes. "Entiendo que esto debe servir también para visibilizar la crisis climática y que se una más gente", valora. "Me voy sola con mi bici. La gente se acerca y se extraña al principio. Se paran a hablar y te cuentan sus propios esfuerzos. Yo les animo a que hagan todo lo que puedan, pero no es suficiente, tenemos que salir a las calles si queremos empezar a influir en lo que haga el Gobierno".

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Pese a llevar cerca de dos semanas  sacrificando sus estómagos, ambos lamentan que apenas han recibido atención mediática y política. "Me robaron la bicicleta y salió en los medios locales, pero hago una huelga de hambre y nadie dice nada", ironiza Killen. Por su parte, Cutanda incide en que ningún político se ha detenido a "atender sus peticiones". En el caso de la ecologista irlandesa, pudo hablar con algunos regidores municipales: "Todos me daban la razón, pero ninguno tenía competencias para poner en marcha las asambleas". 

Grian Cutanda, activista de Extinction Rebellion, durante su séptimo día de huelga de hambre por la crisis climática. — Extinction Rebellion

Contra los grandes contaminantes

"No es la humanidad quien provoca la crisis climática, son sólo unas pocas compañías petroleras"

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Según Extinction Rebellion, Grien y Karen no son los únicos que siguen en huelga de hambre. Al menos 300 activistas continúan con una abstinencia climática que busca también poner los focos sobre la influencia que las grandes corporaciones tienen sobre las decisiones políticas. "El sistema no funciona. Las empresas que más contaminan y más CO2 emiten son las que mandan, los Gobiernos son cortoplacistas y tienen miedo a tomar decisiones que cambien el rumbo. Este sistema económico no es sostenible", argumenta Killen desde Ibiza.

Las palabras de los dos huelguistas se apoyan siempre en razones científicas, en datos periodísticos que dan cierto sentido a una forma de protestar que, reconocen, puede parecer extraña y desproporcionada para muchos. "El 71% de las emisiones mundiales son generadas por tan sólo cien empresas", expone Cutanda, recordando el dato de un estudio de 2017 que señalaba directamente a los grandes productores de combustibles fósiles como principales causantes del calentamiento global. "No es la humanidad quien provoca la crisis climática, son sólo unas pocas compañías petroleras", agrega, para terminar sosteniendo que la única forma de "meter mano" a estas corporaciones es a través de mecanismos de democracia directa como las asambleas ciudadanas.

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