Los arrieros, una tradición arraigada en la Catalunya rural con mirada femenina
Cada vez son más las mujeres que se ponen al frente de un carro de arrieros en los desfiles de caballerizas de los 'Tres Tombs', que se celebran a lo largo del año en diferentes municipios y ciudades dl territorio. Hablamos con dos arrieras sobre la evolución de este oficio.
Barcelona-
Transportar mercancías de una ciudad o municipio a otro es una tarea que hace décadas, en función de la distancia entre ambos, llevaba días o incluso semanas de desplazamiento. Éste era el trabajo de los arrieros, que en lugar de utilizar vehículos de motor como ahora, se movían en un carro tirado por caballos, mulas o burros, una herramienta también indispensable para los trabajos del campo. El arriero transportaba todo tipo de productos y llegaba a todos los rincones del país, por caminos de tierra o carreteras. Era un oficio muy arraigado en las comarcas de la Catalunya Central, donde cada año celebra la Fiesta de los Traginers de Balsareny, todo un homenaje a esta tradición.
Con la llegada de los vehículos a motor, el oficio de arriero quedó en un segundo plano, pero hay toda una tradición detrás que lo ha mantenido vivo hasta el punto de convertirlo en una parte muy importante de la cultura tradicional catalana. De enero a prácticamente junio, cada fin de semana decenas de arrieros y arrieras de Catalunya, vestidos del siglo XIX y con las típicas alpargatas catalanas, salen a la calle con sus carros cargados de leña, verduras, botas de vino y todo tipo de adornos para celebrar la fiesta de los Tres Tombs, una desfile en honor a San Antonio muy arraigada a Catalunya que consiste en dar tres vueltas a un municipio.
Cada vez son más las mujeres que se ponen al frente de un carro de arrieros en las fiestas de los Tres Tombs
Históricamente, el oficio de arriero se ha asociado a los hombres. También la tradición de salir vestido de arriero a los desfiles de caballerizas de los Tres Tombs, por el esfuerzo físico que comporta. Sin embargo, cada vez son más las mujeres que se ponen al frente de un carro de arrieros, como Tania Guasch. Es de Valls (Tarragona) y dice que eso de ser arriera le viene de lejos. "Mi familia siempre ha estado vinculada al mundo del caballo y a la tradición de los Tres Tombs, desde mi bisabuelo, que era de oficio arriero, a mi padre. Yo he seguido el legado familiar", explica.
"No hace tantos años, las mujeres arrieras que había en los desfiles de los Tres Tombs se podían contar con los dedos de una mano. Era impensable que una mujer pudiera ser arriera", dice. Por suerte, esto ha cambiado. Guasch reflexiona que las tradiciones evolucionan y son cada vez más plurales, así como las diferentes entidades que las representan. Pone de ejemplo los castells, otra tradición catalana que consiste en hacer torres humanas. "Si tiramos treinta años atrás, ¿Cuántas mujeres subían a un castillo? Pocas, también las podías contar con los dedos de una mano. Hoy, prácticamente hay el mismo número de mujeres que de hombres en un castell", señala. Lo mismo ocurre en las entidades y juntas de Tres Tombs, donde "nunca se ha sentido excluida", remarca.
Guasch, además de arriera, es la encargada de organizar uno de los Tres Tombs más populares de Catalunya, el de Valls. Durante muchos años fue presidenta de la Federació Catalana dels Tres Tombs y actualmente es la portavoz de la Coordinadora Tres Tombs de Tarragona. Explica que hacer de arriera requiere mucho esfuerzo físico, pero también destaca todo lo que conlleva organizar una fiesta de los Tres Tombs. "Detrás de cada desfile hay muchísimo trabajo, vas enlazando edición tras edición", asegura.
Falta de relevo generacional
Una de las principales preocupaciones de Guasch es la falta de relevo generacional. "Ser arriero es muy sacrificado y requiere dedicación", dice. Pero hay esperanza. Entre los jóvenes arrieros de Catalunya encontramos a María Castaño, que es arriera desde los seis años. Actualmente tiene 21. Su padre es un aficionado de los caballos y de los carros. Esta afición ha pasado de padres a hijas, y juntos recorren el territorio de desfile en desfile.
María Castaño: "Nadie te enseña a ser arriera, ni a girar el carro ni qué hacer cuando el animal se levanta, se siente, te sale de dentro"
"Primero aprendí a dominar el caballo desde arriba del carro, y cuando me vi capaz para hacerlo desde abajo, no me lo pensé. Me gusta llevar carros grandes y seguir la tradición del oficio de arriero", explicar Castaño, que asegura que es un oficio que no se aprende, se lleva dentro. Ella siempre se ha fijado en cómo lo hacía su padre y sobre todo la gente mayor, que son los que tienen más experiencia. "Nadie te enseña a ser arriera, ni a girar el carro ni qué hacer cuando el animal se levanta, se siente, te sale de dentro", explica. La razón de ser de un arriero es el caballo. Para María, el respeto y el cariño hacia éste es imprescindible.
Castaño ha estado vinculada a los Tres Tombs y todo su entorno desde muy pequeña. Dice que siempre se ha sentido integrada, pero recuerda que antes normalizaba situaciones que ahora ya no acepta. "Normalmente, yo no solía ocuparme de las tareas más "pesadas", como poner los adornos, aguantar el carro o cargar al caballo en el camión. Tareas que era completamente capaz de hacer pero que siempre hacían ellos por inercia. Hasta que un día dije, ¿por qué no? Ahora las hago sin que nadie me lo cuestione", reivindica.
"Cada vez hay más mujeres en los desfiles, y no sólo son mujeres que van montadas en un caballo o un carro, como se ha visto tradicionalmente, también conducen carros grandes y con una hilera de caballos larga", concluye. Para la joven arriera, el mejor momento de la temporada de los Tres Tombs es la bajada de la plaza del Blat de Valls. "Es un tramo complicado, con dos vueltas muy pronunciadas y nada fáciles de hacer, y menos cuando llevas un carro tan grande y con tantos caballos. Yo voy delante y tengo que conducir los pasos de los otros arrieros que van detrás", termina.
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