Catalunya afronta los días de mayor riesgo de incendio del verano tras un julio históricamente tranquilo
El episodio de fuertes vientos que afecta al sur de Tarragona y al Empordà sitúa en riesgo extremo a 44 municipios. Durante el mes pasado, el fuego apenas calcinó 9 hectáreas, la cifra más baja de la década, gracias a las lluvias de final de primavera.
Barcelona-Actualizado a
Diversas zonas de Catalunya viven los días de mayor riesgo de incendio forestal del verano a causa del fuerte episodio de viento que se registra especialmente en Terres de l'Ebre, en el sur de Tarragona, en las comarcas de Lleida y en el Empordà. De hecho, el Cos d'Agents Rurals ha activado el nivel 3 del Plan Alfa, el máximo previsto, en 44 municipios de siete comarcas.
La situación contrasta con la vivida durante julio, cuando apenas se quemaron 8,9 hectáreas por incendios -6,9 de forestales y 2 de no forestales-, con diferencia la cifra más baja de la última década en Catalunya, según el registro del Departament d'Acció Climàtica, Alimentació i Acció Rural. ¿A qué se debe el riesgo extremo actual? ¿Y qué explica un julio inusualmente tranquilo en cuanto a los incendios?
Este jueves Protección Civil ha activado en fase de alerta el Plan de emergencias por incendios forestales en Catalunya, el Infocat, que en principio se mantendrá hasta domingo, el día en que se prevé que haya acabado el episodio de entrada de viento de Ponent (en la zona de Lleida), Mestral (por las Terres de l'Ebre) y Tramuntana (por el Empordà, en Girona). Con rachas de hasta 90 km/h, el viento ha hecho bajar las humedades relativas y ha disparado el riesgo de incendio en zonas que acumulan importantes déficits de precipitación, puesto que casi no han recibido el impacto de las lluvias de mayo, junio y, en menor medida, julio.
Está prohibido el accesso a cuatro espacios naturales
En concreto, el riesgo extremo se sitúa en 44 municipios repartidos en 7 comarcas, básicamente en las Terres de l'Ebre (Montsià, Baix Ebre, Terra Alta y Ribera d'Ebre), el sur de Tarragona (Baix Camp y Priorat) y el Alt Empordà (Girona). Además, está prohibido el acceso en cuatro espacios naturales protegidos: els Ports (Terres de l'Ebre), sierras de Cardó y Boix (Baix Ebre y Ribera d'Ebre), montañas de Tivissa-Vandellós (Baix Camp y Ribera d'Ebre) y Cap de Creus (Alt Empordà). El riesgo también es muy alto -nivel 2 del plan Alfa- en el litoral de Barcelona, en todo el Camp de Tarragona, en casi todas las comarcas de Poniente y en el Baix Empordà.
El inicio de agosto no está siendo precisamente positivo, puesto que entre martes y miércoles se produjeron simultáneamente tres incendios forestales en Mont-roig del Camp (Tarragona), el Perelló (Terres de l'Ebre) y Collbató (Barcelona), que acumularon unas 40 hectáreas quemadas, una cifra que iguala la de todo junio y que multiplica por cuatro la de julio.
Un julio excepcionalmente tranquilo
A pesar de que, de momento, Catalunya no ha registrado ningún gran incendio forestal en este verano, el riesgo se ha disparado desde que arrancó agosto, después de un julio que podríamos calificar de histórico, con una superficie quemada inusualmente baja. Según la compilación de datos del mismo Govern, las 8,9 hectáreas calcinadas son la menor cifra de la última década, por debajo de las 28,9 del 2020 -en un año marcado por las restricciones pandémicas y la menor presencia humana en los espacios naturales- y las 57 del 2018. El año pasado, por ejemplo, el volumen se elevó a las 1.939 hectáreas quemadas, la inmensa mayoría (1.691) forestales.
Durante julio de 2022, se quemaron casi 2.000 hectáreas en Catalunya; este año, sólo 8,9
El dato es especialmente significativo si tenemos en cuenta que, tradicionalmente, el julio es uno de los meses que concentra los incendios forestales más graves que sufre Catalunya. A partir del registro del Departament d'Acció Climàtica, donde aparecen todos los incendios registrados desde el 2011, se puede observar cómo en seis ocasiones (2011, 2012, 2013, 2015, 2016 y 2021) julio ha concentrado más del 60% de la superficie quemada en el conjunto del año; mientras que en tres más (2017, 2018 y 2020) ha acumulado entre el 30% y el 40% de las hectáreas calcinadas en los 12 meses del curso.
La clave que explica que se haya dado esta situación son las lluvias de mayo y junio, dos meses en que, después de un prolongado periodo de sequía de dos años, en el conjunto de Catalunya cayó más agua de la que es habitual. Hace pocas semanas, el jefe del cuerpo de Bombers de Catalunya, David Borrell, admitió que "estamos en un escenario que ya querríamos cada año".
A principios de mayo, con una sequía extrema que no remitía, el panorama era muy preocupante, pero las precipitaciones del final de la primavera lo cambiaron completamente. Estas lluvias dieron "una tregua de incendios durante mayo y junio" que permitieron afrontar la campaña de los incendios de verano con mucha "más normalidad" del que es habitual. En palabras de Edgar Nebot, subinspector del Grup d'Actuacions Forestals (GRAF) de los Bombers, al 324.cat, "las lluvias de junio han hecho que la vegetación llegue hidratada al pico del verano y esto hace que a los incendios les cueste quemar intensamente".
El otro factor decisivo es que el calor no ha sido tan elevado como hace un año, tal como ha subrayado el Servei Meteorològic de Catalunya. A pesar de que este año se han registrado récords históricos de temperatura en varios puntos del territorio, han sido picos puntuales, de uno o dos días, nada que ver con las oleadas prolongadas -de hasta dos semanas- que se dieron el verano pasado. Un factor que, junto con un sotobosque completamente seco por una primavera sin lluvias, disparó el riesgo de incendios forestales.
Ahora bien, las precipitaciones de mayo, junio y julio no fueron homogéneas y son precisamente algunas de las zonas donde menos se palió la sequía las que ahora mismo vuelven a encontrarse en un riesgo alto o extremo de incendio. Hablamos de una parte significativa de las Terres de l'Ebre -sobre todo en el interior-, de puntos del interior de Tarragona, del Garraf y el Penedès (Barcelona), el Empordà (Girona) y varias comarcas de Lleida, incluida buena parte del Prepirineo.
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