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Colectivos de Madrid ocupan la histórica sede de UGT para devolvérsela al barrio: "Lo iban a convertir en un hotel"
Situado en la calle Hortaleza, el Ayuntamiento de la capital permitió recalificar el terreno para autorizar su uso como hospedaje. Diferentes colectivos han recuperado el espacio para ponerlo a disposición de los movimientos sociales y del sindicalismo de base y denunciar, a su entender, otro pelotazo urbanístico en el centro de la ciudad.
Madrid-Actualizado a
Hacía años que tanta gente no se congregaba frente al número 88 de la calle Hortaleza, en Madrid. Unas 200 personas se agolpaban en la puerta de lo que un día fue la sede de la Unión General de Trabajadores (UGT), un convento construido en 1623. Ahora, la historia vuelve a escribirse entre sus paredes gracias a la acción de varios colectivos de la capital que han recuperado el espacio. "Esta parcela estaba calificada como de uso social y sindical, pero UGT y el Ayuntamiento la han recalificado para poder construir un hotel. Es otro pelotazo urbanístico en el centro de la ciudad que expulsa a los vecinos de su barrio", declara Fernando Díaz, uno de los portavoces.
Activistas procedentes de Fridays for Future, Extinction Rebellion, el Sindicato de Inquilinas y La Ferroviaria han tomado parte en esta acción que, como siempre, ha tenido un tono tan festivo como reivindicativo. Después de que el Tribunal Supremo corroborara la ilegalidad del desalojo que sufrió La Ingobernable, "la ciudad de Madrid recupera un espacio esencial para la organización social", reivindica Carlos García, otro de los portavoces.
"Lo ocupamos por la carga histórica que ha tenido este espacio, que ha servido para las luchas sociales y que ahora se iba a convertir en un pelotazo", completa Díaz mientras por un altavoz no deja de salir la música que agita las caderas de los allí presentes. La carga histórica, como dice, continuará gracias a esta ocupación: "UGT compró el edificio en 1987 y fue su sede principal hasta 2017. Al año siguiente lo alquiló a una empresa para desarrollar actividad hostelera. Según la prensa, el sindicato se embolsa entre 400.000 y 600.000 euros al año", agrega García.
Una vez más, el Consistorio madrileño aprobaba una "operación que beneficia el lucro privado a costa de los trabajadores, al mismo tiempo que turistifica nuestros barrios y precariza a la gente que vive en ellos", señala uno de los portavoces. El convento, llamado Santa María Magdalena pero conocido como de las Recogidas, por su función histórica de auxilio a personas sin recursos, ha presenciado los primeros gritos de celebración a las 10:30 de la mañana. "10, 100, 1.000 centros sociales", retumbaba en la calle Hortaleza. Todos miraban hacia arriba, donde una pancarta gigante se desplegaba: "Nos ponemos chulas contra la especulación".
Almeida quiere a UGT
Eso solo era el preludio, pues otra pancarta de un color mucho más chillón señalaba directamente a los dos culpables de la operación urbanística, según denuncian los congregados. "Almeida, símbolo de un corazón, UGT", ponía. Un lema que también han podido leer las patrullas de Policía que se han desplazado a la zona. Primero un coche patrulla que, ante el revuelo, ha decidido pararse a unos 30 metros de la puerta del edificio. Casi 20 minutos después, aparecían tres furgones policiales. Todos los allí presentes ya están acostumbrados. En cuanto han aparecido, las pocas personas que se apostaban en la acera de enfrente han cruzado la estrecha carretera para arremolinarse con sus compañeros y así taponar la entrada al inmueble.
Mientras tanto, la música de C. Tangana no dejaba de salir por el altavoz. Bailaban, pendientes de la posible actuación policial. Como suele ocurrir en estos casos, un equipo de tres personas se ha acercado a los agentes de la Policía Nacional para mediar. Así han pasado unos minutos esenciales para asegurar el espacio. Desde dentro, ataviados con gorros de fiesta, sombreros y gafas un tanto excéntricas, varios activistas se ocupaban, nunca mejor dicho, de desplegar más emblemas.
El barrio tiene que saber a lo que han venido a hacer.Eso también estaba en sus planes. Cada vecino y vecina que se paraba a contemplar la escena preguntaba lo que ocurría. "¿Qué quieren hacer aquí?", ha preguntado una señora que superaba la cincuentena. Otra, casi de su misma quinta, le ha contestado: "Recuperamos un espacio en el que quieren hacer un hotel y que UGT ha alquilado en connivencia con el Ayuntamiento". La respuesta ha sido automática: "¿Pero lo están ocupando o cómo?". La réplica afirmativa de la activista ha dado la mejor asistencia para zanjar la conversación. "Pues muy bien, ya era hora de que se hiciera algo con esto", ha dicho la vecina antes de marcharse.
Construyendo la alternativa
La curiosidad, en este caso, revive a los gatos y gatas madrileñas. Nada de morirse, ni de matarse, aquí todo está por nacer. "La alternativa somos nosotras", le ha espetado una de las congregadas a otro vecino que se quejaba de la situación política. Otro, a su lado, sacaba el móvil del bolsillo para empezar a grabar su alrededor. Desde luego, no ha sido el único que lo ha hecho, pues ver decenas de personas con un clavel decorando su cabeza y escuchando chotis por un amplificador no es de las situaciones que pasen más desapercibidas.
La revolución de esta gente se baila, eso lo tienen claro. También se canta, se vocea, se lucha: "Un desalojo, otra ocupación", han repetido en alguna ocasión. Nada más lejos de la realidad. El 13 de noviembre de 2019, el Ayuntamiento de Madrid, ya presidido por José Luis Martínez-Almeida, desalojó a La Ingobernable de su antigua ubicación, en la calle Gobernador. El pasado 6 de abril, la Justicia constató que aquella actuación fue ilegal. El Consistorio recibe un revés judicial que, aunque certifica lo que el colectivo social de La Ingobernable siempre dijo, determina la ilegalidad de aquel proceder.
"En el momento que se desalojó ocurrían en el interior del edificio doscientas actividades mensuales y habían pasado por él 130.000 personas en dos años de vida. Dos años y medio después sigue vacío", agregan desde la organización.
Turismo omnipresente
Los ritmos del chotis se han visto interrumpidos unos segundos cuando una decena de turistas ha aparecido en la acera de los números impares de la calle Hortaleza. El ruido de las ruedas y la cómica situación no han evitado las miradas de los activistas, de esas que no culpabilizan al individuo de un conflicto global pero tampoco evitan la responsabilidad individual. El barrio para quien lo habita, ha dicho una de las congregadas al paso de los visitantes.
Este 7 de mayo ha comenzado una nueva historia para el inmueble de la calle Hortaleza, ha afirmado García, uno de los portavoces. Eso, como siempre, lo dirá el tiempo. Por el momento, el espíritu de lucha acompasado con la diversión ha abierto las puertas de lo que será un nuevo centro social para el barrio. "Por la tarde tendremos una asamblea constituyente en la que concretaremos nuestra posición para empezar a dar uso al espacio", ha explicado Díaz. Justo de fondo se escuchaba a Tremenda Jauría: "Goza la trama, surféate el drama / y abre bien la ventana", coreaban. La fiesta ya ha empezado y la lucha continúa.
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